Todo viaje en la vida tiene una o varias paradas en el más profundo infierno. Sólo así es posible el renacimiento, desde el fondo del pozo donde todo lo que somos se ahoga y emponzoña. Si en esa oscura soledad somos capaces de ver luz o clavo ardiendo, será otro quien abandone esas aguas. Pero sin luz, sin esperanza y muchas veces sin culpa, el viaje se torna escaso en soledad e instamos a la venganza a que busque compañía.
Porque somos nosotros y nuestras circunstancias, y en las celdas del averno sólo cabe lo primero. Los límites de la catarsis acaban en la frontera de lo que somos, arrasando aledaños sin importar el motivo, devastando el contexto o transformándolo, consumiéndonos o perdonándonos. El camino que nos lleva al abismo nunca es el que nos aleja de él.
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Aferrado a la recompensa que le permita escapar de su triste existencia y rescatar a Elita (Isela Vega) de la perdición, ambos se embarcarán en la búsqueda del cadáver de Alfredo en un viaje sin retorno. El precio por esa cabeza no será la recompensa, y Bennie tendrá que perderlo todo para poder llegar a plantar la cabeza de Alfredo García sobre la mesa del hombre que ha puesto precio por ella.
Viaje a los infiernos de nuevo de la mano de Sam Peckinpah, presentando personajes al filo del abismo que completan el viaje de ida y de vuelta desde la crudeza y la suciedad típicas del director californiano. La violencia siempre es un motor y una respuesta en sus historias de perdedores, cantos de sirena disfrazados de brillante horizonte.
Y como viaje interior que plantean Peckinpah, Frank Kowalksi y Gordon Dawson (guionistas), importan más las líneas que unen los hechos y los llenan de evolución, dejando su celebrada violencia para respuestas y propósitos formales. En las primeras se dan las escenas más lentas y bellas, siempre desde la sórdida óptica de Peckinpah donde la lírica se tiñe de ocaso y tragedia.
Destaca la composición de Warren Oates, contenido y convincente como decadente pianista de bar. Esa clase de personajes con los que simpatizamos porque hagan lo que hagan siempre serán más patéticos que nosotros y con posibilidad de ir a peor, y sin embargo estoicos y finalmente nobles.
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En definitiva, un film notable y crudo, pero que se me antoja escaso para la dimensión que ocupa un director como Peckinpah. Potente, trágico y sucio, diestro a la hora de mostrar como nace y se desarrolla la violencia, y con ciertas dosis de poesía visual para un Quiero la cabeza de Alfredo García que convence pero no noquea.
Lo mejor: La ausencia de medias tintas.
Lo peor: Reflejar el mundo de Bennie su vuelve lento a ratos.
El dato: El único film de Peckinpah que no sufrió modificación alguna en el montaje por parte del estudio.
4 comentarios:
Ciertamente no es esta película la obra maestra que sí es "Grupo Salvaje". Así y todo es una película sobresaliente más que notable, donde se puede ver cuánto le debe el cine, incluso el actual, al gran Sam Peckimpah. Gran final.
Escenas con un montaje y ritmos espléndidos:
http://www.youtube.com/watch?v=Q8VQq1F6c7Q
Y una gran banda sonora del poco recordado y gran Jerry Fielding:
http://www.epdlp.com/bso.php?id=1971
Nadie niega su talento e influencia, y menos un desculto con un reciente revisionado de Gran Torino, pero me sigue pareciendo más notable e interesante que obra maestra incontestable.
La verdad, me interesó más la historia que la apuesta visual, muy en la linea que su trabajo en el western, restando épica y poniendo crudeza. Así los perdederos sueñan sueños de perdedores.
Igualmente prefiero la elegancia de Kurosawa con la cámra lenta ;)
¡1 saludo y gracias por comentar!
Mis recomendaciones apasionan a los lectores...
Cosa mala, Mr.Lombreeze... O aprendo de usted, o tengo visitas, qué cosas...
¡1 saludo y graciar por comentar su propia recomendación!
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