martes, 11 de octubre de 2011

Sitges 2011: Días 3 y 4

 


Si así arranca el film de Tarr, así debía arrancar la segunda crónica, donde The Turin Horse ha sido uno de los films más destacados. La supuesta última película de Béla Tarr encierra a sus protagonistas para llevarlos al colapso a través de la repetición y la limitación. No hace falta que os diga mucho más, ya que si os ha maravillado esta escena, debéis ver el film de Tarr.

Más tarde llegó Les contes de la nuit, un film de animación en 3D algo anodino que se fragmenta en seis cuentos con moraleja. Aunque dichas sensaciones palidecen antes la desmedida Verbo, que pese a tener potencia visual en ciertos momentos no deja de ser una chorrada de órdago, corroborada por Chapero-Jackson y sus actores al afimar que es el film que hubieran querido ver cuando eran adolescentes. A saber, cuando el film se articula a través del rap, no puede salir nada bueno.

Por comparación, Another Earth es un peliculón, aunque realmente el debut de Mike Cahill resulta un film tan previsible como impersonal, donde el toque sci-fi solo decora un desarrollo demasiado encorsetado. Algo similar a lo que ocurre con The other side of sleep, aunque el film de Rebecca Daly se muestra más abierto y sugerente en el tratamiento de la pérdida y la culpa.


El domingo se cerraba con la hermosa nueva propuesta de Naomi Kawase, superponiendo mitología a relaciones de pareja para hablar de aquellos que esperan. En Hanezu no hay juicios sino miradas, no hay escenificación sino acercamiento. Eso sí, son de esas propuestas que a ciertas horas de la noche cuestan asimilar con el cuello recto.

El lunes llegaban Tarr y Na Hong-jin (director de The Chaser), junto a una de las sorpresa del festival: la explosiva Bellflower. Para muchos The Yellow sea les ha parecido superior a The chaser, y pese a no compartir su opinión es innegable que el segundo film del director surcoreano es un potente thriller bien llevado y bien dirigido, pero alejado de mi top del festival. En cambio el debut de Evan Glodell es la versión visceral del chico-conoce-chica desde una óptica tan arriesgada como freak.


Para acabar el día tocaba una de las apuestas más ridículas y divertidas que he tenido el placer de ver. Underwater love no paró de levantar aplausos durante su proyección, y es que este musical pink tiene infinidad de tachones que, en conjunto, levantan una propuesta que al pasarse de absurda roza la genialidad. Así que no dudéis en darle al play y cantar como si no hubiera mañana. Por cierto, el hippie que veis en el trailer representa a la Muerte... y lo de la perla anal lo dejamos para otro día.



Amanece el lunes con Revenge: a love story, de Wong Ching-Po, film que narra el arranque de un romance entre dos tarados, condicionado por una violación múltiple y su correspondiente venganza. No hay mucho que rascar en un film áspero y directo que muestra la perversión de la pureza frente al abuso policial ante los débiles, pese a no ser, para nada, un mal film. Y con ese ánimo y con ganas de sorprendernos entramos a Bellflower, de Evan Glodell, una maravillosa mezcla de géneros para una historia de amor y amistad. Si bien, a priori, suena a algo mil veces visto, su desarrollo y apuesta visual la convierten en una rareza imprescindible que finalmente se ha alzado con el premio del jurado joven.

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