Esto no es una reseña de Pig, morgueros. No lo voy a hacer porque ni su mismo director la recomienda, o en sus palabras "no se la recomendaría a ninguno de mis amigos o familiares y, honestamente, me importaría un carajo si no la viera nadie". Y con ello seguramente os ha despertado una masoquista curiosidad por saber qué director es capaz de hablar así de su criatura, atentando así contra su propia carrera en un aparente suicidio artístico. Lo curioso del caso (y motivo de estas líneas) es que no encontraréis el film en los habituales sitios de descarga, sino que su distribución pasa única y exclusivamente a través del propio director, que muy amablemente os hará llegar un enlace para descargarla a cambio de un simple mail.
Y es que tras ver Pig en varios top ten del año y decidirme a echarle un vistazo, me topé con varias entradas en webs que animaban a ponerse en contacto con el director para pedirle un link a su film, y así sucedió, haciéndome con un archivo de casi 2Gb que contiene la obra de un director que, en este caso, ha decidido pasar de la industria. Algo así es inusual en mi inexperta andadura por los mundos del cine ya que, aunque amiguismo y otro varios siempre sirvan para ver un film antes de su estreno, no es habitual tal contacto directo entre director y anónimos internautas ansiosos de sangre, y menos aún cuando no hablamos de un novato sino de alguien que firma su noveno film tras más de una década dentro de la industria.
Esto sucede en pleno debate sobre la piratería y la acción de la ley sobre las páginas de descarga, unido al descubrimiento de propuestas como Filmin, que han encontrado en internet un poderoso aliado para dar cabida a films que no se ajustan al perfil de producto que buscan las distribuidoras. Con ello se demuestra que el cine, más que moribundo, está más vivo que nunca, democratizándose y creando nuevos modelos de negocio que no cierran puertas a bolsillos discretos, nuevas tendencias ni ilusiones de autor sin medios, erosionando el mercantilismo y acercando a público y autores.
El caso es que aún tengo pendiente responder a Mason con mis impresiones del film, así como no puedo compartir el enlace porque ya ha expirado. Tampoco pienso colgar el film del emule cuando resulta tan sencillo (y ético) enviarle un mail a su director y compartir impresiones a la par que alegramos el día a un autor que entusiasmado nos regala el visionado de su film. No es un método que vaya a darle de comer, pero desde luego es una hábil jugada para crear expectación, dar que hablar y desde luego (tal y como pretende) darle un guantazo a la industria.
Porque eso es Pig, un film crudo y violento, salvaje y visceral, un desahogo al margen de todo lo que huele a industria, y en ello no deja de haber un ejercicio de abrumadora sinceridad, tanto en forma como en contenido. No sólo la tortura, la sangre y el sinsentido que se extiende a lo largo de noventa minutos de plano secuencia, sino por la propia concepción de un film precipitado y barato, más pasional que técnico, que busca las pocas opciones libres que el mercado deja.
Si alguno tiene interés en la película o en la propia figura de Adam Mason, no dudéis en contactarle en esta dirección: adammasonisdead@hotmail.com. Por mi parte me alegro de toparme con estas cosas siendo un amateur sin industria en la que dar rienda suelta a mi tontería creatividad, viendo como no hay barreras que impidan "hacer cine" en un mundo donde las barreras cada vez son menos y los presupuestos (y sus diferencias) más grandes.