La carrera de la muerte: Statham toma el relevo de Stallone

Como han podido observar últimamente, sabios lectores, la cartelera me ha estado ofreciendo toda clase de remakes y secuelas de discutible calidad en estos últimos tiempos. Hoy no voy a ser menos y os traigo el remake de Death Race 2000, film dirigido por Paul Bartel en 1975 y protagonizado por Sylvester Stallone y David Carradine.

La versión que veremos el 21 de Septiembre en nuestras pantallas se titula La carrera de la muerte, con guión y dirección de Paul W.S. Anderson (Horizonte Final, AVP, Resident Evil) y protagonizada Jason Statham, que parece decidido a ser el nuevo rey de la acción. Y es que el actor londinense comparte con Stallone el trabajado físico y la inexpresividad facial que encajan perfectamente con el tipo de personajes a los que nos tiene acostumbrados. Con ello, podéis estar seguros de que el film es más cercano a Doomsday o A todo Gas, que a Mad Max.

Año 2012. La economía estadounidense se hunde y el paro alcanza cotas nunca vistas. El crimen en las calles está fuera de control y las cárceles llenas. Dichas cárceles han pasado a ser una fuente de ingresos a base de espectáculos a muerte televisados entre presos. La Isla es la cárcel que acoge dichos espectáculos y ve nacer Death Race, carreras de coches en las que los presos lucharán por su libertad.

Jensen Ames (Jason Statham) fue una gloria de las carreras, retirado por una lesión. En el paro y con problemas económicos será atacado por un extraño que matará a su familia en un crimen por el que será confinado en La Isla. Su presencia será oportuna para sustituir al corredor más popular en Death Race, Frankenstein, muerto en carrera pero cuya máscara permite a Jensen hacerse pasar por él. La casualidad de hallarse allí siendo inocente junto al hecho que Frankenstein está a una carrera de la libertad le llevará a afrontar el reto que le propone la directora de la cárcel (Joan Allen).

Si bien el film se basa en el de Bartel, uno no deja de reconocer en La carrera de la muerte elementos del infravalorado film de Paul Michael Glaser, Perseguido, protagonizado por otro héroe de las pesas, Arnold Schwarzenegger. Y es que no hay que escarbar demasiado en este film, ya que más allá de las carreras y las tortas, el resto es localización y contexto que no pasan de mero adorno.

Sorprende el hecho de que el film arranca con la historia por contar casi finalizada, a priori. 3 carreras son las que veremos, con algunos toques de acción carcelaria en el periplo de Jensen por averiguar quién acabó con su familia. Eso augura un film breve, en hay pocos momentos que no se centren en las vertiginosas carreras o las luchas entre presos.

La relación del director con los videojuegos le ha hecho plantear las carreras de un estilo similar, donde ciertos elementos en el pavimento activas armas en los vehículos. Eso, pese a ser vistoso en un principio, acaba siendo una trampa tanto para la competición como para el guión, con vía libre para situar a los corredores donde convenga para el desarrollo de la historia. A eso añadir algo de confusión en la manera en que están montadas las persecuciones, que sin ser aburridas, tampoco son buenas.

Anderson es consciente del material que tiene entre manos, y explota la figura de Statham, casi omnipresente en el metraje. Y he aquí el acierto, plantear un film sin pretensiones y con un protagonista del que sabemos de sobra qué podemos esperar. Ir un poco más allá en la propuesta sería un riesgo para un director más ducho en la forma que en el fondo.

En definitiva, no es un buen film, pero entretiene y ofrece al espectador adrenalina y tripas. Un film de sabor fuerte y fácil digestión, sin adornos ni aroma a perenne. Statham es el nuevo héroe de acción moderno y nos regala un film mucho más entretenido que lo que fue Transporter.

Lo mejor: Las carreras.

Lo peor: Ni giros de guión ni sorpresas la hacen muy previsible.

El dato: David Carradine, protagonista de la versión original, pone la voz de Frankenstein en la escena inicial.