sábado, 7 de marzo de 2009

Quiero la cabeza de Alfredo García: Lirismo desde el infierno


Todo viaje en la vida tiene una o varias paradas en el más profundo infierno. Sólo así es posible el renacimiento, desde el fondo del pozo donde todo lo que somos se ahoga y emponzoña. Si en esa oscura soledad somos capaces de ver luz o clavo ardiendo, será otro quien abandone esas aguas. Pero sin luz, sin esperanza y muchas veces sin culpa, el viaje se torna escaso en soledad e instamos a la venganza a que busque compañía.


Porque somos nosotros y nuestras circunstancias, y en las celdas del averno sólo cabe lo primero. Los límites de la catarsis acaban en la frontera de lo que somos, arrasando aledaños sin importar el motivo, devastando el contexto o transformándolo, consumiéndonos o perdonándonos. El camino que nos lleva al abismo nunca es el que nos aleja de él.

De título poco metafórico, Quiero la cabeza de Alfredo García trata sobre la caza de tan preciado miembro del sujeto. Dicho sujeto deja embarazada a la hija de un rico hacendado mexicano antes de desaparecer. Ante tal deshonra, el padre pone precio a su cabeza y con ello a varios matones tras su pista. Así llegarán hasta el piano de Bennie (Warren Oates), cuyo romance con una amante de Alfredo la pondrá tras la pista de su cabeza.

Aferrado a la recompensa que le permita escapar de su triste existencia y rescatar a Elita (Isela Vega) de la perdición, ambos se embarcarán en la búsqueda del cadáver de Alfredo en un viaje sin retorno. El precio por esa cabeza no será la recompensa, y Bennie tendrá que perderlo todo para poder llegar a plantar la cabeza de Alfredo García sobre la mesa del hombre que ha puesto precio por ella.

Viaje a los infiernos de nuevo de la mano de Sam Peckinpah, presentando personajes al filo del abismo que completan el viaje de ida y de vuelta desde la crudeza y la suciedad típicas del director californiano. La violencia siempre es un motor y una respuesta en sus historias de perdedores, cantos de sirena disfrazados de brillante horizonte.

Y como viaje interior que plantean Peckinpah, Frank Kowalksi y Gordon Dawson (guionistas), importan más las líneas que unen los hechos y los llenan de evolución, dejando su celebrada violencia para respuestas y propósitos formales. En las primeras se dan las escenas más lentas y bellas, siempre desde la sórdida óptica de Peckinpah donde la lírica se tiñe de ocaso y tragedia.

Destaca la composición de Warren Oates, contenido y convincente como decadente pianista de bar. Esa clase de personajes con los que simpatizamos porque hagan lo que hagan siempre serán más patéticos que nosotros y con posibilidad de ir a peor, y sin embargo estoicos y finalmente nobles.

Así es como el vehículo Oates consigue convencernos poco a poco, herida a herida, que la cabeza rodeada de moscas es más que una recompensa, una especie de carga emocional cuyo peso crece hundiendo al protagonista y exigiendo una deuda de sangre como única redención posible. El final que todos sabemos necesario, la venganza que exige la muerte de la esperanza.

En definitiva, un film notable y crudo, pero que se me antoja escaso para la dimensión que ocupa un director como Peckinpah. Potente, trágico y sucio, diestro a la hora de mostrar como nace y se desarrolla la violencia, y con ciertas dosis de poesía visual para un Quiero la cabeza de Alfredo García que convence pero no noquea.

Lo mejor: La ausencia de medias tintas.

Lo peor: Reflejar el mundo de Bennie su vuelve lento a ratos.

El dato: El único film de Peckinpah que no sufrió modificación alguna en el montaje por parte del estudio.

4 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Ciertamente no es esta película la obra maestra que sí es "Grupo Salvaje". Así y todo es una película sobresaliente más que notable, donde se puede ver cuánto le debe el cine, incluso el actual, al gran Sam Peckimpah. Gran final.
Escenas con un montaje y ritmos espléndidos:
http://www.youtube.com/watch?v=Q8VQq1F6c7Q
Y una gran banda sonora del poco recordado y gran Jerry Fielding:
http://www.epdlp.com/bso.php?id=1971

Redrum dijo...

Nadie niega su talento e influencia, y menos un desculto con un reciente revisionado de Gran Torino, pero me sigue pareciendo más notable e interesante que obra maestra incontestable.

La verdad, me interesó más la historia que la apuesta visual, muy en la linea que su trabajo en el western, restando épica y poniendo crudeza. Así los perdederos sueñan sueños de perdedores.

Igualmente prefiero la elegancia de Kurosawa con la cámra lenta ;)

¡1 saludo y gracias por comentar!

Mister Lombreeze dijo...

Mis recomendaciones apasionan a los lectores...

Redrum dijo...

Cosa mala, Mr.Lombreeze... O aprendo de usted, o tengo visitas, qué cosas...

¡1 saludo y graciar por comentar su propia recomendación!