martes, 31 de marzo de 2009

La frase de la semana: My Blueberry Nights


"Adios" no significa siempre el final, a veces significa un nuevo comienzo.


lunes, 30 de marzo de 2009

La imagen de la semana


Pues ni más ni menos que el poster del nuevo film de Martin Scorsese, realmente intrigante. Basada en una novela de Dennis Lehane, el mismo autor de Mystic River o Adiós, Pequeña, Adiós, está ambientada en el año 1954 y narra la historia de un U.S. Marshal que investiga la desaparición de un asesino que escapó de un psiquiátrico y que probablemente esté escondido en la remota Shutter Island.

El reparto lo lidera, de nuevo, Leonardo DiCaprio, junto a Mark Ruffalo, Ben Kingsley, Max Von Sydow, Emily Mortimer, Elias Koteas, Michelle Williams, Patricia Clarckson, Jackie Earle Haley. Sin duda pinta muy, pero que muy interesante.

Por otra parte, Maurice Jarre ha muerto. Autor de innumerables y míticas bandas sonoras, un cáncer se lo ha llevo a los 84 años. El miércoles le dedicaré la sección habitual de bandas sonoras.

Y para acabar, recomendaros un paseo por el excelente post de Mr.Lombreeze sobre el cine clásico. El debate salta las fronteras.

Fuente: Las Horas Perdidas, Blog de Cine

domingo, 29 de marzo de 2009

Grandes momentos del cine: Southland Tales


Cada cosa tiene su momento. Hace 8 días me hallaba sumergido en pleno concierto de The Killers y hoy os traigo su momento en la obra de Kelly, Southland Tales, de la que aquí tenéis un excelente monográfico de mano de Videodromo, Mónica Jordán y Monsieur Copépodo. Y ya puestos, el link a mi crítica.

sábado, 28 de marzo de 2009

La recomendación del lector


No hay 13 malo, como 13 meses tiene el año, 13 dedos en mis manos, 13 novias para 13 hermanos, Los 13 Mandamientos, 13 hombres sin piedad o 13 Dollar Baby. Así llegamos a la decimotercera recomendación del lector, que esta vez se la lleva Absenta con su propuesta, que no es otra que The Score.

Dirigida por Frank Oz, y protagonizada por tres ex-titanes de la interpretación, que fue juntarse y no levantar más cabeza. Gracias a todos por vuestras propuestas que ya pululan por mi videoteca.


viernes, 27 de marzo de 2009

La recomendación de la semana: The Addiction


Provocativa cinta de Abel Ferrara con una intrigante Lili Taylor metida a vampiro de la noche a la mañana. Si os parece poco, que aparezca también Christopher Walken la hace obligatoria, en un relato atípico sobre el vampirismo.


jueves, 26 de marzo de 2009

La Conversación: Puliendo la vida de los otros


La experiencia es un viaje que vivimos en primera, segunda o tercera persona. Aprendemos de infinidad de maneras, pero tan vital resulta aprender de nuestros actos como de actos ajenos cuando nuestra comprensión se torna escasa o el rompecabezas descorazonador. Pero está claro que formamos parte de nuestro entorno e interactuar implica cambiarlo, con consecuencias que no siempre estamos dispuestos a asumir.


Ante eso nos queda un aséptico miedo que nos encierra en nuestro yermo mundo para vivir como eterno espectador del circo humano, pero nunca protagonista. De nuestras 4 paredes no escaparán secretos, pecados ni pasiones, cual Edmundo Dantés en su escafandra, aprendiendo a buscar sentido externo a nuestros actos mientras poco a poco se erosiona el alma al compás que marca un lejano saxofón.

Preso de la culpa hayamos a Harry Caul (Gene Hackman), profesional del espionaje que se encuentra investigando a una pareja de enamorados. Obsesionado con la perfección de su trabajo y con las propias conversaciones que graba, busca sentido y perfección a cada frase de la pareja antes de entregar las cintas a su cliente.

Dos escenas ayudan a retratar prematuramente a Harry, donde en el excelente arranque del film vemos como huye de las miradas en el parque, tanto por salvar su tapadera como por propia incomodidad. La segunda tiene lugar cuando su casera deja una botella de vino dentro de su protegido piso, siendo el regalo de un cumpleaños que a nadie ha comunicado. Su vacío interior comparte con Harry decoración y medidas de seguridad, una esfinge sin secreto, equipaje suficiente para quien vive sólo para acallar culpas.

La enigmática ausencia de su cliente en la entrega de las cintas le llevará a romper el trato, coincidiendo con la ruptura de la extraña relación que mantiene con una mujer a la que no ha sabido entregar ninguna de las llaves de su vida. Ambos hechos llevarán a Harry a volcarse por completo en las conversaciones de los amantes, interpretándolas, en busca de respuestas que justifiquen el encargo así como su fracaso como animal social.

Esa obcecación le alejará definitivamente del mundo real cuando descubra que la vida de los escuchados podría correr peligro, trayendo de vuelta fantasmas del pasado a un católico convencido como Harry. Trazar ese puente entre la acción real y la mente del protagonista no es tarea fácil, y ahí emerge el enorme talento de Coppola que consigue que deshojemos cada palabra de los diálogos, cada movimiento de Harry mientras el montaje de sonido (Walter Murch) nos acerca la nitidez de las palabras y el montaje (Richard Chew) nos repone las escenas del parque una y otra vez.

Entonces es cuando vemos a Harry bajar la guardia, abandonado por su socio y temeroso por su vida al saberse perseguido. Coppola (también guionista) mete al personaje en pleno acto social e intimidad con otra mujer, donde cambiará hacia una actitud menos austera donde acabará traicionado por un compañero de profesión. Harry es el profesional más prestigioso de su gremio que vive acorde a su profesión, y dicha traición acabará por dinamitar su mundo de seguridad, llevándolo directamente a la habitación contigua a la de los amantes.

Así llegamos al brillante desenlace de La Conversación, donde los cimientos del ego de Harry se derrumban por haber vendido su alma al diablo que compadece al mendigo. Entonces la conversación cobra sentido y cada frase apuñala las paredes del piso del protagonista, incapaz de entender cómo ha sido forzada la cerradura. Vencido como profesional y como persona, el espejo hecho pedazos y aferrado a un saxo que busca imitar el talento de otros. Butaca en primera fila para ver nuestra vida derrumbarse.

En definitiva, un film excelente, un Coppola de entre Padrinos apostando por un film tan modesto como compacto. La conversación navega hábilmente entre las dos facetas de Harry, entre el drama y el thriller, implicando al espectador como metapersonaje que actúa con Harry como él con la pareja. Un film del que brota auténtico cine a partir de la aparente banalidad de una vida y una conversación.

Lo mejor: La gestión de los diálogos y las cintas.

Lo peor: Que nos quedemos sin saber cómo consiguió grabar las conversaciones que le dieron la fama.

El dato: De las 14 nominaciones al Oscar que acumula Coppola, 5 fueron en el 75. Dos de ellas corresponden a La Conversación y las otras tres (que ganó) por El Padrino II. Gene Hackman aprendió a tocar el saxofón para el film.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Grandes bandas sonoras: Matrix


Sí, como lo oís, una mala tarde la tiene cualquiera. Igualmente vale la pena echar un vistazo al videoclip de Rob Dougan que inspira su pieza Clubbed to death en el Enigma de Elgar. ¡Disfrutadla morgueros!



martes, 24 de marzo de 2009

La frase de la semana: Sin Perdón


"Cuando matas a alguien no sólo le quitas todo lo que tiene, sino también lo que podría llegar a tener".


Watchmen: Las provocativas formas desnudan la simpleza


Zack Snyder, después de reformular el género zombi, nos trajo el espectacular vacío de 300 cuya mayor virtud era su tráiler y una vistosa puesta en escena. Ahora y con infinidad de páginas dedicadas a su nuevo proyecto nos llega Watchmen, adaptación de la aclamada obra de Alan Moore. Así se nos confirma el director americano como un esteta más que un narrador, apoyado no sólo en historias ya creadas sino en universos visuales muy marcados, siendo más traductor que intérprete.

Y en este caso lleva su atrevimiento más allá de lo visto hasta ahora en él, siendo acorde el tono de la apuesta visual con lo visto en la obra de Moore. Desde la recreación lésbica del famoso beso entre un marinero y una enfermera en Times Square a lo marcadamente ridícula vestimenta de los protagonistas, pasando por una banda sonora con temas que buscan el contraste y la risa cómplice del espectador. Eso lleva más a pensar en la broma que nos gasta Snyder, más interesado en ser fiel al cómic y construir un apartado visual majestuoso que en proponernos una historia.

Snyder y Moore proponen una visión mucho más humana de los héroes, tanto que resulta obligado cuestionar su moral y sus poderes. Así el espectro de protagonistas representa la decadencia de unos valores y un amplio espectro de la condición humana, desde los ideales de Rorscharch, (Jackie Earle Haley) al cinismo de El Comediante (Jeffrey Dean Morgan) o la candidez de el Búho Nocturno (Patrick Wilson). Esa visión la emplazan en una realidad alternativa donde un excesivo Nixon sigue siendo presidente y la amenaza nuclear rusa es el eje de la trama.

Ahí viene el primer atrevimiento, mérito de Moore, al representar a algunos de sus personajes como las partes oscuras del alma encarnadas en un héroe venido a menos. Y en ese mismo arranque del film vemos a El Comediante como asesino de Kennedy, siendo la muerte de El Comediante el motor del film. Pero claro está que dicho fresco de la naturaleza humana no basta para una propuesta de 162 minutos donde la historia avanza caprichosamente lenta.

Y digo caprichosamente porque Snyder se obceca en calcar las escenas de la novela gráfica, añadiendo su sello, regodeándose en el placer visual y abusando de ralentizaciones que acaban por cansar. No es tanto que le sobren escenas, sino que la gran mayoría se alargan en demasía por el mero hecho de no saltar una viñeta de Moore y disfrutando esa provocación. Y desde luego no seré yo quien le reste mérito a la labor técnica del director, pero resulta difícil sentirse entusiasmado por Watchmen sin haber leído la obra de Moore.

Cierto es que el ritmo del film anima a nuestra pesadumbre y la pone en consonancia con el mismo estado abatido de los protagonistas, hastiados en busca de su oportunidad, pero la belleza de las imágenes no suple la oportunidad que se le niega al espectador de entretenerse con una historia que pueda implicarle más directamente. El triste vacío de provocar sin un propósito, de ser un rebelde sin causa.

En las corrientes de la indiferencia se mueve Watchmen, obviando por completo al espectador, del mismo modo que ya hizo en 300, donde la forma la mueve el antojo y el fondo el azar, dando un puzzle muy sencillo al espectador. Y es que la belleza embelesa, pero ni conmueve ni entretiene, así como el tedio consigue afear las más hermosas obras, y Snyder parece haberse dejado la garra en aquel supermercado atestado de zombies.

En definitiva, un film flojo aunque de conveniente visionado. Un interesante ejercicio de osadía visual que, por contra, tira al traste con lo que supuestamente iba a ser el mejor film de 2009, y al que ni la taquilla ha dado la bienvenida. Y es que no conviene olvidar que el talento visual naufraga si antes no se tiene mano con lápiz y papel.

Lo mejor: Ciertas escenas que merecen verse un par de veces por la pericia de Snyder.

Lo peor: Navegar en el tedio esperando algún viento salvador.

El dato: Antes que Snyder, el proyecto pasó por las manos de directores como Darren Aronosfky, Paul Greengrass, Michael Bay o Terry Gilliam.

lunes, 23 de marzo de 2009

La imagen de la semana


Os traigo el poster de Where the wild things are, de Spike Jonze, creador de maravillas como Adaptation o Cómo ser John Malkovich. Para mí, uno de los estrenos más interesantes del año, basado en la novela de Maurice Sendak y que nos narra la aventura de un niño en un mundo de fantasía de la mano de Carol. Aquí tenéis más fotos.

Fuentes: Blogdecine y SlashFilm.

domingo, 22 de marzo de 2009

Grandes momentos del cine: Hijos de los hombres


Me tendréis que perdonar, morgueros, que hoy no pueda incluir el video directamente ya que no lo he encontrado, pero vale realmente la pena que le echéis un ojo. Es un plano secuencia de 6 minutos a cargo de Alfonso Cuarón, simplemente asombroso. Aún me pregunto si son efectos digitales lo de borrar la sangre que salpica la cámara. Pinchad sobre la imagen y después pensad si realmente hubiera funcionado fraccionando la secuencia.

sábado, 21 de marzo de 2009

La recomendación del lector


Para los supersticiosos, llegamos a la décimotercera entrega de la recomendación del lector. Después del visionado de Ser o no ser propuesto por Mónica Jordán toca arrancar otra ronda de propuestas con las que entretenerme durante las próximas dos semanas. Vuestro turno, morgueros.
¡Ni hay 13 malo, ni mal que cien años dure!

Ser o no ser: Sátira y Shakespeare para derrotar a Hitler


Si el peor enemigo siempre es uno mismo, no hay mejor arma para abatirnos que un espejo donde mostrarnos ridiculizados. Es inherente la subjetividad cuando somos protagonistas, pero la visión externa de las cosas la dota de amplitud y matices que la acercan más a la verdad. He aquí uno de los grandes méritos de la obra de Ernst Lubitsch, rodada en plena Segunda Guerra Mundial a modo de sátira contra el nazismo y el divismo.

En ella resulta difícil no ver a los nazis como personajes sobreactuados, abogando sus protagonistas por la igualdad de todas las personas citando a El Mercader de Venecia. Así despoja al drama de la obviedad, lo disfraza de comedia y nos presenta una crítica desde el divertimento sin basar su fuerza en el objeto de burla, sino apoyándose en él. Y es que la temática y la época de Ser o no ser no son sus bazas, sino los extras.

Arranca el film de Lubitsch con Hitler caminando tranquilamente por las calles de una Varsovia aún no invadida, ante la atónita mirada de los transeúntes, que le ven interesado "mirando una tienda de delicatessen. Quizá esté pensando en zamparse Polonia." Ese tipo de frases, diálogos y alocadas situaciones son la esencia de las comedias screwball de las que Ser o no ser es uno de sus máximos exponentes.

Pronto nos hace Lubitsch ver que todo es un montaje, y tanto Hitler como el cuartel de la Gestapo parte de una obra de teatro. Es decir, un film que habla sobre una obra de teatro sobre el nazismo, con actores que interpretan a actores que interpretan a Shakespeare. Rizar el rizo, el más difícil todavía o el auténtico disparate como elemento cómico donde cada escena está medida a la perfección para sorprender al espectador con finos diálogos e innumerables giros, donde antes que agotar el chiste ya tenemos uno nuevo, sin dar respiro a nuestra sonrisa.

La creciente amenaza nazi evitará que dicha obra se estrene, y los actores tendrán que volver a interpretar el Hamlet de Shakespeare. Y con ello volverá la frustración de unos personajes obsesionados con su gran papel, sufriendo Hamlet/Joseph Tura (Jack Benny) la tortura de ver como ante su gran monólogo siempre huye uno de los espectadores, sabiendo más tarde que dicho joven militar no hace más que ir a disfrutar de la infidelidad de su esposa, Maria Tura (Carole Lombard).

Dicho militar (Robert Stack) será quien torpemente lleve a un espía hasta María para dar a los nazis una puerta a erradicar la resistencia en una ya invadida Varsovia. Ahí comienza el gran enredo, con amantes y actores más preocupados de su ego que de la guerra, y la interpretación como arma en un régimen donde la fidelidad se mide por la sobreactuación, el mundo que dominan los protagonistas.

Resulta inconcebible pensar, a priori, que los elementos característico de estas comedias puedan caber en una temática como la que trata el film, pero Lubitsch haya la fórmula, el tono, el ritmo, y crea una obra maestra donde no falta la mujer fatal (espía y esposa infiel), el marido inocente, o el desbordante optimismo mientras los protagonistas usan los campos de concentración en alguna broma. Todo ello sin caer en la banalización o el panfletismo, sino en la crítica y la esperanza. Y es que decir lo obvio, censurar, lo sabe hacer todo el mundo, pero disfrazar esos argumentos para llevar una sonrisa, un mensaje y optimismo queda en manos de muy pocos.

Así es como se cierra el film, con el triunfo de unos protagonistas escudados en su saber hacer como actores, interpretando los papeles de su vida para engañar al diablo, dándoles un Hitler de escayola, parafraseando a Shakespeare y usando la misma locura que vivió el mundo esos años. El triunfo del arte sobre el terror, en un torbellino creado a golpe de delirantes enredos y acidez verbal dejando claro que somos antes individuo que pueblo o masa.

En definitiva, magistral obra de Lubitsch. Valiente en temática, rica e inteligente en fondo, y soberbia en forma, donde no hay tiempo para que el espectador se acomode en un chiste o situación, que la siguiente ha entrado por la ventana sin previo aviso. Una prodigiosa comedia donde el delirio invita a reflexionar con una sonrisa, ya que la vida es muy corta para pasarla frunciendo el ceño.

Lo mejor: Los diálogos.

Lo peor: Que no se acepte el juego de la locura y lo rocambolesco pueda resultar absurdo o inverosímil.

El dato: Carole Lombard murió poco antes de estrenarse el film. Ello provocó la eliminación del guión de una frase referida a lo que podía pasar en un avión. El padre de Jack Benny necesitó de una explicación convincente sobre lo satírico del film al ver a su hijo con un uniforme nazi. Incluso eso resulta delirante.

viernes, 20 de marzo de 2009

La recomendación de la semana: Simón del desierto


No es el mejor film de Buñuel, pero sí uno de los más infravalorados. En él se nos cuenta la historia de Simón, un hombre decidido a hacer penitencia en lo alto de una columna, mientras resiste las tentaciónes del diablo.


jueves, 19 de marzo de 2009

Cortos: World Builder


Hoy os traigo una pequeña joya con la que me he topado en el excelente blog Tierra de Cinéfagos. Corre a cargo de Bruce Banit y en él nos cuenta como el protagonista crea un mundo virtual por un propósito que no voy a desvelaros. Impresionantes los efectos digitales, aunque es normal sabiendo que también es creador del conocidísimo 405. Y si habéis visto ambos videos, ya que estamos hablando de efectos digitales y aviones, no os perdáis la brutal escena de lo nuevo de Alex Proyas, Knowing, con Nicolas Cage al frente.



Fuentes: Tierra de Cinéfagos, y SlashFilm.

Instantes de cine


Paul Newman en el Actor´s Studio, 1955.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El Ángel Exterminador: El contrato social, dinamitado.


A priori, decir que insinuar algo no equivale a no decir nada, resulta obvio que es cierto. Ahora bien, aplicado al cine (y al arte, en general) parece que se busca una especia de suerte casual que da vida a esas insinuaciones y aleja del mérito a la obra. Y es que en esas apuestas se corre el riesgo de tener espectadores impermeables buscando un sentido a todo lo que se les presenta en pantalla.

Sin ir más lejos, el título del film que hoy os traigo, El Ángel Exterminador, no deja de ser otro aparente capricho de Buñuel. Conocedor de esa tendencia humana ansiosa de respuestas de las que el mismo film y Buñuel carecen, nos rotula la obra con una figura bíblica, ya que a la fe es donde acudimos cuando se nos acaban las explicaciones. Enésima genialidad de Buñuel en un film donde vemos presentes la gran mayoría de las constantes de su filmografía.

Reunión burguesa en casa de los Nóbile, donde les espera una agradable cena y toda la corrección que la etiqueta requiere. Lucía de Nóbile (Lucy Gallardo) ha puesto todo su empeño en ser la anfitriona perfecta, pero los sirvientes abandonarán paulatinamente su puesto a medida que avanza la cena, donde los protagonistas lanzarán flores en público y puñaladas a sottovoce.

Disfrutando de tan amable velada, acomodados en la estancia, las horas pasarán hasta verse Edmundo Nóbile (Enrique Rambal) forzado a alojarlos en esa misma habitación para pasar la noche. Incomodados por tan vulgar situación, será la mañana quien les haga sospechar que una especie de fuerza les impide abandonar la estancia. Incapaces de superar esa invisible barrera, se verán forzados vivir hacinados en una habitación sin esperanza alguna que el exterior venga en su rescate.

La cantidad de lecturas que pueden extraerse del film son tantas como visionados le dediquemos, y aún probablemente más. Desde quien la ve como una simple crítica a las limitaciones de la clase burguesa, obviando al mayordomo, a quien le busca un completo sentido religioso. Considero que Buñuel no se detiene a buscarle un sentido completo a El ángel exterminador, y usa un sugerente punto de partida para revisitar gota a gota gran parte de los temas de su filmografía.

Y es que detenerse a buscar respuestas puede hacer perdernos los pequeños detalles escondidos en los diálogos y los pequeños gestos de los protagonistas, mientras que poco a poco nos vamos sintiendo parte del grupo de prisioneros. Y es que el uso del entorno remite a la maravillosa La Soga de Hitchcock, sumergiéndonos en la historia como un habitante más que participa de las conversaciones privadas de sus protagonistas.

A través de los diálogos y las excéntricas actitudes de los personajes vemos como el relato se tiñe de negro, se torna despiadado a medida que sus protagonistas abandonan las normas sociales para adaptarse a un entorno hostil. Esa actitud descerebrada y ese enfrentamiento contrasta con la imagen de los dóciles corderos acudiendo para ser alimento, así como la imposibilidad del exterior de acudir en ayuda de los aislado por un bloqueo tan inexplicable como la mayoría de sucesos de la vida.

Y así llegamos a su resolución, donde la serie de repeticiones vistas en el film (27) diferencia a la última, donde los protagonistas han dejado de ser ellos mismos. "Lo que desde niño he odiado más, la grosería, la violencia y la suciedad, son ahora nuestros compañeros inseparables, es preferible la muerte", espeta el anfitrión, el mismo que acaba degollando un animal para sobrevivir. La ausencia de explicación nos sitúa directamente a nosotros como jueces, buscando los motivos de su condena, y la causa de su redención. Si Buñuel juega a que seamos Dios, cierra el film en nuestra propia casa reiniciando el ciclo de nuevo.

En definitiva, un film notable, tremendamente hábil y sugerente en la historia, así como portentoso a nivel técnico. Un claro ejemplo de que insinuar suele ser más complejo que explicar, y explotar esa baza de manera tan amplia sólo queda en manos del talento de pocos. En la Calle Providencia hay una parada obligatoria para todo cinéfilo.

Lo mejor: Los diálogos y el aprovechamiento del escenario.

Lo peor: Los actores.

El dato: La escena del oso está basada en un hecho real que vivió Buñuel en una cena en Nueva York.

Grandes bandas sonoras: Little Miss Sunshine


Delicioso y agridulce film, con una estupenda banda sonora a cargo de Mychael Danna y DeVotchKa. La pieza se titula "The Winner Is" y ya la habréis escuchado infinidad de veces. ¡A disfrutarla de nuevo!


martes, 17 de marzo de 2009

La frase de la semana: El Diario de Noa


"El mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma y nos hace aspirar a más, nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente. Eso es lo que tú me has dado y lo que yo esperaba darte siempre."


lunes, 16 de marzo de 2009

La imagen de la semana


Por segunda semana consecutiva Gran Torino bate a Watchmen, y es que Eastwood sigue en plena forma a sus casi 80 años. Una enorme alegría para este humilde bloggero, que ve como un cineasta de verdad bate al esperadísimo estreno de 2009 por el que confieso menos interés, si cabe, que por lo nuevo de Tarantino.



domingo, 15 de marzo de 2009

Grandes momentos del cine: Los caballeros de la mesa cuadrada


Una de las escenas con las que más me he reído en mi vida.


sábado, 14 de marzo de 2009

La recomendación del lector


Embarcado en la tarea de descubrir la filmografía de muchos directores, esta semana la recomendación es para otro director al que no tengo el gusto de conocer, Ernst Lubitsch. Así pues, la duodécima película de esta sección es todo un clásico como Ser o no ser (1942), recomendada por Mónica Jordán.


viernes, 13 de marzo de 2009

La recomendación de la semana: Swimming Pool


Dirigida por François Ozon y protagonizada por Charlotte Rampling y Ludivine Sagnier. Misterio y erotismo para la historia de una escritora que buscando inspiración encontrará a sus demonios.


jueves, 12 de marzo de 2009

Tetsuo: Muerte a mi obsoleta carne


Que no vuelva a sufrir, que no vuelva a fallarme. No quiero lágrimas ni sangre, ni un alma que baile del brazo del azar. No quiero cansarme, no quiero dormir, ni dudar ni equivocarme, ni plomo en mi pecho ni nudos en mi garganta. No quiero una montaña rusa ni castillos de arena, no quiero grises ni sombras, no quiero sudores fríos, no quiero sangre hirviendo, no, no, no. No quiero ser imperfecto, ni débil, ni voluble ni caduco.

Quiero la certeza del metal, su brillo, su simpleza. Quiero recambios a mi maltrecho cuerpo, vivir sin descanso, no tener límites ni variables. Quiero que mi atracción sea magnética, quiero rutina, procesos, quiero matemáticas y no filosofía, mecánica y no psicología, quiero respuestas sencillas a problemas sencillos. Quiero ser mi propio Dios, mi propio juez, mis propios padres y guías. Porque me sé superior a vosotros, mortales, porque soy la nueva carne, porque soy perfecto.

Tetsuo narra la historia de un fetichista que juega a insertar piezas metálicas en su cuerpo. Abrumado por el rechazo de su cuerpo al metal y el miedo de ver su carne pudrirse se verá atropellado por una pareja que, dándolo por moribundo, lo abandanará no sin antes practicar sexo delante de él. Dicho hombre de la pareja comenzará a tener visiones y ver su cuerpo mutar poco a poco.

El metal mata a la carne, en una orgía metálica a modo de bautismo donde funeral y nacimiento siguen un mecánico compás industrial. Y las visiones acechan a modo de venganza, la carne que muere a manos del metal vive para siempre. Conductor y atropellado luchando por ser el nuevo Mesías, o el nuevo Dios. Y Testuo como uno de los primeres referentes audiovisuales del cyberpunk.

Y como todo primer paso, es torpe. No hay nacimiento bello ni exento de violencia, y Tetsuo no es una excepción. Rabioso, frenético, extremado, arriesgadísimo, y a ratos portentoso el film de Shinya Tsukamoto, que aprovecha sus pocos recursos para crear un clásico instantáneo. Y es así como tenía que ser, sucio y brutal, doloroso e incómodo, el hombre que no sólo destruye su entorno, sino a sí mismo.

Tetsuo es un directo a la cara, tan repugnante y sencilla en su fondo, como asombrosa en su ejecución. La rabia hecha cine, la muerte del ser humano vista desde los ojos de Lynch y las entrañas de Cronenberg. Por ella nos movemos como la pareja del protagonista, entre el asco y la pasión, a un ritmo abrumador donde la falta de medios se suple con un talentoso uso del stop-motion y el time-lapse, y una banda sonora a cargo de una maquinal orquesta.

Tan hija de su tiempo, tan acelerada, que apenas sobrepasa la hora y aún le sobra metraje. Con un gris granulado que hace a la sangre menos sangre, la realidad menos humana, y la máquina menos máquina. Llena de símbolos, de nuevos referentes, la imagen vista a través de la pantalla, reduciendo a sus personajes a esencialmente pasionales para contrastarlos con el frío acero, deshumanizando su cuerpo pero no sus instintos.

Si Orwell y K. Dick son los padres del cyberpunk, Tsukamoto sería un hijo bastardo en un mundo donde Blade Runner es un clásico, y Terminator, HAL9000 y R2D2 iconos modernos. Así marca Tsukamoto los límites del movimiento viajando a sus antípodas, o a sus entrañas, y presentándolo sin adornos, condimentos ni concesiones.

En definitiva, tan extremada como necesaria. La oveja negra que sabemos poseedora de un gran potencial pero de muy malas formas, con un discurso agresivo y directo, que grita, llora y hiere. Para algunos obra maestra, para otros una suprema pérdida de tiempo, Tetsuo es un referente indiscutible.

Lo mejor: Algunas escenas alegóricas.

Lo peor: El tramo final.

El dato: De la segunda entrega de Tetsuo os hablaré en breve, pero Tsukamoto parece muy decidido a rodar la tercera entrega. Con productores americanos (puede que Tarantino), tema bélico y posiblemente una América devastada.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Grandes bandas sonoras: París, Texas


Y como se que estáis de Documentos TV hasta las narices, os traigo otra pieza de Ry Cooder. ¡A disfrutarla!


martes, 10 de marzo de 2009

La frase de la semana: Revolutionary Road


"Valor es lo que hay que tener para vivir como uno quiere."


lunes, 9 de marzo de 2009

La imagen de la semana


Lo sé. No espero que lo entedáis.


La Jetée: La fuerza de la imagen, el idioma del recuerdo


Nuestra memoria funciona a base de imágenes. Resulta sencillo recordar una cara, pero no su movimiento, así como una mirada deja huella pero un guiño no. La acción requiere de muchos otros sentidos difícilmente recreables por la memoria, inabarcables, mientras que una imagen trabaja desde la apabullante e inmediata sencillez en nuestro sentido más preciado.

Esas escenas, concebibles en el recuerdo, maleables y perfectas, son pequeños rincones inmaculados que abren una puerta a las emociones contenidas que simbolizan dicha imagen. Así es como mantenemos intacto el recuerdo de una escena, en su perenne perfección, con la fuerza de esos momentos en que deseamos que el reloj se pare.





Nada diferencia los recuerdos de los momentos habituales. Sólo se dan a conocer cuando muestran sus cicatrices.




Dicen que es casi imposible recrear la voz de una persona en nuestra cabeza
, y sólo en ocasiones somos capaces de conseguirlo, cuando no nos lo estamos proponiendo. Sin embargo sí somos capaces de recrear una melodía o un sonido, asi como un olor no lo recordamos, lo reconocemos. Nuestra caprichosa memoria envuelve de bruma una imagen, de sensaciones alejadas del impacto visual que buscan dar vida a esa imagen así como vuestros ojos esperan ver en la foto como el viento juega con el pelo de Hélène Chatelain.

Consciente de ello y con plena intencionalidad, Chris Marker propone con La Jetée (El muelle, 1962) un foto-relato creado a base de negar las imágenes en movimiento pero apoyado en el resto de elementos que consideramos característicos del cine. Dispuesto a hablarnos de la memoria, usa su
propio lenguaje.

Disfrazado de relato de ciencia-ficción, La Jetée nos habla del poder de las imágenes, del recuerdo y de cómo vivimos en ellos cobijados de un apocalíptico mundo. Así es como nuestro protagonista (Davos Hanich) sólo recuerda el mundo anterior a la III Guerra Mundial a través de la imagen de una mujer en el aeropuerto, momentos antes de ver morir a un hombre delante de ella. Ese recuerdo sirve de esperanza a una humanidad confinada en el subsuelo, aferrada a ensayos que logren transportar una conciencia al pasado o futuro para enmendar el error cometido.

Repito, el presente apocalíptico nos insta a transportarnos a un pasado o futuro mejor para salvar un contexto sin esperanza. Eso no es ciencia-ficción, sino algo cotidiano, humano y amargo. Y en ese recuerdo se recrea nuestro protagonista, afincado en un tiempo que no
existió viviendo de reflejos en un espejo pintado por él mismo.

El recuerdo del protagonista se envuelve de esperanza, de trazos románticos, narrando una onírica historia de amor a modo de salvación de protagonista y humanidad. En esa belleza se haya el contraste a las claustrofóbicas escenas de subsuelo, donde el montaje dota de vida a la sucesión de fotografías gracias al uso del sonido. Impresionante el trabajo fotográfico, el blanco y negro en una obra que resulta cómoda a nivel visual, sin suponer una ruptura con el concepto de cine al uso al que podemos estar acostumbrados.

Y cuando nos hemos acomodado en la memoria, en la imagen estática, la imagen del despertar de la mujer cobra vida justo antes de su muerte. Así desaparece el recuerdo y nos movemos hacia adelante a un tiempo que nos rechaza, de un yermo y desolado vacío al que no hemos podido decorar de experiencia. Ese futuro nos invita a abandonar unos aposentos que aún no nos pertenecen, regalándonos algo tan vital como la esperanza. Así se recorren las 3 líneas temporales en un proceso necesario para la salvación, labrando un futuro desde el pasado.

Acaba el sueño y vuelve la amenazante e incierta realidad, el viaje mental parece llevarnos al mismo punto de partida como si de una atracción de feria se tratara, una promesa nacida muerta. Y en la vacua desidia la promesa rebrota, el recuerdo cobra vida y atravesamos el espejo para definitivamente formar parte de ese recuerdo, cerrando el círculo que condena a la memoria a ser inmutable.

Pero entonces La Jetée ¿es ciencia-ficción, romance o ensayo? La Jetée es una obra que deberías haber visto ya y de la que debes olvidar todo lo que hayas leído, sin necesidad de catalogar tan sugerente propuesta. Excelente a todos los niveles, desde la inolvidable fotografía a un uso acertadísimo del sonido y un montaje que da vida al estatismo de las imágenes. Una historia bien narrada, un final inolvidable, el amor como esperanza, el recuerdo como guía, y el poderoso uso de la fotografía como lenguaje de la memoria.

La Jetée: Parte 1 - Parte 2 - Parte 3

domingo, 8 de marzo de 2009

Grandes momentos del cine: Deliverance


Todo un clásico, el duelo de banjos. Una de las escenas más recordadas del film de Boorman.


sábado, 7 de marzo de 2009

La recomendación del lector


Duodécima tanda de recomendaciones tras el visionado de Quiero la cabeza de Alfredo García propuesta por Mr.Lombreeze. Vuestra hora de mejorarme o torturarme con vuestras propuestas. ¡No seáis tímidos, morgueros!


Quiero la cabeza de Alfredo García: Lirismo desde el infierno


Todo viaje en la vida tiene una o varias paradas en el más profundo infierno. Sólo así es posible el renacimiento, desde el fondo del pozo donde todo lo que somos se ahoga y emponzoña. Si en esa oscura soledad somos capaces de ver luz o clavo ardiendo, será otro quien abandone esas aguas. Pero sin luz, sin esperanza y muchas veces sin culpa, el viaje se torna escaso en soledad e instamos a la venganza a que busque compañía.


Porque somos nosotros y nuestras circunstancias, y en las celdas del averno sólo cabe lo primero. Los límites de la catarsis acaban en la frontera de lo que somos, arrasando aledaños sin importar el motivo, devastando el contexto o transformándolo, consumiéndonos o perdonándonos. El camino que nos lleva al abismo nunca es el que nos aleja de él.

De título poco metafórico, Quiero la cabeza de Alfredo García trata sobre la caza de tan preciado miembro del sujeto. Dicho sujeto deja embarazada a la hija de un rico hacendado mexicano antes de desaparecer. Ante tal deshonra, el padre pone precio a su cabeza y con ello a varios matones tras su pista. Así llegarán hasta el piano de Bennie (Warren Oates), cuyo romance con una amante de Alfredo la pondrá tras la pista de su cabeza.

Aferrado a la recompensa que le permita escapar de su triste existencia y rescatar a Elita (Isela Vega) de la perdición, ambos se embarcarán en la búsqueda del cadáver de Alfredo en un viaje sin retorno. El precio por esa cabeza no será la recompensa, y Bennie tendrá que perderlo todo para poder llegar a plantar la cabeza de Alfredo García sobre la mesa del hombre que ha puesto precio por ella.

Viaje a los infiernos de nuevo de la mano de Sam Peckinpah, presentando personajes al filo del abismo que completan el viaje de ida y de vuelta desde la crudeza y la suciedad típicas del director californiano. La violencia siempre es un motor y una respuesta en sus historias de perdedores, cantos de sirena disfrazados de brillante horizonte.

Y como viaje interior que plantean Peckinpah, Frank Kowalksi y Gordon Dawson (guionistas), importan más las líneas que unen los hechos y los llenan de evolución, dejando su celebrada violencia para respuestas y propósitos formales. En las primeras se dan las escenas más lentas y bellas, siempre desde la sórdida óptica de Peckinpah donde la lírica se tiñe de ocaso y tragedia.

Destaca la composición de Warren Oates, contenido y convincente como decadente pianista de bar. Esa clase de personajes con los que simpatizamos porque hagan lo que hagan siempre serán más patéticos que nosotros y con posibilidad de ir a peor, y sin embargo estoicos y finalmente nobles.

Así es como el vehículo Oates consigue convencernos poco a poco, herida a herida, que la cabeza rodeada de moscas es más que una recompensa, una especie de carga emocional cuyo peso crece hundiendo al protagonista y exigiendo una deuda de sangre como única redención posible. El final que todos sabemos necesario, la venganza que exige la muerte de la esperanza.

En definitiva, un film notable y crudo, pero que se me antoja escaso para la dimensión que ocupa un director como Peckinpah. Potente, trágico y sucio, diestro a la hora de mostrar como nace y se desarrolla la violencia, y con ciertas dosis de poesía visual para un Quiero la cabeza de Alfredo García que convence pero no noquea.

Lo mejor: La ausencia de medias tintas.

Lo peor: Reflejar el mundo de Bennie su vuelve lento a ratos.

El dato: El único film de Peckinpah que no sufrió modificación alguna en el montaje por parte del estudio.

viernes, 6 de marzo de 2009

La recomendación de la semana: La máscara de cristal


Un apabullante espectáculo visual a cargo de Dave McKean y Neil Gaiman. Un cuento a modo de revisión de El mago de Oz, en el que sobresale la belleza sobre la profundidad. Pero, ¿no son precisamente eso los cuentos?


miércoles, 4 de marzo de 2009

Grandes bandas sonoras: Lo que queda del día


Richard Robbins a cargo de la banda sonora de Lo que queda del día. Con ella obtuvo su segunda nominación al Oscar, en sus habituales colaboraciones con James Ivory. Esta vez os pongo la propia escena, así que disfrutadla.


Push: Entretenida pérdida de tiempo


Siempre me asombró tu capacidad para entenderme, para acabar mis frases, para aparecer antes de que supiera que te estaba necesitando. Fuiste respuesta sin pregunta, de tan perfecta ejecución que abrumaba la idea de que la vida, para ti, fuera un guión. Tras lo improvisado, lo espontáneo, parecía esconderse una maquinaria conocida, dueña absoluta del momento.

Puede que el simple hecho de ser capaz de ello te impulsara a hacerlo, que fuera más un deber para contigo que no un regalo ajeno, más deuda que cheque en blanco. Y como todo lo que apesta a perfecto, se marchita por senderos alejados de la innata mácula y se pierde en la pregunta retórica de porqué renunciamos al paraíso. Así, mientras aún te buscaba, tal y como llegaste, desapareciste.

La vida en la huida, la maleta llena de necesarios, y el camino sembrado de interrogantes. Nunca quisiste rutas ni previsiones, sólo presente y azar al timón del barco rumbo a un brumoso mañana. Así desgastamos el yermo día a día al ritmo que agotaste tus coartadas y mi paciencia entre infantiles pinturas.

Y un negro amanecer brotando de tu nariz. Silencios rotos que cortan rutina y trayecto, un llanto ahogado y el miedo en tus ojos, prólogo de nuestra última novela. No dejaste ni el eco, sólo una carta y una foto, una historia que contar, reflejos borrosos de un pasado que ni siquiera sé si existió. Tanto ruido y, al final, por fin el fin...


En definitiva, quien espere algo parecido a lo narrado en la crítica, que se ahorre Push. Quien quiera un rato entretenido con una historia mínima, no le defraudará. Ambas opciones son totalmente respetables y, según el momento, necesarias.

Lo mejor: La escena que me ha llevado a tan inusual crítica.

Lo peor: Los sónicos, que aparte de copiados de Héroes, son un coñazo.

El dato: Éste viernes se estrena Gran Torino, y los habitantes de LCM os instamos a no perdérosla.