miércoles, 23 de enero de 2008

The Descent: A tortas con Darwin


Partamos de la excusa que la evolución ha llevado por otros derroteros al hombre. Unos seres que evolucionaron en un ambiente oscuro, ciegos y adaptados para cazar. Habitan cuevas profundas y sólo salen para buscar presas, que devoran en las profundidades.


Luego añade un grupo de amigas, marcadas por la tragedia, que buscan reivindicarse como grupo para superar el drama. Para ello, las protagonistas serán espeleólogas en busca de conquistar una cueva. Obviamente entre ellas algún rencor hay, y a las tensiones se sumará el ataque de los seres antes mencionados.

Sarah pierde en un accidente de coche a su marido y su hija a la vuelta de un día haciendo rafting. 1 año después decide viajar con 5 amigas más para una sesión de espeleología. La líder del grupo (de la que se deja entrever algo turbio con el difunto) las llevará a unas cuevas supuestamente vírgenes, y ya hay lío montado.

Un derrumbamiento las obligará a buscar una salida, descubriendo en ella pinturas rupestres que indican la existencia de esa salida. Aquí viene la mejor parte del film, donde surgen las tensiones entre ellas debido al engaño de la líder al meterlas en una cueva vírgen, y las diferentes posturas entre ellas.

Metidas en ese caos, aparecerán unos entes humanos evolucionados, ciegos, albinos, pero de mala ostia. A partir de aquí carreras, gritos y una cámara muy nerviosa. Cada una hará lo posible por sobrevivir, pero será Sarah la que entienda que para salir de ahí tendrá que ser peor que su enemigo.

Si la parte interesante de la película debían ser éstos entes, no resulta así. Cierto es que se suceden escenas angustiantes y violentas, pero no llegan a tener el interés de la primera parte. A eso se añade el giro que da la protagonista, de pusilánime a sádica, baño de sangre mediante. Si bien no deja de ser entretenida, me parece más interesante las escenas en que se pierden en la cueva, más claustrofóbicas. Los seres de mala leche no acaban de ser terroríficos, y si bien el escenario tenía importancia hasta su aparición, a raíz de ella los túneles se ensanchan y casi nos da igual que sean unas cuevas, como el metro.

Pese a todo, The Descent es un film de terror bastante entretenido, pero del que queda una sensación de que Neil Marshall no ha explotado todas sus virtudes, sino que acaba cayendo en lo fácil.

Lo mejor: La claustrofobia de las cuevas.

Lo peor: Los seres se dejan el instinto asesino al saltar a escena.

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