miércoles, 7 de noviembre de 2007

Día de series

Es hora de cerrar, y agotamos nuestros cafés por última vez entre éstas paredes que guardan tantos recuerdos. Paredes que nos han visto crecer, compartir alegrías y tristezas entre bollos y patatas fritas, entre el mal humor del propietario y los chismorreos de los clientes.

Último portazo y última vez que vemos el cartel de "cerrado", en un local que ha sido nuestra segunda casa, que realmente nunca ha cerrado y que en noches de problemas ha sido un pequeño faro visible desde cualquier sitio de la plaza. Hoy es un día especial, y hay sesión doble en el cine del pueblo, donde nos reunimos casi todos para ver un par de clásico, "Casablanca" y "Charada". El chico que nos vende palomitas es el mismo que olvidó dónde habia escondido los huevos de Pascua un año, o falló en su salto en paracaidas en una de las fiestas del pueblo. Es genial ver una película así, en sofas tan acogedores, y si nos dejan doblaremos la película con frases absurdas a base de palomitas y cafeína. Echaremos de menos estos momentos.

A la salida nos esperan nuestros amigos. Es hora de las despedidas... no volveremos a ver a la chica asiática que plantó cara a su estricta madre y ahora ella es una joven madre casada con un rockero que le da al folk a veces. Ni al alcalde cascarrabias del pueblo, que en contadas ocasiones fue añorable, pero otras tantas insoportable, como cuando inauguró el primer semáforo del pueblo, el semáforo más inútil del estado. La última vez que veremos a la fábrica de chismes del pueblo, compuesta por la ex-bailarina y la amante de los animales, entrañables, pero despiadadas para divulgar lo bueno y lo malo... Y echaremos de menos las recetas de Sookie, ¡sobretodo eso! La fina ironía con la que se protege Michelle o la transparencia de Jackson.

Pero supongo que vosotras añorareis más a vuestros chicos... Llegamos al final del camino y finalmente sólo una parece estar donde debe, donde todos creíamos que acabaría. La otra con un futuro enorme que ha decidido afrontar sola, pero con una maqueta de un cohete, el libro escrito por Jess y el recuerdo del primer chico que entró en su vida.

Hora de volver a casa, de cerrar un ciclo y empezar otro, pero esta vez por separado.

El semáforo está en rojo, y desde aquí puedo ver el bar de Luke, donde nuestras chicas se montan en el coche con Luke.

Es la ultima vez que las veremos sumergidas en sus delirantes diálogos. Salgo del pueblo, y a medida que me alejo, veo apagarse poco a poco Stars Hollow, después de siete años de un brillo que nunca olvidaremos.

Lorelai y Rory, bon voyage.

1 comentarios:

Absenta dijo...

mmmmmmm... ha faltado alguna alusión a nuestra querida madre y abuela Emily y por supuesto a Richard, por lo demás sólo decir que se les echará muchísimo de menos, es un pueblo y un estilo de vida realmente envidiable.