lunes, 18 de febrero de 2008

La escafandra y la mariposa: gustar o amar el cine


Hay ciertas pElículas que hacen que noS guste el cine. PelículAs de una gRan factura, con hIstorias más o menos cercaNas a nosoTros y que hacen qUe las coLas de los cines se llenen. Otras películas nos hacen apasionados del cine, por una potente historia o un director que nos gusta.

Pero las hay que nos hacen aMar el cine. Films que van más allá De lo convencional, que exPerimentan y reiventan, que se saltan lo estableCido para llegar de otra manera al espectador. Películas que no tiene porque ser clásicos, o Films de gran calidad, pero si pequeñas oBras contadas con una narratiVa que nos Hace amarlas u odiarlas.

Gracias a Julian Schnabel nos llega La Escafandra y la Mariposa, QuiZás la películas más personal del año, que Ya ha cosechado éXitos en Cannes y los globos de oro. Sin olvidar el excelente trabajo en fotografía de Janusz Kaminski y un pequeño papel para el siempre genial Max von SidoW.

Jean-Dominique Bauby es un hombre de 42 años, editor de la revista Elle, divorciado y con tres hijos, que vive la vida apasionadamente. Sufre un incomprensible y brutal accidente vascular que lo deja en coma tres semanas. Al despertar le diagnostican un síndrome Locked-in, atrapado en su cuerpo con el tronco cerebral inútil, las funciones motoras anuladas pero el cerebro en perfecto funcionamiento.

Sólo sus ojos y un párpado le permitirán comunicarse con el mundo, a través de un alfabeto reordenado por la frecuencia de uso de las letras. Así es como el protagonista se sentirá encerrado en su propia escafandra, donde sólo se sentirá libre gracias a su imaginación y su memoria.

Sin ninguna concesión, vemos al poco tiempo de metraje como le cosen el párpado inservible para evitar una ulceración de la cornea, con lo que su ventana al mundo se reducirá a su único ojo. Pese a su devastadora situación, jamás perderá la vitalidad, el optimismo y el sentido del humor. Con ello el film nos habla de lo efímero en la vida, no sólo por el contraste con su vida pasada, ni llevando el personaje a la autodestrucción, sino desde el optimismo de alguien que lo pierde todo.

El gran acierto del film sin duda es el enfoque en primera persona, ver el mundo tal y como lo veia Bauby, oyendo sus pensamientos, con los actores mirando directamente a cámara. Como espectador nos sentimos dentro de la cabeza del protagonista, compartiendo sus ideas y su impotencia al intentar comunicarse.

La labor de dirección de Schnabel impecable, igual que las interpretaciones y la caracterización de Mathieu Amalric, y una fotografía soberbia aunque acabe por abusar de recursos.

Una película hecha para recordar, para demostrar que el cine va más allá del entretenimiento y que siguen existiendo films cuya valoración va más allá de las palabras. Una obra de las que no se comentan al salir de la sala.

Lo mejor: Todo

Lo peor: Por decir algo, los saltos a la vida anterior de Bauby.

El dato: Basado en la historia real de Jean-Dominique Bauby.

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