Y al quinto día llegó Von Trier, y el mundo siguió igual. Era uno de los platos fuertes de este Sitges 2011 y casi nadie faltó a la cita, expectantes por poder hincar el diente a lo nuevo del director danés, con saña o con gusto. Y la verdad, no es Von Trier un tipo que me caiga mal, por lo que su Melcancholia me ha parecido un film notable, sin enconarme en fobias o filias para inventar o desmerecer méritos inherentes a un film muy coherente con la carrera de su director, y con un plano final inenarrable si no se ha visto en pantalla grande. Por si fuera poco, aparece Kiefer Sutherland... Vicente Rodrigo nos habla extensamente de ella en Cineuá.
Acto seguido llegaba el nuevo film de Francis Ford Coppola, Twixt, donde un rollizo Val Kilmer busca la inspiración como escritor en un perdido pueblo americano. Luego aparece Poe, le explica la película, escribe el libro, y se acabó. Y entre todo eso una lección de cine y estilo con pocos medios que a la gran mayoría les ha parecido una gran broma, como si los orígenes de Coppola fueran otros y sus derechos se agotaran fuera de mafias y guerras. Twixt es hipnótica, alucinada y en 3D, tan irregular como sugerente y tan ajena al Coppola mediático como íntima. Mónica Jordan nos habló de ella en Cineuá.
Y tras dos directores de relumbrón llegaba la hora de Lucky McKee, al que le tengo especial cariño al presentar su más que estimable May en la primera edición de Sitges a la que asistí. Nueve años después presenta The Woman, revisión femenina y en clave de género de El pequeño salvaje, donde el aparente sueño americano intenta perpetuarse en las sinuosas curvas de una mujer salvaje. Sangre, discurso y humor en una de las propuestas más llamativas de esta edición, demostrando con contundencia (por si alguien aún dudaba) que el gran cine no pertenece exclusivamente a unos pocos géneros. También Mónica Jordan (no podía ser otra) nos habla de ella en Cineuá.
Pero el martes aún guardaba un as bajo la manga, en forma de lisérgico viaje de la mano de Panos Cosmatos y su Beyond the black rainbow, una distopía en clave de homenaje al cine experimental canadiense surgido en los 70. Un instituto científico llamado Arboria, un tratamiento visual old school, un científico ambicioso, una joven como cobaya humana y poderes mentales de por medio conformando un film marcadamente sensitivo cuya forma expande su escasa trama. Beyond the black rainbow es uno de esos films de los que nos referimos a su visionado como una experiencia, un viaje vivido y disfrutado desde la tercera fila de la sala.
Y tras la sesión nocturna con Cosmatos, tocaba madrugar para ver Livide, el segundo film de la dupla Alexandre Bustillo-Julien Maury, responsables de la contundente À l'intérieur. El pase de prensa bien concurrido para ser las 8:30 de la mañana y con la marca de la almohada aún en la cara afrontamos uno de los films en el que más expectativas se habían depositado. Claro está, decepción generalizada ante un film bien majo que se aleja de repetir la fórmula de su debut, y con ello ni sorprende ni arrebata, sino que condiciona modulaciones en su desarrollo consciente de las expectativas del espectador, resultando algo irregular pero nada desdeñable.
El siguiente plato del miércoles lo servía Vigalondo con su Extraterrestre, una comedia romántica con una invasión extraterrestre como excusa, con Carlos Areces y Raúl Cimas como referente directo y Michelle Jenner como inevitable gancho. Y superada la pompa de su Los Cronocrímenes, Extraterrestre se muestra más ligera y honesta, con ciertos giros de guión como base para el desarrollo y mucho enredo en busca de la risa. Vigalondo quiere entretenernos y lo consigue, hablando de amor con tan pintorescos personajes, dejando ínfulas para otro momento y recordándonos lo marcianos que a veces nos hemos llegado a sentir.
Carré Blanc, del francés Jean-Baptiste Léonetti tampoco está exenta de marcianadas, presentando un futuro cercano de seres mecánicos (emocionalmente) sometidos a extrañas pruebas dentro de su empresa. El film juega con la dualidad entre lo profesional y lo emocional, con un protagonista que arrastra un trauma que, junto a su trabajo, afectará directamente a su matrimonio. Aislamiento y comportamientos animales tanto en las calles como en busca de un mejor puesto de trabajo hacen de Carré blanc un film duro y alegórico, aunque a ratos irregular y repetitivo sin por ello abandonar la marcada sensación de incomodidad que pretende Léonetti. Una de las sorpresas del festival.
Y el miércoles acaba con el nuevo film de Gonzálo López-Gallego, Apollo 18, y que supone su desembarco en la industria norteamericana. El film simula las grabaciones de la última misión secreta de la NASA a la Luna para conformar un film de terror claustrofóbico y minimalista que se conforma con no aburrir. La propuesta no se diferencia de la avalancha de films del mismo estilo (POV subjetivo + encierro), aunque su encanto reside en el collage de imágenes de archivo y la simulación de imagen vintage para situar al espectador cuarenta años atrás en el tiempo, y con ello no deja una sensación de tomadura de pelo, pero sí se convierte en uno de los films prescindible de esta edición del festival.
2 comentarios:
Yo aún tengo Tetro pendiente. Lleva meses en el hdd del salón, con sus subtítulos y todo, pero nunca me pongo con ella. Ya ves, que antes de Padrinos y Zoetrope este tío trabajaba para Roger Corman.
Debe haber gente que se le olvida ese dato, o que realmente no es consciente del talento de este tío. Obviamente Twixt no es una obra maestra, pero es un film muy estimable y muy personal, pero ya se sabe que la crítica se gana su fama a base de enterrar mitos.
1 saludo y gracias por comentar!
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