miércoles, 31 de diciembre de 2008

Grandes bandas sonoras: ¡Qué bello es vivir!


Lo sé, no es exactamente una banda sonora, sinó una canción popular americana, pero es la mejor manera de despedir el año. LCM echa el telón del 2008 y les desea una feliz entrada de 2009.

¡Hasta el año que viene!



Gomorra: Tostón-denuncia con sobredosis de obviedad


Gran premio en el Festival de Cannes. Hugo de plata al mejor guión en el Festival Internacional de Cine de Chicago. Mejor film, actor, director, guión y fotografía en los Premios de Cine Europeos. 8 premios y 4 nominaciones, incluyendo el Globo de Oro al mejor film extranjero, acumula Gomorra, el film de Matteo Garrone basado en el libro de Roberto Saviano.

Gran recorrido lleva este film, así como gran presentación tiene con semejante trayectoria. Y el caso es que no entiendo el por qué de tanto revuelo con Gomorra, film sin pegada y que no narra nada reseñable. Cierto es que el autor del libro vive amenazado por la mafia, como muchos otros, pero poco vemos en Gomorra que pueda herir a la camorra. En todo caso hiere al espectador, que paga su entrada para aburrirse soberanamente.

Gomorra narra coralmente la vida de diferentes estratos de la camorra italiana, desde el encargado de pagar a las familias de los encarcelados, a los jóvenes que creen poder dominar la zona. Dicho retrato de la organización nos muestra a un empresario que trabaja deshaciéndose de residuos industriales, a un joven encargado de hacer recados que comienza a trabajar para la camorra, y a un diseñador explotado por su patrón.

Todos ellos conforman una radiografía de un mundo donde sus vidas valen menos que su carga. Todo sueños, rotos o por llegar, la esperanza de una vida mejor o simplemente de sobrevivir, la violencia y la muerte impregnando el alma, y finalmente un camino que quisiéramos no haber tomado.

Y la sinopsis pinta de maravilla, si no fuera porque el cómo lo vemos narrado en pantalla carece de garra y dirección. Matteo Garrone parece apostar por un aspecto documental, cámara en mano y total ausencia de banda sonora. Y cuando nos acostumbramos a esa apuesta, a esa cruda textura, se casca un plano secuencia sin sentido alguno, o planes generales totalmente prescindibles.

Y es que ese parece el mayor error de Garrone, creyendo que el material del libro se sobra para ser interesante, sin entender la enorme diferencia entre literatura y cine. El film carece de propósito desde el principio, con un arranque fallido emulando a Scorsese, y con una serie de historias que ni implican al espectador ni parece que pretendan explicar nada. Todo ello a lo largo de sus casi 140 minutos de metraje.

Me parece valiente la apuesta de Garrone, pero se ha equivocado de fórmula. Incluso un documental tiene un rumbo, una estructura, un tempo, y Gomorra, a ratos más cerca de "Callejeros", carece de muchos de los valores que apreciamos en el cine. Y es que, perdónenme morgueros, no me aporta nada ver a unos aspirantes a Tony Montana disparando al mar en calzoncillos, ni el elenco de tarados que nos presenta donde sólo en un par de personajes vemos un mínimo de inteligencia.

A todo ellos sumamos actores que sacan adelante su papel como pueden, logrando transmitir en ocasiones la tensión que viven, y en otras resultando exageradas sus reacciones. Poco se puede pedir a un guión que te ciñe a sacar adelante una escena donde hablas desde un maletero sacando la cabeza por una abertura. La adaptación de la obra de Saviano corre a cargo de un grupo de seis guionistas, incluyendo a Garrone, hecho que no parece haber ayudado mucho a dar consistencia a la obra. Y la faena la remata la banda sonora, que se reduce a la música de ambiente, estridente en todas las ocasiones en que se presenta.

En definitiva, un film prescindible, un intento de denuncia que no despierta conciencias, interés ni emoción. Un producto que se antoja desgarrador y acaba desgarrado por grandes deficiencias estructurales. Un interesante fondo carente de forma que acaba por aburrir.

Lo mejor: La escena de la muerte de María.

Lo peor: La mayoría de personajes resultan tontos hasta la médula.

El dato: El film se cierra con una serie de datos, que más allá de su veracidad, ni sorprenden ni abruman.

martes, 30 de diciembre de 2008

La frase de la semana: Gran Torino


Walt: You see that tree right there? You just go over there and count the birds.
Thao: You want me to count the birds?
Walt: Yeah, you can count? All you slopes are supposed to be good at math, right?
Thao: Yeah, I can count.
Walt: Good.

Walt: ¿Ves ese arbol de ahí? Ve para allá y cuenta los pájaros.
Thao: ¿Quieres que cuente los pájaros?
Walt: Sabes contar,¿no? Se supone que vosotros, los amarillos, sois buenos con las matemáticas.
Thao: Sí, puedo contarlos.
Walt: Bien.

lunes, 29 de diciembre de 2008

La imagen de la semana


Pues aquí tenemos a Sayid en pleno concierto navideño. Se ve que al chico no lo han ido mal las cosas desde que abandonó la isla, así como luce cierto luto y melenas por su esposa muerta. Su grupo se llama Camp Freddy, aunque claro está, su estatus de estrella como Oceanic Six no le permite habitualmente formar parte de la banda. No sé a vosotros, pero ni dura 3 minutos la canción y se me ha hecho pesada...


Fuente: TodoSeries

Gran Torino: Eastwood se marcha dejando lección y testamento


¡Qué grande es Clint Eastwood! Eso he pensado en cuánto he concluido el visionado de Gran Torino, habiendo visto recientemente su otro film, El Intercambio. Hace poco anunció que Gran Torino sería su última interpretación, y no ha dudado en dirigir él mismo el film para dejarnos un personaje inolvidable con el que cerrar su etapa como actor. Y desde luego, como no podía ser de otra manera, Clint Eastwood se despide a lo grande, con un film soberbio y un papel inolvidable.

Si bien El Intercambio trataba una historia más ambiciosa, Gran Torino nos habla de cosas más sencillas, para dar un giro hacia el drama en su segunda mitad. Eso es algo que algunos han criticado argumentando que, a excepción de inicio y final, en el resto de metraje no pasa nada. Y esos momentos de "no pasa nada" son los que un grande como Eastwood sabe aprovechar, donde sucede lo que en el 99% de la vida del 99% de personas, o comúnmente conocido como "vivir". Eastwood es enorme, y difícil reprimirse las ganas de levantarse y aplaudir o hacer una reverencia al acabar Gran Torino, sabiendo que es la última vez que le veremos en pantalla.

Walt Kowalski (Clint Eastwood) es un veterano de la guerra de Corea que acaba de perder a su mujer. En un barrio multiétnico y con unos hijos con los que sólo comparte distancia y discusiones, se quedará con su soledad, su odio y su perra Daisy. Con el joven párroco local (Christopher Carley) insistiendo en que se confiese como último deseo de su mujer, y el hijo de los vecinos, de origen oriental, intentado robarle su gran torino del 72 como rito iniciatorio de una banda, Walt se verá inmerso en un proceso de cambio que alivie sus demonios.

La banda que quiere reclutar a su vecino Thao (Bee Bang) irrumpirá en la casa contigua y Walt intervendrá para salvaguardar la integridad de su césped, cosa que sus vecinos entenderán como ayuda y estrecharán lazos con él. La deuda de Thao con él obligará al chico a trabajar para Walt mientras Sue (Ahney Her), la hermana de Thao, saltará la barrera hostil de Walt para estrechar lazos y suavizar a un hombre que tiene la oportunidad de acabar sus días en paz con el mundo.

Si ya vimos que Eastwood era capaz de hacer un western tremendamente humano y un film de boxeo tremendamente humano, ahora nos trae una versión humanizada de Harry el sucio. Un héroe de guerra devorado por los demonios, que no entiende cómo ha cambiado su país, no soporta a sus hijos y se queda solo en la vida. La vieja escuela pierde el tren del tiempo e Eastwood, sabio, planta un convoy especial para Walter Kowalski.

Cada personaje tiene su propio infierno, y ninguno querrá ayuda, pero en cadena irán sucediéndose los hechos que acerquen mundos tan distintos a una salvación común. Y es que lo de menos es lo que pasa, primando el cómo pasa, con un Eastwood que carga con todo el peso del film y saca adelante las escenas a base de talento y autenticidad. Impagables los diálogos entre su personaje y el de Thao, llenos de tacos e ironía.

El reparto cumple con su papel, aunque en ciertos momentos les falta algo de credibilidad que contrasta mucho con la interpretación de Eastwood. Interpretación y film que han sido ignorados en los Globos de Oro, en los que Gran Torino sólo participa con la canción de mismo título a cargo de Jamie Cullum. Una pena que un film que rebosa autenticidad sea ignorado por tan prestigiosos premios.

La labor de director la resuelva a la perfección Eastwood, con sobriedad y calma, dejándonos saborear cada escena, cada gesto, cada brochazo de personalidad de Walt. Vemos sus privadas reacciones de viejo huraño, sus comentarios para consigo mismo e incluso las dificultades que su cuerpo tiene para obedecerle, mostrando que ese cuerpo ya no puede albergar ese carácter. A su manera, Eastwood ha querido rendir homenaje a un cine y un tiempo pasado, con un personaje más cerca del final que de la gloria y con una despedida crepuscular a modo de western.

Mucho es el mérito Nick Schenk y Dave Johannson, guionistas de la cinta, que nos presentan un personaje difícil, desagradable y racista, revestido de una humanidad desbordante con el que se hace imposible no empatizar. Ellos crean un personaje a medida para Eastwood, sabiéndolo icono y aprovechando sus recursos para dotar de profundidad y sentido la gran cantidad de escenas basadas en diálogos y no acción. Un trabajo excelente que se refleja en escenas tan sencillas como la llamada de Walt a su hijo tan sólo para conversar.

En definitiva, Clint Eastwood nos regala una obra maestra, dos horas de no sólo auténtico cine, sinó de auténtica sabiduría. Un film que huye de la épica de las grandes producciones para adentrarse en el pequeño mundo de un jubilado, un canto a la vida, a las historias sencillas narradas con el aroma de la experiencia. Un film inolvidable.

Lo mejor: La última escena con Clint Eastwood en pantalla.

Lo peor: El drástico final tarda poco en perfilarse y mucho en cocerse.

El dato: Sea casual o no, el personaje de Sue insiste en llamar a Walter como uno de los personajes cinematográficos del año, Wally.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Grandes momentos del cine: Están vivos


La mejor escena de lucha de la historia. Roddy Piper y Keith David mano a mano a las órdenes de Carpenter en una pelea por unas gafas. Memorable.


sábado, 27 de diciembre de 2008

La recomendación del lector


Parece que la elección, siendo las fechas que son, es clara. Me dispongo a enmendar mi error y cerrar 2008 viendo mi primer Capra. Sí morgueros, el film elegido para cerrar y abrir año es ¡Qué bello es vivir!, film de Frank Capra con 62 años a sus espaldas.

Así Mr.Lombreeze se lleva la recomendación ésta semana, pero ya sabéis que guardo todas las recomendaciones para ver fuera de esta sección si el momento (o el ánimo) lo requiere.

¡Gracias a todos por vuestras recomendaciones!

Dead Set: España merece un "Cuéntame" con zombies


De tierras anglosajonas, más concretamente del canal E4, nos llega una miniserie de 5 episodios llamada Dead Set. Desde luego nuestra producción televisiva está a años luz de otras, y Dead Set es algo impensable que pueda ver la luz en nuestro país.

Zombies ya es una temática de poco calado entre los seguidores de Cuéntame o Escenas de matrimonio, pero por si fuera poco, Dead Set se adentra en el gore en no pocas ocasiones, aprovechando la ocasión para dar unas cuantas collejas al entorno de ciertos programas televisivos.

Año 2009. El Big Brother británico se prepara para noche de expulsiones y el equipo de producción trabaja a marchas forzadas. A las puertas de la casa se reúnen miles de fans esperando ver a la estrella expulsada, mientras que en otro punto de la ciudad unos altercados amenazan con informativos la franja horaria del programa. En medio del huracán se encuentra Kelly (Jaime Winstone), en plena crisis con su pareja y como chica de los recados en el programa.

Pronto se precipitan los hechos, y la llegada de un zombie a los aledaños de la casa infecta a los espectadores provocando la locura. Poco a poco se habrá extendido el virus por toda el lugar y el único lugar seguro será dentro de la casa, donde los participantes viven ignorantes a la realidad. Los pocos supervivientes acabarán por reunirse con ellos para intentar encontrar una solución.

Sorprenden varios hechos en esta producción. Para empezar, como producto televisivo tiene un formato equiparable a muchos de los films en cartelera. Por otro lado, la crudeza de muchas escenas lo hace indicado para una pequeña franja de público, de hecho, se nos advierte al arranque de cada capítulo, además de recomendarnos verlo a oscuras. No es normal que un producto televisivo renuncie a cuota de pantalla tan fácilmente.

Pese a todo, no deja de ser lo que es, con las carencias que conlleva. Los actores provienen mayormente de series y sus interpretaciones funcionan mejor lejos de la emotividad. Dichos personajes son bastante obvios, aunque la gran baza es el uso que se les da a personajes que participan o producen un Big Brother. Así podemos ver a un despiadado productor que ante la crisis no duda en despedazar a un participante acabado y ofrecerlo como carnaza a la audiencia, literalmente. El resto de protagonistas, divos, más preocupados por su imagen fuera de la casa que por el fin del mundo.

Y es ahí donde funciona Dead Set, cuando se usa la temática para hacer una crítica a dichos formatos televisivos, fenómenos fan y todo clasismo o divismo de pequeña pantalla. No es un producto que nos vaya a dar qué pensar durante semanas, pero sí entretiene, como en el gran momento Mika en que zombies y fans actúan de igual manera.

El resto no dista demasiado de lo visto sobre zombies, siendo más heredero Boyle que no de Romero. Y si bien los 4 primeros capítulos se hacen dinámicos, nos olemos un quinto precipitado que en 25 minutos debe cerrar la serie. Y efectivamente se precipita su conclusión e incluso el pretendido momento "confesionario" no acaba de cuajar, y deja a Dead Set como un pobre aporte a todo lo visto en el género.

En definitiva, un producto ameno y salvaje, con algún momento brillante y otros bastante divertidos. Una buena opción casera que mejora lo que ofrece el cine de terror en cartelera y nos da alas a pensar en cómo sería la versión patria del asunto.

Lo mejor: Los dos primeros capítulos presagian algo novedoso e inteligente.

Lo peor: Los dos últimos confirman que nos equivocamos.

El dato: Para los perezosos, os dejo links para verlo online subtitulado aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.

viernes, 26 de diciembre de 2008

El intercambio: Más sabe el zorro por viejo...


Clint Eastwood, 78 años y más de 50 dedicados a la profesión. 4 Oscar y más de 100 premios en una larga carrera plagada de grandes títulos. Hace relativamente poco le veíamos acompañado de su madre en la ceremonia de los Oscar. Y es que Clint Eastwood está hecho de otra pasta, y como tal, su cine desprende un aroma distinto y, a estas alturas, único.

Su nuevo film, El Intercambio, es duro, crudísimo, terrible por momentos. Film que ha entregado por completo al lucimiento de Angelina Jolie y sus dotes para el drama y cuya apuesta ha funcionado. El guión corre a cargo de J. Michael Straczynski, habitual de series, y adapta un hecho real acaecido en 1928 en Los Ángeles, donde la desaparición de un niño destapó toda una trama de corrupción policial y levantó a los ciudadanos contra el departamento de policía.

Christine Collins (Angelina Jolie) vive dedicada a su hijo. Compagina su trabajo como operadora telefónica con el cuidado de su hijo como madre soltera. Christine ha prometido a Walter (Gattlin Griffith) llevarlo al cine, pero una suplencia en el trabajo le obliga a posponer el plan, dejando solo en casa a su hijo. Ésa será la última vez que lo vea.

Después de 5 meses de búsqueda por parte de unas cuestionadas autoridades, Christine recibe la noticia de que su hijo ha sido localizado con vida. La prensa se hace eco de la noticia y el encuentro entre madre e hijo es multitudinario, pero Christine pronto se dará cuenta de que no es su hijo el crío que le han puesto en los brazos. Así comenzará la lucha de una madre contra el sistema y un departamento de policía más que cuestionado, ayudada por el reverendo Gustav Briegleb (John Malkovich).

Ver El Intercambio es lo más parecido a un viaje en el tiempo, con una historia que nos transporta a los años 30 y un estilo añejo a la hora de filmar. Eastwood es capaz de presentarnos una historia que crece en complejidad, tomarse casi dos horas y media para explicarla, huir de toda precipitación o aceleramiento en la narración, y no aburrirnos. Eastwood es consciente del material que tiene y se preocupa de darle el formato adecuado, de dar tiempo al espectador para digerir una historia cada vez más descarnada y afrontar cada etapa del guión con paso firme.

A ello ayuda la desgarradora interpretación de Angelina Jolie, que aprovecha a la perfección su primera gran oportunidad de reivindicarse como actriz de primera fila. Antes ya la tuvo con Winterbottom en Un corazón invencible, film que no tuvo la repercusión necesaria para colarse entre los grandes títulos del año, pero que le valió a Jolie una nominación al globo de oro. Y de la mano de Eastwood compone un personaje que debe pasar de la fragilidad a la fuerza para hacer frente a su drama, en un mundo donde las mujeres no tenían el mínimo poder.

Si bien la apuesta comienza con una trama digna de la pequeña pantalla, su discurso va creciendo poco a poco hasta presentarnos escenas de una enorme crudeza. Las piezas van encajando, engrosando el drama y si bien el arranque se centra en la búsqueda del niño y dicho intercambio, finalmente tenemos la lucha de una madre contra el sistema y todo el proceso judicial que conlleva, paralelo a la trama de asesinato de niños.

Si prodigioso es el trabajo de Eastwood tras la cámara, no lo es menos con la partitura, salpicando el film de elegancia y prescindiendo de todo adorno cuando la escena ya se vale por sí misma para aterrar. Tom Stern nos regala una fotografía preciosista, haciendo hincapié en los pequeños gestos, los objetos y los detalles que ejemplifican lo que se nos está explicando. Y así como soberbio es el guión de J. Michael Straczynski, donde sólo podemos criticar su excesivo final, alargado aunque interesante y necesario.

En definitiva, un film brillante, contundente, que muestra el saber hacer de Clint Eastwood y a sus 78 años lo coloca como el director más interesante del panorama cinematográfico. Cierra 2008 colocando El Intercambio entre los 5 mejores films del año, y teniendo pendiente de estreno Gran Torino, la que será su última interpretación. Si alguna pega hemos de poner a Eastwood es el presentarnos una historia donde buenos y malos se presentan claramente y al espectador le llega todo ya masticado. Eso no resta mérito a las interpretaciones de Malkovich, Colm Feore, Jeffrey Donovan o Michael Kelly, pero son personajes previsibles.

Lo mejor: Su estilo, sobrio y directo, sin abusar de adornos ni excesos.

Lo peor: Su alargado final y el maniqueísmo en los personajes.

El dato: La frase "Nunca empieces una pelea, sólo acábala" es de Babylon 5, cuyo guionista es el mismo
Straczynski. Así como Hilary Swank y Reese Witherspoon eran candidatas a protagonizar el film, pero Ron Howard como productor convenció a Eastwood que Jolie daba más el perfil de la época. Afortunadamente Howard desistió de dirigirla por cuestiones de agenda, e Eastwood firmó de inmediato al acabar de leer el guión.

La recomendación de la semana: Cuando Harry encontró a Sally


Lo sé, morgueros, las fiestas me han puesto sentimental. Era la única de las candidatas que tenía algo cercano a la navidad, y además tiene a Carrie Fisher, no se puede pedir más. Un film amable para tan amable época del año, y que sirve como denuncia a los estragos del botox.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Grandes bandas sonoras: Feliz Navidad, Mr.Lawrence


Pues seguramente habrá mejores bandas sonoras para felicitaros la navidad, pero como las habéis pensado ya, os traigo otra cosa distinta. La canción se titula Feliz Navidad en el campo de batalla, y la compuso Ryuichi Sakamoto para el film de Oshima.



LCM les felicita la Navidad


¡¡¡Los habitantes de La Calle Morgue y Edgar Allan Poe les deseamos unas Felices y Oscuras Fiestas!!!

Escuchad los trineos y las campanas... y quitadme el gorrito de una vez.

My Blueberry Nights: Kamikazes emocionales, puertas abiertas y el cobijo de la noche


Wong Kar Wai es un esteta, y como tal hay que valorarlo. Sus historias nacen de un guión y acaban por diluirse en las imágenes, a la deriva, esperando que el espectador las rescate y las lleve a casa. Insinúa y propone desde historias cercanas, universales, con un lenguaje visual recargado y onírico en un íntimo uso de la cámara.

Con un incomprensible año de retraso nos llega My Blueberry Nights, con un elenco de actores impresionante. Jude Law, Natalie Portman, Rachel Weisz y David Strathairn liderados por una debutante Norah Jones para una historia de desamores, barras de bar y dulce tristeza. Y es que como dice un gran poeta patrio, "es la falta de amor la que llena los bares".

Elizabeth (Norah Jones) descubre que su pareja le está engañando gracias al camarero del bar (Jude Law) donde éste se ha visto con la amante. Buscando un hombro sobre el que llorar pasará varias noches en compañía de Jeremy, el camarero, hasta decidir emprender un viaje hacia el olvido.

En su travesía irá enviado postales a Jeremy, y se cruzará en su camino Arnie (David Strathairn), un alcohólico aún enamorado de su aún mujer (Rachel Weisz). El siguiente paso le llevará a Las Vegas, donde podrá admirar a los jugador de póquer. Allí topará con Leslie, una impulsiva jugadora que le propondrá un interesante trato.

Wong Kar Wai sigue apostando por las mismas historias, por la misma fórmula, sólo que esta vez americanizado. Su mensaje es universal, así como también lo es el ambiente de los bares, la noche y el desamor. Sus personajes son juguetes rotos a disposición de una propuesta estética donde azarosos afrontan su destino en una mano de póquer cerrado.

Su estructura puede emparentarse perfectamente con Vicky Cristina Barcelona, pero si el genio de Nueva York es más cerebral, el chino argumenta menos y decora más. Ambos en un viaje de ida y vuelta donde sólo arranque y cierre están definidos, y el trayecto es un divagar por las emociones de los protagonistas. No esperemos un orden o dirección en un film que trata de gente que no lo tiene, y ese es el principal enemigo de Wong Kar Wai, que no interese lo que narra.

Sorprende que entregue el timón interpretativo a una debutante como Norah Jones, pero no podemos negar su acierto, pese a que ésta tenga sus limitaciones. El resto del reparto está excelente, desde el paciente Jeremy encarnado por Jude Law a la impulsiva Sue Lynne, a la que da vida la eterna adolescente Natalie Portman. Pero sobretodo destacan David Strathairn en su actuación y Rachel Weisz en su presencia, con la historia más interesante del film.

La labor del director es impecable, revistiendo de elegancia el dolor de sus protagonistas, buscando el punto exacto entre la intimidad y el voyeurismo, y llenando de color cada plano. Sin buscar la trascendencia ni con grandes discursos, desgrana frase a frase los intrincados caminos del dolor, la frustración y las esperanzas de sus protagonistas. Todo ello con la excelente fotografía de Darius Khondji y la banda sonora a cargo del mítico Ry Cooder y la propia Norah Jones con guiño a la banda sonora de Deseando amar incluido.

En definitiva, un canto al sufrimiento y la esperanza, un viaje en la montaña rusa de unos personajes rasgados, sangrantes, desesperados, pero desde la elegancia y la lejanía, asumiendo nuestro papel de espectador. Un trayecto que el director quiere que disfrutemos, que lo saboreemos, pero nunca que suframos o nos impliquemos.

Lo mejor: La historia central del film.

Lo peor: Las escenas en Las Vegas.

El dato: El nombre del bar de Jeremy es Klyuch, que significa "llave" en ruso.

martes, 23 de diciembre de 2008

Poster alternativo de El curioso caso de Benjamin Button


Todos habéis visto los posters promocionales de El curioso caso de Benjamin Button, pero ahora ha salido a luz uno que se descartó. Forma parte de la campaña de promoción de cara a los Oscar, y no se sabe la razón de su descarte de cara a promocionarlo en las salas. El caso es que dice mucho más éste sobre el film que los publicados hasta ahora, pero con la desventaja que no aparece Brad Pitt. Juzgad vosotros, morgueros, ¿cuál os gusta más?

Fuente: SlashFilm

La frase de la semana: My Blueberry Nights


"Esto sabe bastante horrible. Pero supongo que nadie lo toma por el sabor, ¿verdad?".


lunes, 22 de diciembre de 2008

La imagen de la semana


Woody Allen pasará Nochevieja en Murcia. Sin palabras, y con todos mis respetos a los murcianos. El eterno amante de New York abandona su ciudad para dar un concierto con su banda de jazz, y quien tenga dinero para pagarlo, aún estará a tiempo de conseguir una mesa.

Todo esto es obviamente por el vil metal, en una fiesta organizada por una importante promotora inmobiliaria.

La ola: Eliminando la unidad, dominando al grupo


La fuerza a través de la disciplina, la fuerza a través del grupo, la fuerza a través de la acción, la fuerza a través del orgullo. Primero aprendemos a sentarnos, a respetar al líder y a hablar en alto usando sólo las palabras necesarias, hecho que mejora nuestra atención.

Después nos enseñan que nos llamamos La tercera ola (la más poderosa), a usar nuestro saludo, nuestros emblemas y luchar como grupo. Jugamos como equipo, nos ayudamos unos a otros y mejora nuestra motivación.

Como colectivo, vestimos nuestro uniforme, usamos nuestros símbolos y aprendemos que más allá de nosotros está el enemigo. Ya no somos individuos, somos un grupo, un ente que unido no tiene límites y no conoce el fracaso. Una respuesta global a vacíos individuales que inevitablemente lleva a una obediencia ciega.

Ese fue el experimento llevado por Ron Jones en su clase de historia contemporánea, en Abril de 1967. Ante las afirmaciones de sus alumnos a que el nazismo estaba superado y no podría volver a suceder, decidió dedicar una semana a imponer una autarquía. Al cuarto día tuvo que parar su experimento porque La tercera ola se le había escapado de las manos y cobrado vida propia fuera de las aulas.

Rainer Wenger (Jürgen Vogel) es el profesor menos popular entre el profesorado del instituto. Cuando llega la semana de proyectos, esperando poder dar la clase sobre anarquía, le asignan la de autocracia. Su indumentaria y su pasado como okupa no ayuda a las buenas relaciones con el resto del profesorado con lo que acepta tratar sobre autarquía durante dicha semana.

Ante el poco entusiasmo de sus alumnos y su actitud creyendo saberlo todo, Rainer decidirá dejar la teoría para pasar a la práctica. El cambio de sistema gustará a los alumnos, que entusiasmados llenarán su clase, mientras que a medida que el experimento avanza, muchos de ellos verán el peligro que conlleva, iniciando un movimiento contrario a La Ola.

La Ola es uno de esos films imperfectos, tramposos, pero con un mensaje tan contundente que uno no puede apartar la mirada de la pantalla. No nos engañemos, los personajes son estereotipos, las situaciones forzadas y llevadas al extremo, y la resolución ciertamente previsible, pero para entonces el mensaje ya ha sido lanzado. Al finalizar sus 101 minutos ya somos víctimas de La Ola.

No es fácil llevar a la pantalla una historia tan compleja como ésta, donde carecer de realismo la hundiría y excederse en metraje y discurso aburriría. Sin embargo Dennis Gansel ha sabido congeniar ambos factores para hacernos llegar una historia con personajes cercanos aunque prototípicos, con un ritmo altísimo al que perdonamos ciertas incongruencias.

Los protagonistas juveniles cumplen perfectamente con su labor, pese a ser personajes mas impulsivos que reflexivos. Se nos presentan aspectos de su vida suficientes para entender sus decisiones, mientras que del profesor vemos retazos de su relación con su pareja (Christiane Paul) y su implicación personal en tan peligroso proyecto. Jürgen Vogel logra gran autenticidad como profesor seducido por su poder.

Dennis Gansel filma sin temblarle el pulso, con convicción y garra, metiéndo al espectador dentro del grupo en todo momento. Pero destaca aún más su guión, sólido y trabajado, donde cada escena tiene un significado y una intencionalidad, sin dar un respiro al espectador. Sirva de ejemplo la escena callejera con las pegatinas, donde Gansel se encarga de mostrar como el logo de La Ola es colocado en coches patrulla, cajeros automáticos, iglesias y antenas, es decir, policía, religión, capitalismo y medios de comunicación.

En definitiva, un film excelente que demuestra el buen momento del cine alemán. Un inteligente ejercicio creado para no dejar indiferente a nadie, que huye de obviedades y sensiblería, y cuya maquinaría funciona a la perfección construyendo, escena a escena, un discurso demoledor.

Lo mejor: Su protagonista y las escenas dentro de clase.

Lo peor: El precipitado final.

El dato: Aquí podéis encontrar información sobre el experimento real que inspiró el film.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Grandes momentos del cine: Amélie


Unos títulos de crédito que me siguen emocionando sin saber el motivo, aunque mucho tendrá que ver la excelente música de Yann Tiersen.



sábado, 20 de diciembre de 2008

La recomendación del lector


Después de cumplir con Ángel el trámite de ver Colega, ¿dónde está mi coche?, toca nueva ronda de recomendaciones, la séptima. Silvia se adelanta recomendando en otro post Pequeño Buda, de Bertolucci. ¿Alguna sugerencia más? ¿Algo navideño para cerrar el año?

¡Soy todo oídos, morgueros!

Colega,¿dónde está mi coche?: Humor absurdo (casi) sin humor


Si hay actor al que soporte menos que a Jack Black, ese es Seann William Scott. Efectivamente, mal empiezo la crítica reconociendo la poca estima que le tengo a uno de los protagonistas, y más cuando precisamente su papel versa sobre lo idiota que puede llegar a ser. Tampoco trago a Mel Gibson y, sin embargo, me encantó la excelente Señales o la secuela de Mad Max.

Por suerte, el acercamiento a este film no requiere grandes dotes de investigación, y uno sabe de sobras que puede esperarse lo peor, un juvenil absurdo sin más intención que el de sacarnos algunas risas. Y desde luego, el título aún ayuda menos a motivar algún tipo de interés sobre este tipo de comedias, donde American Pie se considera la más lograda. Y he de decir que si tuviera que quedarme con una de entre American Pie, cualquiera de las Scary/Date/Disaster Movie o la que nos trae hoy aquí, me quedo con Colega, ¿dónde está mi coche?

Jesse (Ashton Kutcher) y Chester (Seann William Scott) son dos despojos humanos colegas de piso que después de una noche loca que no recuerdan deben recoger los regalos que guardan en el coche para celebrar sus aniversarios con sus parejas. Al descubrir que no recuerdan dónde está su coche, decidirán volver tras sus pasos para averiguar qué paso en tan movida noche.

Primero toparán con un transexual que les reclamará el maletín lleno de dinero que les encargó custodiar. Más tarde, un grupo de tarados les advertirá sobre un artilugio llamado transfuncionador del continuo que deberán entregar a su líder Zoltan en cuanto lo recuperen. A ellos se unirá un grupo de tías buenorras embutidas en cuero negro que les prometerán placer a cambio de dicho transfuncionador, mientras ellos sigan su odisea para recuperar el coche, los regalos y ser los mejores novios.

Vista la temática, lo de absurdo cuadra perfectamente con el film, y como tal, es difícil medir lo logrado o no de los gags. El humor sigue derroteros más complejos que los del drama, y más de una vez habremos puesto cara de póquer ante algún hecho que a otros hacer llorar de la risa. Las dos escenas más mencionadas del film me dejaron frío, y parece que el hecho de conocerlas de antemano no debe ser un obstáculo, pero sin duda el chiste de los tatuajes y el de la comida china me parecieron largos y obvios.

Sin embargo, otros detalles menos preparados, menos forzados, me parecieron más logrados, ya metidos en una espiral de locuras y sinsentidos. Y es que si uno no se deja arrastrar desde el principio, si no baja la guardia y no asume desde el principio que el film es malo hasta el tuétano, puede llevarse un disgusto, mientras que partiendo de lo contrario, nos podemos llevar alguna risa puesta.

Algo que hay que valorar de esta canallada, es su guión (sí, habéis leído bien). Si bien se van encadenando gansadas, la historia está bien perfilada para que, poco a poco, se vayan desentrañando los sucesos acontecidos la noche anterior. Todo ello condensado en 83 minutos que no dan lugar al aburrimiento (a la vergüenza ajena es otra cosa), y donde los diferentes grupos dan suficiente juego y amplitud como para valorar mínimamente el trabajo de Philip Stark, ex-guionista de South Park.

El resto se reduce a valorar Colega, ¿dónde está mi coche? en función de las risas que consigue provocarnos, porque cualquier otro apartado sería un despropósito nombrarlo. Eso sí, destacar la aparición de una joven Sidney Bristow Jennifer Garner, con 28 añitos haciendo de adolescente. Actriz muy criticada por su inefable papel de Elektra, pero que ha trabajado para Woody Allen, Steven Spielberg, Michael Bay, y nominada a 4 premios Emmy y 4 Globos de Oro, habiendo ganado uno entre otros 7 premios. La pobre ya tiene lo suyo con su marido...

En definitiva, Colega, ¿dónde está mi coche? es un film absurdo, sin ningún mérito cinematográfico ni la mínima intencionalidad más allá de distraernos un rato, cosa que logra. Un film que no esconde sus cartas, que si bien flojea como comedia, desborda imaginación en las situaciones que presenta. Sólo apto para verlo en compañía de Don Tedio, y en ausencia Doña Alternativa.

Lo mejor: La escena del niño ciego.

Lo peor: No eran necesarios tan amébicos protagonistas.

El dato: La historia venía rechazada de una propuesta para un film de Beavis and Butt-Head con personajes reales. El título está sacado de un diálogo de El Gran Lebowsky.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Resultados de la encuesta sobre El Padrino


Pues no ha habido mucha sorpresa, la verdad, aunque mi intención era calibrar las preferencias de los lectores de LCM. Obviamente los votos se han repartido en el mismo orden que fueron filmados, y reducidos a la mitad por cada nueva entrega.




El Padrino: 15 votos
El Padrino II: 8 votos
El Padrino III: 4 votos





Queda todo dicho, pese a que para mí es superior la segunda entrega. El Padrino es Marlon Brando, y punto.

¡Gracias a todos por votar!

La recomendación de la semana: Delicatessen


Pues eso, una delicatessen, de cuando Jeunet y Caro compartían talento. Si no os gustán los títulos de crédito, ya podéis parar el reproductor y a otra cosa, que la vida es corta.


jueves, 18 de diciembre de 2008

Aparecidos: Asustar por aburrimiento


Volvemos al cine español con aire americano, de la mano de Paco Cabezas. Y es que El Orfanato ha hecho mucho daño, así como Los Otros, films muy sobrevalorados. Tanto que volvemos a la temática de fantasmas en Aparecidos, loable pero fallido intento de crear una buena historia sobre la que levantar un film de terror.

Y es que no negaremos que un film de terror que no da miedo es un fracaso, aunque otros quieran llamarlo thriller. Cosas así suceden cuando copiamos el modelo americano, pero queremos que se note la procedencia del producto, intentado que tenga sello propio, y en éste caso el único sello es el uso continuo de tacos, para que se note que son españoles. El resto es pecar de ambicioso.

Malena (Ruth Díaz) y Pablo (Javier Pereira) están de viaje en Argentina para firmar los papeles que desconecten las máquinas que mantienen con vida a su padre. Malena tuvo tiempo para odiarle, pero Pablo apenas tiene recuerdos de él y se niega a dar la segunda firma necesaria para la desconexión. Ante el posible viaje de vacío, Pablo propone firmar los papeles a cambio de viajar a la casa donde crecieron.

Durante el viaje se cruzará una niña que provocará el descubrimiento de un extraño diario donde se detalla el asesinato de una familia 20 años atrás. Siguiendo los pasos del diario, como un mero juego morboso, se verán inmersos en la repetición de dichos acontecimientos con unos espíritus que sólo ellos podrán ver.

La idea, a priori, suena atractiva, pero desde un buen principio vemos claro que el producto va a acabar haciendo aguas. Primero por una pretendida estructura cíclica donde en el arranque vemos parte del final, y porque los protagonistas resultan realmente antipáticos. Destaca sobretodo lo artificial del personaje de Pablo, carente de naturalidad y lógica, y que protagoniza varias escenas ridículas.

A ello hay que añadir una serie de escenas dedicadas a crear tensión, pero tan previsibles que aburren. Y es que el principal valor de un film de terror debe ser implicar al espectador, conectar con él y después hacerle pasar miedo, y en este caso uno ve Aparecidos como quien mira una pecera. Tomemos como ejemplo la escena de la portada, que sucede en un bar, tan artificial como poco impactante.

No hay que negarle las buenas intenciones a Paco Cabezas, ni el saber hacer en su opera prima, pero peca poco de atrevido y nos ofrece más de lo mismo. Si bien el estilo está cuidado, y se agradece la fusión entre el thriller y la road-movie, Aparecidos carece de fuerza y ritmo, donde los giros salvan muchas incongruencias. El resultado es un film donde el apartado visual está bastante más trabajado que la historia, como si primero se preparara la escena y después se justificara para añadirla a la trama.

Sobre los actores poco que decir. Están correctos, sobretodo Ruth Díaz, pero la composición de los personajes a nivel de guión deja mucho que desear. Tanto es así que el motor de la historia es el hermano, que sin más justificación que la idiotez provoca cada una de las escenas del film. Y para rematar la faena, llegamos al final que vemos en el inicio del film, donde sabemos de sobras lo que pasa a pesar nuestro, ya que culmina el despropósito.

En definitiva, Aparecidos es un mal film, una historia de terror que ni está bien contada ni da miedo, y donde el tedio y la incoherencia hacen presencia en no pocas ocasiones. El supuesto mérito de tratar el tema que trata no salva la papeleta a una película donde los diálogos tienen más tacos que trascendencia.

Lo mejor: La primera escena del hotel.

Lo peor: Las numerosas incongruencias. Dos ejemplos: Firman los papeles y se van sin entregarlos, pero al volver, la protagonista se sorprende que su padre siga vivo. Otro es cuando la protagonista cree que el hermano se ha deshecho del libro, y éste vuelve para recogerlo donde lo dejó, en la mesa, bien a la vista.

El dato: El film se estrenó en Octubre de 2007 en el Festival de Sitges, para irse después estrenando en países como Grecia, Francia, Bélgica y finalmente España.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Grandes bandas sonoras: Deseando Amar


Aprovechando que se ha estrenado el último film del director chino Wong Kar Wai, My Blueberry Nights, os traigo una de sus bandas sonoras más recordadas. El mérito se lo debemos a Shigeru Umebayashi, habitual del director y ya acomodado en los EE.UU. Actualmente está trabajando en la partitura para la readaptación de La dama de Shangai, con el mismo Wong Kar Wai tras la cámara. Ahí lo dejo...


martes, 16 de diciembre de 2008

La frase de la semana: En tierra de nadie


"¿Cuánto os pagan por enseñar nuestro sufrimiento?"


Crepúsculo: Apretón adolescente en lata


Que el arte no deja de ser un negocio como otro cualquiera lo sabemos. Que hay mucho flautista ideando fórmulas para atraernos al cine, a las librerías o las tiendas de discos, lo sabemos. Que los productores prefieren fardar de yate antes que de obra maestra, lo sabemos. Eso sí, que lo sepamos no implica que nos guste que nos lo recuerden.

Ya lo decía Makinavaja, que en un mundo sin ética, sólo nos queda la estética, y eso es Crepúsculo. Las novelas de Stephenie Meyer nacen a la sombra de Harry Potter y films como Blade o Underworld, donde el filón vampiros-jóvenes funciona económicamente. Sin embargo ha tardado 3 años en aparecer la versión cinematográfica, cuando la saga escrita ha vendido suficientes ejemplares (más de 17 millones) como para ser una apuesta segura en cuanto a la rentabilidad de una adaptación.

Bella Swan (Kristen Stewart) decide mudarse cuando su madre se echa nuevo novio y deciden mudarse de Phoenix a Florida. Con las maletas se planta en casa de su padre, dispuesta a comenzar una nueva vida en un nuevo instituto de una pueblo tan tranquilo como Forks. Tardará poco en encontrar un grupo de amigos, así como descubrir un grupo de chicos raros, aislado, tardando poco en buscar la compañía del soltero de dicho grupo.

Todo cambiará cuando, recién iniciada su amistad, Edward Cullen (Robert Pattison) salve a Bella de morir aplastada por una furgoneta. Esa muestra sobrehumana llevará a Bella a intentar descubrir qué secreto esconde Edward, que no es otro que ser un vampiro con más de 80 años. La complicada relación entre un vampiro y una humana acarreará problema a Bella, Edward y el resto de vampiros que forman el grupo.

Crepúsculo no deja de ser un producto entretenido, pero que tiene dos problemas serios. El primero es que queda demasiado patente su sello, el público al que va dirigido y la intencionalidad. El segundo es que como todo inicio de saga, es una mera introducción. A eso, hay que añadir los continuos problemas con la directora Catherine Hardwicke (Los amos de Dogtown, Thirteen), hecho que ha provocado su relevo en la dirección para las secuelas y que en el film deja algo de desconcierto.

Cierto es que La comunidad del anillo era una introducción aún con más metraje, pero funcionaba porque su abanico de personajes era amplio y los unía una historia superior a ellos. En Crepúsculo la narración se reduce a la vida de la protagonista y su relación con Edward, donde no pasa nada reseñable hasta casi el final del film. Si bien en las grandes historias de amor narradas desde el punto de vista femenino, se argumenta y se trabaja el personaje femenino, en este caso se nos da hecho, y como mucho, se justifica a posteriori. Queda claro que el film es para jóvenes féminas capaces de caer rendidas a los pies de Pattison sin que éste abra la boca.

Con semejante panorama, es difícil entrar en la trama de Crepúsculo, buscarle algún interés a la espera que realmente pase algo, ya que la mitad del film se malgasta en buscar respuestas hasta descubrir (¡oh sorpresa!) que Edward es un vampiro. Ahí entra el juego el interés que mostró Hardwicke por las adolescentes en Thirteen, pero en este caso hace poco hincapié en las relaciones familiares de la protagonista. Más bien se centra en hacernos atractivas las inquietudes de una adolescente obsesionada con un chico.

El resto son sólo adornos, desde una dirección austera que desperdicia la belleza y la fuerza de la iconografía vampírica, a un reparto donde el sector joven luce más estética que talento y lo mejor lo encontramos en los secundarios, donde destaca el padre de Bella (Billy Burke). Por si fuera poco, la tan publicitada banda sonora se aleja de lo esperado y si Stephenie Meyer reconoce basar sus vampiros en Muse, éstos no dan señales de vida musical en el film.


Reconozco no haber leído los libros, hecho que ha llevado a que me hayan tenido que aclarar ciertas cosas que en el film no se explican. Obviamente no es un requisito leer el libro antes de ver el film, y sí un error dejar incoherencias que sí se explican en el libro. Y como adaptación que es Crepúsculo, ciertas escenas que en papel e imaginación debían ser magníficas, en celuloide rozan el ridículo, como el partido de béisbol o la subida al monte con la protagonista a cuestas.


En definitiva, sólo para amantes de los vampiros que no esperan nada nuevo y los seguidores de la saga escrita. Un producto de masas dirigido a un amplio sector de lectores, que se consume como la comida precocinada.

Lo mejor: La escena de presentación de Bella al resto de vampiros.

Lo peor: Como titulo la crítica, parece más hormonal que emocional la relación de los protagonistas.

El dato: Desde el cameo de Stephenie Meyer en la cafetería, a la contribución de Robert Pattison a la banda sonora sin él saberlo, con dos canciones suyas que tenía grabadas con su grupo.