El ser humano siempre tiende a buscar respuestas. Cada gran acto debe ir acompañado de una explicación, una justificación o una disculpa, sino la genialidad se convierte en un acto excéntrico fruto de la locura. Esos actos ganan dimensión cuando la vida se pone en riesgo y el fruto de nuestra hazaña resulta intangible para la mayoría.
James Marsh se encarga de documentar la hazaña que en 1974 llevó a cabo Philippe Petit, funambulista que atravesó en su cable las Torres Gemelas de Nueva York una mañana de Agosto. La vida de este personaje, su motivación y logros son el motor de Man on Wire, nominado al Oscar en la presente edición.
El documental intercala la preparación de su mayor hazaña con sus inicios y varios de los edificios que conquistó durante su trayectoria. Para ellos utiliza casi íntegramente metraje original de Petit, junto a varios de los compañeros que lo acompañaron durante esa etapa y que vemos en entrevistas hablando de sus recuerdos.
Se contraponen la visión de los amigos de Petit con la del propio Petit, tremendamente entusiasta en sus explicaciones. Queda patente cómo Petit vive alejado del mundo que existe al bajar del cable, mientras que su círculo cercano muestra devoción por su causa pero con dosis de sentido común. Eso lleva a ver cómo repercute en el grupo los esfuerzos llevados a cabo para la gloria de uno solo.
Tal y como anuncia la publicidad del documental, se puede considerar el crimen artístico del siglo XX, fruto de un hombre que afirma entender la vida desde el mismo abismo que la separa de la muerte, al límite donde cada día debe ser único. Más allá de eso, Petit no da auténticos motivos del porqué de sus actos ni habla de lo que siente sobre el cable, simplemente vemos a un hombre sumido en una absoluta concentración mientras desafía a la gravedad.
Sorprende la aparente facilidad para llevar a cabo este tipo de actos, así como el ciego apoyo de sus compañeros con el consiguiente gasto económico del que no tenemos noticia en el documental. Todo ello parece enfocar más el film hacia su entorno y cómo les afecto la proeza, que no a entender la grandeza del acto de Petit, aunque sí a disfrutarla gracias a la gran cantidad de material grabado por amigos.
En definitiva, un documental interesante pero menos emotivo y épico de lo que cabe esperar. Gran hazaña es la del protagonista, y espectacular de cara a mostrarlo en pantalla, pero cuesta empatizar con actos tan alejados del sentido común y James Marsh no ayuda a ello.
Lo mejor: Imágenes de archivo veremos de sobras, y desde luego Satie.
Lo peor: Le falta fuerza a la narración, tanto que si Petit hubiera dirigido el documental, habría sido el mismo que ha firmado Marsh.
El dato: El título del documental viene por la descripción del incidente que redactó el policía que detuvo a Petit tras su asalto a las torres gemelas.
James Marsh se encarga de documentar la hazaña que en 1974 llevó a cabo Philippe Petit, funambulista que atravesó en su cable las Torres Gemelas de Nueva York una mañana de Agosto. La vida de este personaje, su motivación y logros son el motor de Man on Wire, nominado al Oscar en la presente edición.
El documental intercala la preparación de su mayor hazaña con sus inicios y varios de los edificios que conquistó durante su trayectoria. Para ellos utiliza casi íntegramente metraje original de Petit, junto a varios de los compañeros que lo acompañaron durante esa etapa y que vemos en entrevistas hablando de sus recuerdos.
Se contraponen la visión de los amigos de Petit con la del propio Petit, tremendamente entusiasta en sus explicaciones. Queda patente cómo Petit vive alejado del mundo que existe al bajar del cable, mientras que su círculo cercano muestra devoción por su causa pero con dosis de sentido común. Eso lleva a ver cómo repercute en el grupo los esfuerzos llevados a cabo para la gloria de uno solo.
Tal y como anuncia la publicidad del documental, se puede considerar el crimen artístico del siglo XX, fruto de un hombre que afirma entender la vida desde el mismo abismo que la separa de la muerte, al límite donde cada día debe ser único. Más allá de eso, Petit no da auténticos motivos del porqué de sus actos ni habla de lo que siente sobre el cable, simplemente vemos a un hombre sumido en una absoluta concentración mientras desafía a la gravedad.
Sorprende la aparente facilidad para llevar a cabo este tipo de actos, así como el ciego apoyo de sus compañeros con el consiguiente gasto económico del que no tenemos noticia en el documental. Todo ello parece enfocar más el film hacia su entorno y cómo les afecto la proeza, que no a entender la grandeza del acto de Petit, aunque sí a disfrutarla gracias a la gran cantidad de material grabado por amigos.
En definitiva, un documental interesante pero menos emotivo y épico de lo que cabe esperar. Gran hazaña es la del protagonista, y espectacular de cara a mostrarlo en pantalla, pero cuesta empatizar con actos tan alejados del sentido común y James Marsh no ayuda a ello.
Lo mejor: Imágenes de archivo veremos de sobras, y desde luego Satie.
Lo peor: Le falta fuerza a la narración, tanto que si Petit hubiera dirigido el documental, habría sido el mismo que ha firmado Marsh.
El dato: El título del documental viene por la descripción del incidente que redactó el policía que detuvo a Petit tras su asalto a las torres gemelas.
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