sábado, 27 de octubre de 2007

1408: Cuando el reclamo es lo que importa...


No me equivoco si afirmo que los dos autores que más obras suyas han visto llevadas a la gran pantalla son William Shakespeare y Stephen King. La diferencia entre ambos es como se reparten cantidad y calidad en sus obras. Mientras que la "escasa" producción del autor inglés invita a las continuas revisiones, para el autor americano queda una basta producción huérfana de adaptaciones.

Resulta difícil ya encontrar una obra de Stephen King válida para la gran pantalla, con lo que hemos asistido a adaptaciones de sus obras que jamás debieron abandonar las páginas. La trampa está en que el sello del autor suele ser suficiente reclamo, dejando en un segundo plano la calidad del producto final.

1408 tiene previsto su estreno el 14 de Diciembre en España, debido a varios retrasos. Aunque tuvimos ocasión de verla en la clausura del Festival de Sitges.

La película nos narra la historia de un escritor dedicado a la publicación de libros especializados en casas encantadas y lugares terroríficos. Esa tendencia marcada por acontecimientos trágicos en su vida le llevan a ser un hombre escéptico que desmonta las historias de fantasmas alojándose en lugares popularmente malditos. Su experiencia le lleva a ser totalmente escéptico en ese terreno ya que jamás ha podido presenciar nada sobrenatural.

Todo cambia cuando una misteriosa postal le lleva hasta la habitación 1408 del Hotel Dolphin.

Es aquí donde cae todo el peso del film, en el interior de esa fantasmal y prohibida habitación.
Y aquí es donde precisamente acaba la película, porque no hay por donde cogerla. El film no funciona ni en el género de terror, ni en el del thriler sobrenatural (algunos dirán que psicológico), ni en el del drama. El inicio nos crea una espectativas enormes sobre la habitación, a modo de publicidad dentro de la misma historia, y llegado el momento, nada.
Una repetición de recursos más que vistos, una total ausencia de terror o tensión, y una narración perdida que sólo se debe a hilvanar las diferentes "trampas" que la habitación oculta.

No hay nada más allá de la habitación 1408, ni una historia que contar, ni un origen ni un motivo, sólo un artificial reto entre la habitación y el protagonista, apoyado en el "todo vale" de un mundo de fantasía donde ni siquiera logran sorprendernos.

El drama personal del hombre es la baza de la habitación para que lleve a cabo sus propósitos, pero su carencia total de lógica lleva a la historia personal a un segundo plano, dejándonos una versión sobrenatural de Indiana Jones superando las trampas de la habitación maldita.

Para rematar la faena, John Cusack hace una actuación lamentable. Talento le sobra, pero resulta palpable su desorientación en el papel, fruto de lo desorientado que estuvo el guionista, que de un relato corto de Stephen king tuvo que sacarse una historia de cerca de dos horas. Y ahí está el principal fallo del film, de coger una historia que en papel funciona, pero alargar una idea atractiva para hacerlo una historia creible y ponerle imágenes sólo funciona en contadas ocasiones. Y el resultado es una historia donde su presentación, su primera media hora de metraje se nos antoja atractiva, pero su nudo y desenlace son sólo fruto de una adaptación pésima donde nada conduce a nada y sólo nos deja ver a un John Cusack desquiciado sin saber cómo escapar de la habitación y del mismo proyecto.

Para algunos será una tomadura de pelo, para otros un film interesante de tintes sobrenaturales que no pretende asustar sino inquietar, con el mérito de ser una apuesta arriesgada frente al cine de terror gore que hoy en dia triunfa (Hostel, Saw). Para mí se queda en lo primero, en una productora que compra los derechos de una historia medianamente atractiva y poco novedosa, con el sello de un autor que vende y que esperan que eso genere más ingresos que gastos, sin importar el resultado final.

Lo mejor: Samuel L. Jackson, que nos sabiamente nos aconseja no hospedarnos...

Lo peor: el abominable uso que hacen de la fantasía paranormal para justificar cualquier giro absurdo en la trama, donde el "espera cualquier cosa" acaba por ser un "justo lo que esperaba".

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