lunes, 12 de diciembre de 2011

La imagen de la semana


Pues hoy toca hablar de dos titantes de la cinematografía actual: Nolan y Fincher. El primero de ellos, tan hábil como J.J. Abrams en temas de marketing, comienza a caldear el ambiente de cara al cierre de su trilogía sobre Batman. Si hace relativamente poco pudimos ver el primer teaser, hace unos días unos pocos afortunados pudieron ver el arranque del filme, con opiniones tan entusiastas como las de aquellos que vieron el trailer de ocho minutos del nuevo filme de Fincher. El caso es que, además, tenemos un nuevo poster que, como ocurrió con El caballero oscuro, muestra al villano. Disfruto con el cine de Nolan, pero me cansa tanto su pompa...


De Fincher, con el estreno de The girl with the dragon tattoo en ciernes, hemos podido ver el clip que ha hecho para la version que Trent Reznor y Karen O han hecho del Immigrant Song de Led Zeppelin. Tres minutos portentosos que se mean en el 95% de la cartelera y otra buena parte del cine de Nolan. Disfrutadlo.

 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Grandes bandas sonoras: Life without principle


Contundente filme de Johnnie To con la deliciosa canción que tenéis en el trailer, y de la que no he podido encontrar información.

 

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un paseo por Gijón


No es que pueda decir que me he empapado por completo de Gijón, teniendo en cuenta que solo he pasado cinco días (y cubriendo el FICXixón 2011 para Cineuá), pero desde luego es una ciudad para repetir. Y no solo por la gastronomia o el seductor aire añejo de ciertos paseos, sino porque, de una manera u otra, uno no se siente extraño allí. Por si fuera poco, la sorpresa hizo acto de presencia al descubrir la relación del festival con los habitantes de la ciudad, implicados totalmente con un programa alejado del mainstream pero que se integra en los rituales de sala comercial como si nunca hubieran existido diferentes cines. Así, las apuestas más radicales congregan en la sala a ancianos, jóvenes y parejas cargadas de palomitas, todos dispuestos a dejarse sorprender al cobijo de apuestas que nunca verían en cartelera.

Comentaba un compañero que la cola para ver Faust era kilométrica, hecho sorprendente teniendo en cuenta que Boyero (la supuesta voz del pueblo) la denostó pese a ganar en Venecia. Y no fue esa la única ocasión que ocurriera algo parecido, sino que más bien lo habitual era encontrar las salas con una ocupación digna de elogio, con espectadores que no temen leer subtítulos, desfilando ante propuestas como Hors Satan, Play, Michael y otras tantas que suponen un acertado muestrario de tendencias completamente alejadas de la industria.

No es necesario que repase los títulos más destacados de dicha edición, ya que tenéis la cobertura en Cineuá, así como el periódico del festival, en el que he tenido el honor de poder participar escribiendo sobre cinco destacados títulos de la programación. A cambio os dejo con los cinco títulos del certamen que creo que no os deberíais perder.


· Un amour de jeunesse (Mia Hansen-Løve): O de las intermitencias del amor, el recuerdo y la pasión

· Photographic Memory (Ross McElwee): O de la imposibilidad de habitar la memoria, pero de la oportunidad de comprender.

· Play (Ruben Östlund): O de las consecuencias de mirar a otro lado escudados en los contratos sociales.

· Faust (Alexander Sokurov): O de como abordar la obra de Göethe sin traicionarla ni transponerla, creando un potente puñetazo cinematográfico.

· Walk Away Renee (Jonathan Caouette): O de cómo el cine se ha convertido en una extensión de nosotros.

 

lunes, 14 de noviembre de 2011

El origen del planeta de los simios: Justificantes


Cuando la tendencia ante tanto remake es fruncir el ceño, extraños me parecían tantos elogios a la precuela de tan célebre saga. Quizá tan condicionante prejuicio no sea el mejor preludio a un visionado pero, como la ciencia ficción me pone, afronté el visionado con el mejor de los ánimos. Y no es el que film de Rupert Wyatt sea malo (o al menos infame), pero hay momentos en que uno, como espectador se siente insultado.

Aunque quizás el gran problema del film de marras tenga un nombre: Project Nim. De este documental ya os hablé en la cobertura de Sitges 2011, y representa la vuelta al ruedo de James Marsh (ganador del Oscar con Man on wire), hecho negativo en si mismo. Y pese a que Project Nim no sea un gran documental, sí traza líneas paralelas con El origen del planeta de los simios que dejan esta última como una burda hipérbole que considera al intelecto del espectador demasiado ocupado engullendo palomitas.



A saber: Project Nim trata sobre un experimento donde un chimpancé crece como un humano más dentro de una familia, mientras intentan enseñarle un lenguaje de signos creado específicamente para el experimento. El simio aprende tan rápido que parece que vaya a poder leerse El Quijote con desdén, su crecimiento y naturaleza obligan a trasladarlo a instalaciones más seguras, el proyecto pierde inversión, etc. en una serie de acontecimiento que llevan al simio de las portadas de los diarios al ostracismo, con la consiguiente pérdida de todos y cada unos de los criadores con los que había compartido alegrías, porros y cariños. ¿Resultado? El chimpancé adulto recibe, ya en el ocaso de su vida, a su primera cuidadora, y el esperado reencuentro acaba con el simio estampando repetidas veces la cabeza de la susodicha contra la pared, con la antológica frase de su hija: "el hecho de que no la matara creo que es muy significativo". Efectivamente lo es, mostrando como el animal, por el simple hecho de ser constantemente abandonado por aquellos a quien ama, ni perdona ni olvida, solo castiga marcando su terreno.

La historia es calcada a la del film de Wyatt, pero mientras Marsh apela a la emotividad entre sus personajes, Wyatt (bueno, Rick Jaffa y Amanda Silver, los guionistas) se enconan en maltratar constantemente al simio para justificar su cambio de rumbo. Y ese tipo de facilidades con el espectador son constantes en un film que, a estas alturas, no necesita de incidir reiteradamente en la bondad animal contra la crueldad humana, y menos cuando las afinidades se justifican a través del dolor y no del afecto. Así a César le plantan un vecino infame que apesta a recurso de guión de los facilones para, más tarde, rodearlo de congéneres que harán lo propio para amargarle la estancia. Y por si fuera poco, tenemos al "amigo" de Harry Potter encasillado en el hijoputismo para aún hacer mas hincapié en el drama existencial del primate, ese ser atrapado entre dos mundos, una suerte de Frankenstein peludo.


A partir de ahí ya entramos en la fantasía, donde el simio dopado es más listo que nadie y, como los buenos futbolistas, hace mejores a los de su entorno. Con ello se orquesta la escena en el Golden Gate y los, siempre majos y populistas, momentos de venganza, para acabar de redondear una apuesta que, si ya de por si contaba con el handicap de saber su desenlace, siembra de tópicos y justificantes innecesarios gran parte de su metraje. Valga como ejemplo el funcional papel de Lithgow o Pinto, o el cambio de roles entre el director del proyecto y el personaje de Franco, que si de primeras el impetuoso era el segundo, más tarde es el director el que (ahora sí) se muestra atraído a toda costa por el dinero.

El origen del planeta de los simios desde luego que no es un mal film, pero dista mucho del entusiasmo con el que ha sido recibida ya que, lejos de proponer nuevas fórmulas en el anquilosado mainstream, tira de rancios engranajes para ganarse el favor del público menos exigente. Incluso Nolan disfraza mejor sus juguetes...

 

viernes, 11 de noviembre de 2011

La recomendación de la semana: Involuntary


O De Ofrivilliga si preferís el sueco. Film de Ruben Östlund sobre sociedades con el piloto automático puesto, incapaces de reaccionar ante imprevistos. Imprescindible y tocahuevos.

 

viernes, 4 de noviembre de 2011

La recomendación de la semana: Svyato


El estadio del espejo, (en francés le stade du miroir) es un concepto de la teoría del psicoanalista francés Jacques Lacan que designa una fase del desarrollo psicológico del niño comprendida aproximadamente entre los seis y los dieciocho meses de edad. Se trata de aquella etapa en la cual el niño se encuentra por vez primera capacitado para percibirse, o más exactamente, percibir su imago corporal completa en el espejo. En esta fase, de acuerdo a la teoría lacaniana, se desarrollaría el yo como instancia psíquica.

Esto dice la Wikipedia sobre la teoría de Lacan, y el documentalista Victor Kossakovsky opta por documentarlo tomando como objeto de estudio a su propio hijo. Cuarenta y cinco minutos donde asistiremos al descubrimiento de la propia imagen por parte de un infante que nunca ha visto un espejo.

 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Grandes bandas sonoras: Drive


Lugar común, lo sé, pero es que a la película ganadora del premio a mejor dirección en Cannes este año nadie puede negarle su potente banda sonora.

 

domingo, 30 de octubre de 2011

Eva: Smartphilm


Hoy me ha llegado mi nuevo móvil. El “antiguo” me dejaba llamar, enviar mensajes y tenía un despertador la mar de eficaz, pero en los tiempos que corren la tecnología dura menos que un replicante. Sin la portabilidad lista me he lanzado a conectarme a la red wi-fi y empezar así a descargar aplicaciones, fondos de pantalla y a hablar con la gente, aunque tenía el pc delante. El caso es que tenía que escribir este texto y la supuesta tecnología que cada vez nos ahorra más tiempo se ha comido gran parte del que tenía que dedicar al film de Kike Maíllo. Si bien es un contrasentido, hoy día la figura del ermitaño pasa por esa extraña gente que no puede navegar desde su móvil o hablar a cualquier hora con cualquiera de sus amigos. Reconozcámoslo: la mensajería instantánea es un invento muy bien parido que te permite no estar solo a la par que ignorar a quien nos interpela sin tener que verle la cara: la perfecta comunión entre individualismo y socialización.

También fui uno de esos que renegó de Facebook para acabar conociendo al dedillo el día a día de gente que no he tenido el placer de conocer. Y aunque al invento de Zuckerberg lo carga el diablo, hay que reconocer que su uso resulta mucho más productivo que las aplicaciones que he estado trasteando para Android. Imaginemos el equivalente tangible de Facebook, en un bar con nuestros cientos de amigos repartidos en mesas. Recorremos cada una de ellas para escuchar íntegras cada una de las conversaciones, asintiendo ciertos comentarios y respondiendo otros, en un baile incesante entre debates. Cogemos el periódico y resaltamos una noticia para que ocho personas asientan sin comentar nada en absoluto, mientras otra me roba el periódico para hacer lo propio en otra mesa que, de repente, estalla en una acalorada discusión. Más tarde alguien saca su álbum de fotos de las vacaciones mientras en otra mesa sacan un parchís, y todo fluye con naturalidad mientras la gente se deja ir y venir entre conversaciones. Un “Gracias, Facebook” quizás sea tan inútil como la escena descrita.

El caso es que el protagonista de Eva (genio de la robótica, por supuesto) tiene como mascota un gatito virtual que le acompaña allá donde va. A esa política de la negación del esfuerzo le llaman progreso, pero con ella no solo se eliminan las desventajas sino también los trayectos y sus implicaciones. Dicho protagonista se ve ayudado por un mayordomo capaz de jubilar al servicio completo del palacio de Buckingham, mejorado con un sistema de empatía adaptable que permite al personaje principal elegir la cercanía emocional de su siervo. Es decir, a lo meramente funcional se le acoplan necesidades que van más allá de lo terrenal para entrar en lo espiritual, ¿o alguien de verdad piensa que la gente se compra un iPhone por el GPS? El protagonista tiene un hermano tonto, un amor de juventud convertido en amor de su vida, y un proyecto que requiere de un niño especial. El niño es niña, su padre es el hermano tonto y el amor de su vida es la mujer del hermano tonto (el espíritu santo es el gato, y amén), que para algo el mundo es un pañuelo que cabe en un smartphone.


Esa es la apuesta de Eva, compacta y funcional, decorada con efectos especiales high quality y una usabilidad harto sencilla, compactando en el mínimo espacio el máximo de utilidades que la pericia de Maíllo y sus cuatro guionistas es capaz de parir. Porque en épocas donde lo funcional reina, lo humano se pierde en favor de cantidad y comodidad, cambiando profundidad por amplitud en mercados con una ingente oferta. Así creamos Frankensteins a medida o niños perfectos en el caso de Eva, optando por el patchwork en tecnología, relaciones y otros tantos olvidando la palabra “renuncia” que Gmail nos enseño a tirar a la papelera al decirnos que jamás tendríamos que volver a borrar un mail. Nadie quiere solo llamar pudiendo, además, navegar por Internet con el mismo cacharro. Nadie quiere tener solo un amigo (y sus limitaciones) cuando se pueden tener decenas para cada una de nuestras necesidades (grupos lo llaman ahora). Nadie quiere un film de robots, un thriller o una de amor, cuando se puede amontonar todo en uno con el que llenar, por acumulamiento, al espectador.

Quizás las miguitas de alma que dejamos por el camino nos ayuden algún día a encontrar el camino de vuelta a casa.

sábado, 29 de octubre de 2011

Contagion: Paciente terminal


Steven Soderbergh lleva el cine en la sangre. Puede contar sus años de carrera por el número de títulos que ha dirigido, y aún le sobrarían y, sin embargo, siempre ha sido una eterna promesa, sin perder por ello el prestigio o su vitola de autor. Su irregular filmografía alterna las habituales concesiones que permiten los proyectos personales, pero siempre bajo un tamiz muy personal acorde con la propia personalidad del director georgiano, donde existe un gran denominador común: la asepsia, no solo en su narrativa sino en la propia tibieza con que se acoge cada uno de sus proyectos. Ejemplo de ello es la discreción con que se paseó Contagion (2011) por la sección oficial de la Biennale de Venecia, cual ninja o asocial, sin generar opinión alguna en las activas charlas que pueblan las colas. Ese es el territorio de Soderbergh, quien el mismo año que anuncia su retirada presenta tres films, director que a pocos desagrada y a casi nadie entusiasma.

Quizás su éxito fue en exceso prematuro, o quizás sus altibajos (para la crítica) y sus vaivenes (para el público) condenan la carrera de un director tan singular. Prueba de ello es Contagion, film acogido con tibieza también en Sitges 2011, con un elenco innecesario para una propuesta que tras el gancho comercial esconde muchas de las inquietudes presentes en la filmografía de Soderbergh. Los seres que pueblan su cine más íntimo se esfuerzan en proteger su alma, en mostrarse asépticos hacia un entorno tan necesario como destructivo, vagando a la deriva entre miradas soslayadas. Y si ese apartado social, fundamental en el cine, supone gloria o muerte, cuando se le solapa una temática sobre enfermedades contagiosas se consiguen las claves de la prematura jubilación de Soderbergh.


Porque Contagion es un film frío, a ratos frenético y a ratos condescendiente con sus personajes, un bombardeo de datos y hechos que ahogan a sus protagonistas, impelidos a actuar por protocolos para acabar siendo humanos. No en vano esa deshumanización a través del frenetismo informativo tiene eco en la figura del blogger convertido en Mesías, mientras que el padre de familia se convierte en mero juez y verdugo al intentar proteger a su hija. Ambos cumplen sus códigos para sobrevivir pero perdiendo parte de su humanidad en el proceso, en un film donde su protagonista se transmite, precisamente, por contacto; una apuesta con no pocas similitudes a El incidente (The happening, M. Night Shyamalan, 2010). Todo cabe en una caricia.

Y si el instinto crea máquinas, el reposo hace grupo, y no me cabe la menor duda que las cavilaciones que han llevado a la supuesta retirada de Soderbergh contemplaban aprovechar su Contagion para atizar sin contemplaciones no solo a la crítica y sus derivados, sino a la propia industria y las traiciones de alto standing que practican: no en vano el desencadenante es una esposa infiel. La traición es contagiosa y en época de vacas flacas el mejor bote es un salvavidas, por ello no cabe sino mirar con amargura el presumible epitafio de Soderbergh donde sus asépticos personajes, de una manera u otra, acaban volviendo a casa.

lunes, 17 de octubre de 2011

Sitges 2011: Palmarés


La lista de premiados de Sitges debe serviros, no sólo para confirmar que no llueve siempre a gusto de todos, sino también como indicativo del enorme volumen de cintas que se presentan a concurso. Estos son los ganadores:

OFICIAL FANTÀSTIC COMPETICIÓ – SITGES 44
J. A. Bayona, Quim Casas, Lisa Marie, Ryoo Seung-Wan, Richard Stanley

Millor Curtmetratge

Ex aequo a Dirty Silverwear, de Steve Daniels, i The Unliving, d’Hugo Lilja

Millor Disseny de Producció
Marc Thiébault per Livide (Alexandre Bustillo & Julian Maury)

Millors Efectes de Maquillatge

Steven Kostanski per The Divide (Xavier Gens)

Millors Efectes Especials
Lluís Castells i Javier García per Eva (Kike Maíllo)

Millor Banda Sonora Original

Steven Price per Attack the Block (Joe Cornish)

Millor Fotografia

Markus Förderer i Tim Fehlbaum, per Hell (Tim Fehlbaum)

Millor Guió
Lucky Mckee i Jack Ketchum, per The Woman (Lucky Mckee)

Millor Actriu

Brit Marling per Another Earth (Mike Cahill)

Millor Actor

Michael Parks per Red State (Kevin Smith)

Millor Director
Na Hong-jin per The Yellow Sea

Premi Especial del Jurat
Attack the Block, de Joe Cornish

Millor Pel·lícula
Red State, de Kevin Smith


OFICIAL FANTÀSTIC COMPETICIÓ ÒRBITA
Àlex Aguilera, Paco Cabezas, Manlio Gomarasca


Premi Especial del Jurat
Colour Bleed, de Peter Szewczyk (curtmetratge)

Millor Pel·lícula
Guilty of Romance, de Sion Sono


JURAT CARNET JOVE

Eric Antonell, Gerard Fossas, Alberto Martin, Sergi Marí, David Vilaplana

Millor Pel·lícula OFICIAL FANTÀSTIC A COMPETICIÓ – SITGES 44
Bellflower, d’Evan Glodell

Millor Pel·lícula MIDNIGHT X-TREME
Detention, de Joseph Kahn


NOVES VISIONS
Anaïs Emery, Javi Giner, Loris Omedes


Millor Pel·lícula
Night Fishing, de PARKing CHANce (Park Chan-wook i Park Chan-kyong)

Diploma Pel·lícula No Ficció
Knuckle, d’Ian Palmer

Diploma Pel·lícula Discovery
Invasion of Alien Bikini, d’Oh Young-doo

Diploma Pel·lícula Dark Ficció
Kill me please, d’Olias Barco

Diploma Millor Curtmetratge
Coup de grace, de Clara van Gool

Menció Especial
Underwater Love, de Shinji Imaoka


CASA ÀSIA
Jordi Ojeda, Carles Santamaria, Pil Sung-Yim

Millor Pel·lícula 
The Unjust, de Ryoo Seung-wan


GRAN PREMI DEL PÚBLIC EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

Millor Pel·lícula

Attack the Block, de Joe Cornish


NOVA AUTORIA INSTITUT BUÑUEL de la FUNDACIÓ AUTOR
Arnau Bataller, Sílvia Munt, Maria Ripoll

Millor Direcció
La gota, de Daniel Piera i Beatriz Escolar (Universitat Ramon Llull-Blanquerna).

Millor Guió
Ex aequo a Camille, de Carme Puche (Universitat Oberta de Catalunya – UOC), i a Exercici, de Raúl Pérez (Bande à Part).

Millor Música Original

Chroma, de Juan Andrés González (Universitat Pompeu Fabra).

Menció Especial per l’interès del treball documental a Me llamo Peng, de Jahel Guerra i Victoria Molina de Carranza (Universitat Autònoma de Barcelona – UAB).

Menció Especial per l’interès del treball d’animació a
Desde el averno, de Raúl García, Núria Argemí, Mariona Consuegra, Saúl Darú, Maria Moreira, Clara Vallvé i Bernat Vilaseca (Escola d’Animació de Catalunya, 9 Zeros).


ANIMA'T – Premi Gertie

Jordi Ojeda, Carles Santamaria, Pil Sung-Yim

Millor Llargmetratge d’Animació
Tatsumi, d’Eric Khoo

Millor Curtmetratge d’Animació
Dripped, de Léo Verrier

Diploma al Millor Llargmetratge Sitges Family
Leafie, d’Oh Sung-yoon


MÉLIÈS D’ARGENT
Àlex Aguilera, Paco Cabezas, Manlio Gomarasca

Méliès d’Argent a la Millor Pel·lícula Europea
Kill List, de Ben Wheatley

Menció Especial
Hell, de Tim Fehlbaum

Menció Especial
Krokodyle, de Stefano Bessoni

Méliès d’Argent al Millor Curtmetratge Europeu
The Unliving, d’Hugo Lilja

Menció Especial
Magic Piano 3D, de Martin Clapp


MÉLIÈS D’OR 

Méliès d’Or a la Millor Pel·lícula Europea

Balada Triste de Trompeta, d’Álex de la Iglesia

Méliès d’Or al Millor Curtmetratge
Suiker (Sugar), de Jeroen Annokkee


PREMI DE LA CRÍTICA

Desirée De Fez, Carlos Losilla, José Luis Losa

Premi de la Crítica Jose Luis Guarner
Attack the Block, de Joe Cornish

Premi Citizen Kane al director/a revelació
Ex aequo a El páramo, de Jaime Osorio, i Trabalhar cansa, de Juliana Rojas i Marco Dutra


BRIGADOON Paul Naschy
Adrián Cardona, Rafa Dengrà, Leticia Dolera

Millor curtmetratge
8, de Raúl Cerezo

 Queda claro viendo los premios que quienes más entienden de "esto" son el jurado joven, porque Attack the block no merece los cuatro premios recibidos. Red State pasó desapercibida, precedida de malas críticas y del mal estado de forma de su director, y para sorpresa de todos no solo se alza como ganadora sino que me parece un film más que reivindicable. Por lo demás, justos son los premios a The Woman, Guilty of Romance, Underwate love, The Yellow Sea y Kill me please, cada uno en su sección. Ya se sabe, con tanto premio, casi nadie sale descontento pero tampoco con la sensación de pleno acierto. Además, para no romper la tradición, me perdí la ganadora in situ para recuperarla en casa... hay cosas que nunca cambian...

domingo, 16 de octubre de 2011

Sitges 2011: Recta final


Con el final del festival en el horizonte la cosa cambia, y la predisposición a disfrutar de cada segundo que reste de experiencia aumenta lo suficiente, permitiendo incluso disfrutar de castañas como Sector 7. El film de Kim Ji-hun es de esos que no sabes ni si el director se lo toma en serio y, además, en 3D. La historia nos sitúa en una plataforma petrolífera donde aparecerá un monstruo marino que liará un follón de narices, con los habituales toques emotivos para darle chicha al asunto. Muy probablemente sea un film infame, pero no aburrirme a esas alturas de festival tiene mérito, y de tan exagerado que resulta su tramo final, hasta me resulta un film simpático.


Radicalmente opuesto era el film elegido para precederle, tratándose de la nueva película de Hong Sang-soo, The day he arrives. En ella, un director de cine decide viajar a Seúl a visitar a un viejo amigo para acabar deambulando por la ciudad, en cinco variaciones a partir de la misma premisa. Así presenta Hong un abanico de posibilidades con una honestidad y destreza que le queda grande al Van Dormael de Las vidas posibles de Mr. Nobody, optando por encuadres en vez de estéticas, por respuestas en vez de gominolas. Amor, azar, decisiones y desvíos para uno de los films más sugerentes de esta edición.

El siguiente plato venía de la mano de Koen Mortier, que tras Ex Drummer presentaba 22nd of May, film sobre un guarda de seguridad de un centro comercial que un suicida hará volar por los aires. Con ello, un film que apunta a thriller se convierte en un drama donde su protagonista (como en The day he arrives) revivirá los instantes previos al suceso una y otra vez, interactuando con las víctimas y el suicida en un vano intento por evitar la masacre. Dicha apuesta entronca directamente con las palabras de Mortier, que resaltó el anónimo papel de las víctimas, condenadas a las matemáticas en los medios de comunicación y que en 22nd of May reviven su propia muerte como modo de aceptación.


Y a toda carrera tras el film de Mortier tocaba una maratón donde obviariamos la floja Grave encounters para disfrutar de The Innkeepers, nuevo film de Ti West tras la magnífica The house of the devil. Basta tomar como referencia la reacción de un acreditado sentado a mi lado, cuyo nerviosismo no paraba de crecer a medida que avanzaba el metraje, clamando al cielo alguna muerte y confirmándome la enorme calidad e inteligencia del film. Porque The Innkeepers juega en otra división, desde el tributo y una inteligente puesta en escena, sin obviar las referencias ni plantear revoluciones en el género, pero encontrando a caballo de lo contemporáneo y lo clásico un espacio donde desarrollar sus intenciones. Y no os quepa duda que toda la preparación del film va enfocada a un tramo final asfixiante que calló muchas de las bocas presentes en la sala.

Y tras una noche inquieta recordando las imágenes compuestas por el bueno de Ti West tocaba acudir al humor de Juan de los muertos, una peli de zombis cubana, hecho que en sí mismo es gracioso. Con ello tenemos un film donde el retrato social y político sobrevuela todas las situaciones de unos personajes que donde otros ven peligro, ellos ven oportunidad de negocio, y con ello una sucesión de cómicas situaciones para presentar el habitual esquema de supervivientes de forma más ligera que impactante. Hubiera sido firme candidata a premio del público de no ser por Attack the block, ya que el film de Alejandro Brugués es tan desinhibido como entretenido.


La siguiente cinta ya no tenía nada de amable, porque El páramo es una contundente cinta rodada casi exclusivamente cámara en mano que mete a un pelotón de militares en un entorno hostil. Jaime Osorio se vale de la puesta en escena para dotar al paisaje de un aire amenazador, sumado a la presencia de una extraña mujer cuya sola presencia desencadenará la psicosis general que moverá el film hacia adelante. Y en esa onda del enemigo invisible se mueve El páramo, explotando la tensión entre sus protagonista para mantener en vilo al espectador constantemente, con la única certeza de los actos de los militares en una espiral de violencia donde quizás el único inocente es la mujer que desencadena el drama.

Y para suavizar el cierre del penúltimo día en Sitges tocaba sumergirse en el nuevo trabajo de James Marsh, ganador del Oscar por Man on wire. Project Nim trata de un experimento con un primate llevado a cabo en lo setenta, donde se le intentó enseñar un lenguaje de signos para ver si era capaz de crecer aprendiendo y usando dicho lenguaje. Y el caso es que la temática engancha, y acaba por dejar impronta en la memoria en el momento que el chimpancé decide fumar marihuana y beber cerveza, pero Marsh no puede evitar ser facilón/buscar otro oscar, y acude a obviedades para resaltar que el mono es un mono (cuando le interesa) y tirar de emotividad ante un animal que sufre (cuando lo necesita), anegando por completo la posibilidad de que el espectador saque conclusiones pero si mismo.


Con monos se cierra el día para abrir el cierre de Sitges con La cosa, la pseud-precuela firmada por ese director que nos hace sentir gangosos al pronunciar su nombre y que pese a no estar, ni de lejos, a la sombra de sus predecesoras, no deja de ser un film ameno. Sutilezas las mínimas, CGI del que se nota y una presencia casi constante del bicho en pantalla, para apelar más al bigger que al better y escapar de comparaciones a base de buscar el contrario, conformando un film olvidable pero que ni se cree mejor de lo que es ni pretende más que rellenar los huecos de la ignorancia imberbe.

Sin tiempo a reposar de tanta persecución llegaba el mejor director según Cannes con su Drive debajo del brazo. Y a pocos decepcionó el film de Nicolas Winding Refn, compacto y poderoso, multi-genérico y estilizado que, pese a alguna ñoñería, pasa por ser uno de los mejores vistos en esta edición del festival. Un conductor que ofrece sólo cinco minutos de su pericia, la chica mona que se cruza en su camino, y el lío de turno que no puede acabar bien, y todo ello sin sentir pereza ante una historia mil veces vista pero narrada con pocos adornos y mucho sello. Y por si fuera poco, una banda sonora tremenda.


Y aunque, llegado el momento, parece mentira, era hora de la última película de Sitges 2011, la despedida a una experiencia increíble. Y la elegida para tal propósito no fue sino que la deliciosa The Artist, que venía precedida de muy buenas valoraciones tras su paso por Cannes. No es de extrañar, teniendo en cuenta que es un tributo al cine mudo rodado como tal, es decir, en blanco y negro y sin sonido directo, y eso, en pleno siglo XXI, implica meterse en el bolsillo a un buen puñado de espectadores. Y no negaremos que The Artist es un film amable y divertido, con todo lo necesario para dejar un buen sabor de boca y con esa inocencia del cine de antaño, pero quizás la edad o el cansancio me hacen tolerar menos el azúcar y, con ello, dejo de encontrarle la gracia a un plagio demasiado encorsetado, insistente en negar el presente al que pertenece.

Sitges 2011 ya es historia viva a través de nuevas gentes, recuerdos y textos, un oasis cinéfilo que mientras te agota, te impele a repetirlo cuanto antes. Tanto que la siguiente parada llega con Gijón en un mes, para retomar las charlas dejadas a medias y disfrutar de nuevos horizontes cinéfilos, tanto por títulos como por gentes. Todo amante del cine debería poder vivir, aunque sea una vez, este tipo de experiencia.

jueves, 13 de octubre de 2011

Sitges 2011: Días 5 y 6


Y al quinto día llegó Von Trier, y el mundo siguió igual. Era uno de los platos fuertes de este Sitges 2011 y casi nadie faltó a la cita, expectantes por poder hincar el diente a lo nuevo del director danés, con saña o con gusto. Y la verdad, no es Von Trier un tipo que me caiga mal, por lo que su Melcancholia me ha parecido un film notable, sin enconarme en fobias o filias para inventar o desmerecer méritos inherentes a un film muy coherente con la carrera de su director, y con un plano final inenarrable si no se ha visto en pantalla grande. Por si fuera poco, aparece Kiefer Sutherland... Vicente Rodrigo nos habla extensamente de ella en Cineuá.



Acto seguido llegaba el nuevo film de Francis Ford Coppola, Twixt, donde un rollizo Val Kilmer busca la inspiración como escritor en un perdido pueblo americano. Luego aparece Poe, le explica la película, escribe el libro, y se acabó. Y entre todo eso una lección de cine y estilo con pocos medios que a la gran mayoría les ha parecido una gran broma, como si los orígenes de Coppola fueran otros y sus derechos se agotaran fuera de mafias y guerras. Twixt es hipnótica, alucinada y en 3D, tan irregular como sugerente y tan ajena al Coppola mediático como íntima. Mónica Jordan nos habló de ella en Cineuá.

Y tras dos directores de relumbrón llegaba la hora de Lucky McKee, al que le tengo especial cariño al presentar su más que estimable May en la primera edición de Sitges a la que asistí. Nueve años después presenta The Woman, revisión femenina y en clave de género de El pequeño salvaje, donde el aparente sueño americano intenta perpetuarse en las sinuosas curvas de una mujer salvaje. Sangre, discurso y humor en una de las propuestas más llamativas de esta edición, demostrando con contundencia (por si alguien aún dudaba) que el gran cine no pertenece exclusivamente a unos pocos géneros. También Mónica Jordan (no podía ser otra) nos habla de ella en Cineuá.


Pero el martes aún guardaba un as bajo la manga, en forma de lisérgico viaje de la mano de Panos Cosmatos y su Beyond the black rainbow, una distopía en clave de homenaje al cine experimental canadiense surgido en los 70. Un instituto científico llamado Arboria, un tratamiento visual old school, un científico ambicioso, una joven como cobaya humana y poderes mentales de por medio conformando un film marcadamente sensitivo cuya forma expande su escasa trama. Beyond the black rainbow es uno de esos films de los que nos referimos a su visionado como una experiencia, un viaje vivido y disfrutado desde la tercera fila de la sala.

Y tras la sesión nocturna con Cosmatos, tocaba madrugar para ver Livide, el segundo film de la dupla Alexandre Bustillo-Julien Maury, responsables de la contundente À l'intérieur. El pase de prensa bien concurrido para ser las 8:30 de la mañana y con la marca de la almohada aún en la cara afrontamos uno de los films en el que más expectativas se habían depositado. Claro está, decepción generalizada ante un film bien majo que se aleja de repetir la fórmula de su debut, y con ello ni sorprende ni arrebata, sino que condiciona modulaciones en su desarrollo consciente de las expectativas del espectador, resultando algo irregular pero nada desdeñable.



El siguiente plato del miércoles lo servía Vigalondo con su Extraterrestre, una comedia romántica con una invasión extraterrestre como excusa, con Carlos Areces y Raúl Cimas como referente directo y Michelle Jenner como inevitable gancho. Y superada la pompa de su Los Cronocrímenes, Extraterrestre se muestra más ligera y honesta, con ciertos giros de guión como base para el desarrollo y mucho enredo en busca de la risa. Vigalondo quiere entretenernos y lo consigue, hablando de amor con tan pintorescos personajes, dejando ínfulas para otro momento y recordándonos lo marcianos que a veces nos hemos llegado a sentir.

Carré Blanc, del francés Jean-Baptiste Léonetti tampoco está exenta de marcianadas, presentando un futuro cercano de seres mecánicos (emocionalmente) sometidos a extrañas pruebas dentro de su empresa. El film juega con la dualidad entre lo profesional y lo emocional, con un protagonista que arrastra un trauma que, junto a su trabajo, afectará directamente a su matrimonio. Aislamiento y comportamientos animales tanto en las calles como en busca de un mejor puesto de trabajo hacen de Carré blanc un film duro y alegórico, aunque a ratos irregular y repetitivo sin por ello abandonar la marcada sensación de incomodidad que pretende Léonetti. Una de las sorpresas del festival.




Y el miércoles acaba con el nuevo film de Gonzálo López-Gallego, Apollo 18, y que supone su desembarco en la industria norteamericana. El film simula las grabaciones de la última misión secreta de la NASA a la Luna para conformar un film de terror claustrofóbico y minimalista que se conforma con no aburrir. La propuesta no se diferencia de la avalancha de films del mismo estilo (POV subjetivo + encierro), aunque su encanto reside en el collage de imágenes de archivo y la simulación de imagen vintage para situar al espectador cuarenta años atrás en el tiempo, y con ello no deja una sensación de tomadura de pelo, pero sí se convierte en uno de los films prescindible de esta edición del festival.

 

martes, 11 de octubre de 2011

Sitges 2011: Días 3 y 4

 


Si así arranca el film de Tarr, así debía arrancar la segunda crónica, donde The Turin Horse ha sido uno de los films más destacados. La supuesta última película de Béla Tarr encierra a sus protagonistas para llevarlos al colapso a través de la repetición y la limitación. No hace falta que os diga mucho más, ya que si os ha maravillado esta escena, debéis ver el film de Tarr.

Más tarde llegó Les contes de la nuit, un film de animación en 3D algo anodino que se fragmenta en seis cuentos con moraleja. Aunque dichas sensaciones palidecen antes la desmedida Verbo, que pese a tener potencia visual en ciertos momentos no deja de ser una chorrada de órdago, corroborada por Chapero-Jackson y sus actores al afimar que es el film que hubieran querido ver cuando eran adolescentes. A saber, cuando el film se articula a través del rap, no puede salir nada bueno.

Por comparación, Another Earth es un peliculón, aunque realmente el debut de Mike Cahill resulta un film tan previsible como impersonal, donde el toque sci-fi solo decora un desarrollo demasiado encorsetado. Algo similar a lo que ocurre con The other side of sleep, aunque el film de Rebecca Daly se muestra más abierto y sugerente en el tratamiento de la pérdida y la culpa.


El domingo se cerraba con la hermosa nueva propuesta de Naomi Kawase, superponiendo mitología a relaciones de pareja para hablar de aquellos que esperan. En Hanezu no hay juicios sino miradas, no hay escenificación sino acercamiento. Eso sí, son de esas propuestas que a ciertas horas de la noche cuestan asimilar con el cuello recto.

El lunes llegaban Tarr y Na Hong-jin (director de The Chaser), junto a una de las sorpresa del festival: la explosiva Bellflower. Para muchos The Yellow sea les ha parecido superior a The chaser, y pese a no compartir su opinión es innegable que el segundo film del director surcoreano es un potente thriller bien llevado y bien dirigido, pero alejado de mi top del festival. En cambio el debut de Evan Glodell es la versión visceral del chico-conoce-chica desde una óptica tan arriesgada como freak.


Para acabar el día tocaba una de las apuestas más ridículas y divertidas que he tenido el placer de ver. Underwater love no paró de levantar aplausos durante su proyección, y es que este musical pink tiene infinidad de tachones que, en conjunto, levantan una propuesta que al pasarse de absurda roza la genialidad. Así que no dudéis en darle al play y cantar como si no hubiera mañana. Por cierto, el hippie que veis en el trailer representa a la Muerte... y lo de la perla anal lo dejamos para otro día.



Amanece el lunes con Revenge: a love story, de Wong Ching-Po, film que narra el arranque de un romance entre dos tarados, condicionado por una violación múltiple y su correspondiente venganza. No hay mucho que rascar en un film áspero y directo que muestra la perversión de la pureza frente al abuso policial ante los débiles, pese a no ser, para nada, un mal film. Y con ese ánimo y con ganas de sorprendernos entramos a Bellflower, de Evan Glodell, una maravillosa mezcla de géneros para una historia de amor y amistad. Si bien, a priori, suena a algo mil veces visto, su desarrollo y apuesta visual la convierten en una rareza imprescindible que finalmente se ha alzado con el premio del jurado joven.

domingo, 9 de octubre de 2011

Sitges 2011: Días 1 y 2


Tercer día en Sitges y ya rondo la decena de films. La capital mundial del cine de género prometía ser más relajada y, pese a la maravillosa compañía de muchos amigos de la crítica, la mayor atención la estan acaparando las películas. De momento ya han caído algunas de las más esperadas de esta edición, como Mientras duermes o Another Earth, conjugadas con otras pequeñas sorpresas y bizarradas varias que le dan tanto encanto al festival.

Empezamos con el film de Balagueró, Mientras duermes, un thriller de excelente factura y un calado no demasiado habitual en la filmografía del director. Tosar borda un personaje vampírico que conecta Mientras duermes con la actualidad y lo patrio, con envidias y dependencias, logrando un film potente que solo pierde fuelle en su alocada recta final. Por otro lado, Another Earth (Mike Cahill) supone una decepción para un film que se vendía de maravilla con su trailer. No en vano Fox le ha echado el guante para distribuirla, y puede ser un film que funcione bien en cartelera, pero no deja de ser un mero aprobado con una historia que prometía oro. Personajes rotos, reiteración y ensimismamiento pueblan este film independiente que encuentra en el género su salvación, ya que sin dicha sinopsis hubiera tenido muy complicado hacerse hueco en el festival.


Kill me please, de Olias Barco, era mi toma de contacto con el festival, y no salí decepcionado. El film nos lleva a una clínica de muerte asistida para todos aquellos que, motivos aparte, decidan acabar con su vida. Allí les intentan persuadir y si no resulta posible, les facilitan la muerte que ellos deseen, creando el instante para dichos clientes. Hay sangre, humor negro y tarados, así que la diversión está garantizada. Algo parecido pasaba con la nueva apuesta de Xavier Gens, The Divide, con un recuperado Michael Biehn, pero la cosa no fue para tanto, por desgracia. El film nos sitúa en un sótando donde unos pocos han conseguido refugiarse de un ataque nuclear, condenado a convivir durante largo tiempo a la espera de que el polvo radioactivo les permita salir de nuevo a la calle. Obviamente surgen conflictos entre personajes demasiado estereotipados y la cosa acaba en dramón, dejando por medio un desarrollo algo forzado, previsible debido a lo limitado de su premisa aunque excesivo por momentos.


Más floja es aún Hell, del debutante Tim Fehlbaum que se esfuerza por crear algo digno pero que acaba siendo un pastiche más con buena presentación pero sin chicha. A saber, caos, hambruna y una subida exagerada de las temperaturas en la Tierra, cosa que viste al panorama con galas post-apocalípticas, gente mala en las cunetas y menús humanos. Aunque si Hell os puede dar pereza, no quiero imaginar qué os puede dar Trash Humpers, de la que no voy a comentar nada porque con el trailer tenéis de sobras para haceros la idea de la propuesta.



Y ante tanto gris, se planta Sion Sono con su desparpajo y pone tetas, a Kafka, a Mahler y borbotones de sangre para su Guilty of romance, un film a caballo entre el drama y el thriller. Algo menos excesivo que en Himizu o Love Exposure, nos cuenta el descenso a los infiernos de la prostitución por parte de la perfecta esposa, casada con un conocido escritor y volcada en satisfacerle en sus manías. Pero cuando una brecha deja filtrar mínimamente el contenido, es cuestión de tiempo que las apariencias estallen en mil pedazos, dando pie a esas rectas finales demoledoras a las que nos tiene acostumbrados el director japonés. Y mientras Sono levanta aplausos, Kim Ki-duk nos deja con cara de póker ante su extraña apuesta, Arirang, un film docu-drama-ficción donde el director retrata su día a día recluido en soledad tras alejarse del mundo del cine. Con intención de hacer un film sobre sí mismo y una planificación muy trabajada, Ki-duk se "desnuda" en cámara soltar espuma por la boca reconociendo sus ganas de rodar y su miedo a ello, atizando a muchos que él considera traidores. Y es que supuestamente su reclusión se remonta a 2008, y a ello se aferra para lamentarse, sin hablar tanto de crisis creativa sino más bien de una crisis existencial en un director acostumbrado a la popularidad. Así a ratos conmueve, a ratos emociona y a ratos es ridícula, alternando esa brillantez con un egoncentrismo y repetitividad exagerado.


Aún le queda mucha cuerda al festival, así que en pocos días vuelvo por estos fueros para contaros las novedades. ¡Sed malos!

 

lunes, 3 de octubre de 2011

La imagen de la semana


Estamos en Octubre, y eso significa que es tiempo de Sitges, o del Festival Internacional de Cinema Fantástic de Catalunya, como os guste más. Este año pinta potente, teniendo en cuenta que podremos ver los nuevos trabajos de Lars Von Trier, Coppola, Kevin Smith, Vigalondo, Balagueró y otros tantos. Repetimos acreditación, por lo que, a partir del jueves, intentaré teneros informados sobre los films que más notorios y/o esperados de esta edición.


Por si fuera poco, Nicolas Winding Refn, el ganador de la palma de oro al mejor director en Cannes también traerá su Drive al festival.


Otro de los films más esperados es la inusual Another Earth, de Mike Cahill.


Koen Mortier, por su parte, presentará 22 Mei, su segundo largo tras Ex Drummer.


Y Lucky McKee, director de la afamada May, renueva en clave genérica la historia del infante salvaje con The woman.


Sumad a Bustillo y Maury, a Sang-soo, a Tarr, a Ki-duk, a Gens, a Miike y a Sono y esto promete una semanita de lo más entretenida. ¿Cuántos os apuntaríais?

 

sábado, 1 de octubre de 2011

Resultados de la encuesta sobre Super 8


Bueno, pues uno de los bombazos de la temporada acaba pasando sin pena ni gloria por LCM y sus exigente lectores. Me alegro, sin duda, como podéis leer brevemente en Cineuá, pero desde luego no esperaba unas notas tan estrictas por estos lares. Estos son los resultados:




Obra maestra: 0 votos
Excelente: 0 votos
Notable: 3 votos
Buena: 2 votos
Regular: 7 votos
Mala: 3 votos
Infame: 6 votos




Las votaciones la sitúan entre mala y regular, la peor que recuerdo en la breve historia de este blog. Sois soberanos, pero un poco bestias también. Amen.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Grandes bandas sonoras: Algo en común


New slang, a cargo de The Shins para esa pequeña joya llamada Algo en común.

 

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Si no queda satisfecho...


Leo horrorizado que unos cines de mi provincia están canjeando la entrada de cine a todo aquel que se sienta estafado durante los 30 primeros minutos de El árbol de la vida, seguido de vitores y aplausos entre comentarios aquí y allá. Llamádme impopular (o gilipollas, si os place), pero me parece una de las medidas más absurdas que he escuchado en mucho tiempo, casualmente apoyada en el hecho de que el film de Malick se ha alzado con el primer puesto en la taquilla patria. Siendo un film tan esperado/promocionado, ¿de verdad nadie tenía ni idea de cómo iba a ser? Joder, a descargar o ver pelis online aprendemos rápido, pero a informarnos hay rumores que no...

El caso es que si bien el hecho que sea número uno en taquilla ayuda a que la cartelera se pueble de films de otro talante (ante tanta amarga queja del mal estado esta), optar por someter al juicio del espectador la valía subjetiva de un film no ayudaría precisamente al cine. Claro, la medida es muy popular, desde luego, con el consiguiente eco mediático que conlleva, pero realmente actuar así perjudicaría básicamente a todo ese cine alejado de la acomodada industria. Ya no hablo de que el próximo film de Malick no asomaría la cabeza por la cartelera, sino que otro tipo de films ni de lejos encontrarían distribuidora, apoyos económicos y difusión en un mundillo que funciona por (siempre) y para (casi siempre) el dinero.Cierto es que a muchos el cine "de chinos" y "gafapastas" os la trae al pairo, pero el amigo de un amigo al parecer le ha comentado que pese a comer mierda cada día, sigue sabiendo a mierda.

Por si fuera poco, ese maravilloso invento de estos cines ya estaba inventado: se llamaba trailer. Vale, hay pelas de por medio y el trillado "es que hay trailers muy engañosos", pero sinceramente ¿podemos juzgar una peli por sus 30 primeros minutos? Todos los que estáis pensando que sí no me cabe la menor duda que ejemplificáis con un film que sí acabásteis de ver, y este asunto no va de eso. Porque puestos a poner el límite en 30 minutos, emulemos a El corte inglés y devolvamos el dinero si el film no nos ha gustado, y las salas cerrarán en 2 semanas. Pediremos que se haga lo mismo con los DVDs, y al mes tendremos medidas antipirateria como para no tirarnos un peo sin miedo alguno, y a los tres meses el DVD será cosa del pasado.


Claro, luego llegarán los ventajistas a quejarse de la SGAE, los impuestos y las plataformas de cine online (cobijo para ese cine "barato" repudiado en cartelera) firmemente convencidos de su derecho a erigirse como jueces artísticos, como si Mercadona te devolviera el dinero si no te gustan sus canelones. Sí, quizás me excedo vaticinando hechos, pero no cabe duda que ceder el derecho a elegir la valía económica de un film al espectador supone el método más eficaz para degradar, poco a poco, el mainstream. Si lo que cuentan son los primeros 30 minutos, no duden en que pasados esos 30 minutos la gran mayoría de films serían una castaña de cuidado.

Porque puestos a ser molones, mejor proponer un regateo a la entrada de la película (a la salida nadie daría un duro) en función del tráiler, actores, lo empapados que lleguemos tras no encontrar aparcamiento cerca un día de lluvia o el calentón que tenga el incauto con la cani de turno. O mejor aún, un sistema de cotizaciones, donde los fans de Nolan nos sufraguen parte de la entrada para ver esas pelis "que no cuentan ná", así pagamos por ver la nueva de Pixar lo que dejamos de pagar con la nueva de Haneke. O incluso mejor, que el número de espectadores que huyan de un film sirvan como métrica para saber la longitud del palo que habrá que meterle por el culo al director en un evento retransmitido online, siendo este un método mucho más efectivo que la crítica tradicional.

En fin, que el gusto es personal pero cobrar por tu trabajo es un derecho (eludible como todos sabemos), por lo que no es necesario ser hipócritas llenándonos la boca con eso de que el pueblo se soberano (y sabe un huevo de todas las disciplinas artísticas) por tal de esquivar el coste de una entrada de cine para después pagar la zona azul o el vino de la casa como si se hicieran con sangre de unicornio. Sintiéndolo mucho, yo no puedo devolver el tiempo que habéis perdido leyendo esta chorrada.

 

domingo, 18 de septiembre de 2011

El árbol de la vida: Aburrirse


Era de esperar que el film de Malick despertara pasiones e iras a su paso por la cartelera patria, y más cuando la tendencia del director norteamericano ha ido acercando su cine a la abstracción y la reflexión, términos poco amigos de los multisalas. Y de entre los argumentos más socorridos para suspender El árbol de la vida se encuentra el aburrimiento, escudado en lo críptico de la propuesta o lo anodino (para algunos) de algunos de sus pasajes. No puedo estar más en desacuerdo: aburrirse con el film de Malick es de haber perdido por completo la inocencia.

El film de Malick representa la mirada del niño vista desde el recuerdo del hombre, imbricando preguntas que no buscan respuesta y una visión de la vida mucho más honesta que la habitual y rancia que puebla el cine comercial (y gran parte del invisible). Y sin embargo una historia mucho más tangible y cercana a nosotros acaba por resultar anodina, a apelar al "no conecté con el film" como criterio artístico (perpetuando males endémicos de la crítica) y a desgastar la comparativa con 2001: una odisea del espacio cuando ambos films se parecen lo que un huevo a una castaña, víctimas del subjetivismo propio al que han llevado las plataformas digitales.

El film de Malick es el mejor del año, de manera incontestable, y puede que el mejor de lo que llevamos de siglo, no sólo por lo que es sino también por lo que supone, ya no solo en ciertas redefiniciones de un lenguaje cinematográfico poco habituales en el mainstream sino por su ambiciosa manera de plantear el cine como un arte total. Y con ello, más allá de gustos y religiones, El árbol de la vida supone un film técnicamente irreprochable en el que su filosófica narrativa no nace de la forma ni la apoya sino que conforma una unidad que no entiende de porcentajes en una simbiosis que para otros censuramos ya sea por pedante o por lucimiento técnico.


Manu Yáñez decía desde las páginas de Fotogramas que "sólo queda esperar a tener la oportunidad de revisar esta obra monumental, que merece ser estudiada al margen de la agitación, urgencia y espesura de la vida festivalera. [...] Démosle un tiempo a esta obra desconcertante y extraña, cuya traumática primera proyección dejó en paños menores a los críticos del Cannes 2011", y esas urgencias festivaleras son equivalentes a las de los sites digitales que no dejan pasar ni 24 horas para pronunciarse sobre un film que no acaba tras la proyección sino que crece y crece al volver a él. En mi caso fue un largo rato el que pasé sentado en un parque al acabar el film, observando a la gente mientras volvía sobre ciertas escenas del film, pero entiendo que resulta más fácil volver a casa raudo construyendo un discurso vacuo fundamentado en el aburrimiento de un film al que no hemos dejado entrar.

El árbol de la vida es uno de esos contados films que marcan época en la industria y el arte, que mientras genera división entre los espectadores se va creando un hueco en la historia que llevará a preguntarnos dónde estábamos nosotros el día que se estrenó. Tan cercano como ambicioso, universal y local, poético y terrenal, pero sobretodo tremendamente humano. No hablamos de ser pionero sino de elevar y fusionar elementos ya tratados en otros films para dotarlos de una majestuosa fuerza y belleza que insta al espectador a, como dice Blutarsky en La casa de los horrores, "convertiros en un lienzo puro e inmaculado" para aprehender lo que Malick quiere decirnos. En un mundo donde el "todo está inventado" se cree su propia mentira, Sergi Fabregat afirma "todavía se puede soñar en un cine, en un mundo más allá de las estrellas". Hay films cuyo visionado provoca un exclusivo "gracias", balbuceado antes de volver a caer en un mutismo necesario, porque cualquier comentario se vuelve absurdo ante semejante espectáculo.