jueves, 26 de junio de 2008

Margot y la boda: Neurosis en vena y Jack Black


Parece ser que los personajes atormentados resultan muy interesantes al público, puede que porque disfrazan una profundidad tras su neurosis, o porque simplemente nos identificamos antes con el sufrimiento que con la dicha. Pero desde luego un personaje complejo no se crea a base de presentar a alguien atormentado hasta el paroxismo, sin voluntad de evolución ni motivo a su infortunio.


Si además no te presentan un carácter complicado, sino toda una tropa de tarados, gozosos de su perturbada condición y cuya única voluntad es reafirmarse en su infelicidad. Si por azar o locura creyerais que Margot y la boda bebe de Bergman o del Allen de Interiores, olvidaros, este título bebe y punto. Más que el retrato de una familia disfuncional, es una mala resaca más cercana a los resúmenes de Gran Hermano que a cualquier análisis serio de los problemas familiares.

Margot (Nicole Kidman) es escritora y está como una chota (para qué dar rodeos). Viaja con su hijo Claude (algo rarito) a la boda de su hermana Pauline (Jennifer Jason Leigh), que también es para echarle de comer aparte. Las rencillas entre ambas hermanas no tardarán en aflorar, siendo el catalizador el prometido de Pauline (Jack Black), al que Margot no considera digno de su hermana.

Todo se complicará cuando Pauline confíe el secreto de su embarazo a Margot y éste dure menos que la lucidez del guionista, a la par que Pauline descubre que Margot realmente asiste a la boda por una charla en la que coincidirá con su amante (Ciarán Hinds). A partir de aquí es Margot contra todos, un conflicto tras otro y un concurso para proclamarse el tarado del año.

Y es que desde luego el film carece de propósito alguno, con unos personajes que ni evolucionan ni están mínimamente perfilados. Los traumas que presentan sólo disfrazan lo excesivo de sus actos, y éstos a su vez, para justificar la apuesta, que no es nada más que eso: neurosis contra neurosis.

Sólo ciertos diálogos gozan de lucidez, e incluso ciertas frases son realmente brillantes, pero casi siempre son tan forzadas que no ayudan a presentar un producto mínimamente decente. En un conjunto tan caótico es normal que, aunque sea por contrate, haya buenos momentos.

Las interpretaciones desde luego están a la altura del guión, donde todo es excesivo, y sólo John Turturro aporta cierta calma y equilibrio, pero tan breve como innecesaria será su presencia. Sorprende que Noah Baumbach, después de Una historia de Brooklyn y Life aquatic, nos presente semejante película, confusa e innecesaria, cuando sus personajes anteriores sí poseían entidad, y no eran simples parodias.

En definitiva, no es necesario hablar más de Margot y la boda porque no tiene ni pies ni cabeza, y encima aparece (que no actúa) Jack Black, y para escuchar gente irritada diciendo tonterías, me pongo la COPE.

Lo mejor: La escena del árbol.

Lo peor: La cantidad de metraje carente de propósito alguno.

El dato: El trío protagonista compartió vivienda durante el rodaje por tal de pulir las relaciones entre ellos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Firmo todo lo que apuntas. Pude ver ayer esta película afectada y artificial, donde nada surge natural. Y lo curioso es que en Filmaffinity sólo leo críticas positivas...no entiendo. UNA HISTORIA DE BROOKLYN me encantó, en 78 minutos te condensaba su excelente análisis de un pareja disfuncional (como ésta)sin que el producto oliera a postizo o sobrecargado. Para muestra, un botón: Nicole Kidman califica a si hijo de "apolillado y displicente". ¿Quién en su sano y exquisito juicio, por muy literato que seas, por mucho intelecto que cultives, por muy cool-to que quieras ser, usaría esos adjetivos?? Como esas, muchas a lo largo del guión, que, además, queda lastrado por una narrativa demasiado fragmentada y violenta. Quizá haría falta más pausa para ir asimilando el ladrillo, no crees??

Es el típico título que termina haciéndote perder el escaso interés por lo que te cuenta (además de sonar a Bergman, Allen, etc), y en el que hora y media te parece la condena más insoportable del mundo.

Un saludo!!!!

Redrum dijo...

Jajajaja! Totalmente de acuerdo! Cómo no va a acabar un niño trastornado si le llaman apolillado y disciplente! Lo que yo no creo es que un ritmo pausado ayude, ya que no hay mucho que asimilar, sino mucho que tapar, de ahi el ritmo y la duración.

Y el final ya es la bomba...

¡1 saludo y gracias por comentar!

Anónimo dijo...

para empezar reconosco uqeno osy critico de cine oero me gusta tu centido comun y como separas con meridiana claridad la realidad de la vida con las fantasias del cine cosas que hoy en dia muchas personas no somos capaces de separar y tu como yo sabemos alo que me refiero es por eso que acmiro alas personas que tienen las ideas claras y los pies en la tierra porque creo que esto puede ayudar ha caminar con una cierta traquilida en este mundo de locos y lunaticos en el cual estamos inmersos gracias nico