El cine es uno de los mejores cronistas que existen en/de la historia. A grandes rasgos tenemos autores preocupados por denunciar las inquietudes con respecto al mundo que le rodean, mientras otros se encargan de satisfacer la demanda de entretenimiento entre los espectadores. Algo parecido pero mucho más acelerado ha ocurrido con la televisión, ideada como elemento transmisor de la realidad mundana pero transmutado en creador de una nueva realidad subyugada al entretenimiento y las audiencias. Y pese a eso, ambos no dejan de reflejar esa realidad donde el espectador, cada vez más, pide mundos a medida, ficciones que amolden el mundo a sus necesidades. Y es que ya sea con el As, Intereconomía o Cadena Ser, la especialización en pro de los beneficios ha fracturado la independencia informativa, sólo abarcable a través de la intersección de todos ellos.
En 1972 arrasaba El Padrino en las taquillas, convirtiendo a un Coppola con vocación de autor en el estandarte del Nuevo Hollywood, y con él, el giro hacia un cine marcadamente intelectual. Tres años después, Tiburón bate todos los récords de taquilla y acaba con la revolución autoral iniciada con Easy Rider, demostrando a las productoras que el interés y, por ende, el éxito se encuentran en el entretenimiento. ¿Qué ha ocurrido en esos tres años para que el espectador cambie de tendencia tan radicalmente? El fin de la guerra de Vietnam.
Ese poder retratista del cine queda patente en Mi mujer favorita, entretenido film del que no os pienso aburrir con datos (tengo muchas otras maneras de aburriros), porque lo realmente fascinante de la cinta de Garson Kanin ha resultado ser (para mí) la manera de retratar aspectos morales de una sociedad americana de pre-guerra. Y es que si en Náufrago (Robert Zemeckis, 2000) se abordaba la vuelta del cónyuge dado por muerto desde una óptica emocional dramática, en el film producido por Leo McCarey tenemos una screwball comedy enfocada a retratar la problemática de cara a una sociedad donde "la libertad del otro" empieza dentro de nuestra propia casa.
Nick se casa con Bianca a la par que consigue la nulidad de su anterior matrimonio al dar por muerta a su esposa Ellen en un naufragio, siete años antes. En el hotel donde celebran la noche de bodas aparecerá Ellen, viva tras pasar ese tiempo en una isla a la espera de ser rescatada. Nick, al reconocerla, y a espaldas de Bianca, se avalanza sobre la supuesta muerta para recuperar los besos perdidos en siete años. La primera respuesta que reciben es del camarero, recordándole que en ese estado están prohibidas tales demostraciones afectivas.
Nick tendrá que lidiar con una nueva realidad que es incapaz de comunicar a su reciente esposa mientras comparte hotel con Ellen, en una sucesión de hilarantes situaciones que dejan de manifiesto la presión social del puritanismo entonces vigente en la América de Roosevelt. "Este hotel tiene un prestigio" le espeta el director del hotel al personaje de Cary Grant a causa de sus contínuos viajes de habitación en habitación, denotando el problema logístico que supone la situación, así como denotando la locura (sic.) de Nick por haberse vuelto a casar. Obviamente, confesar la realidad acabaría con los conflictos que hacen avanzar la trama, pero dicha confesión no realizada se justifica de cara a la aceptación que de la noticia tendrá el entorno.
Existe por un lado el pago de un seguro de vida que se convierte en fraude a través de la verdad, así como el descubrimiento de que la soledad de Ellen en la isla ha estado acompañada de un atractivo hombre, hecho socialmente condenable para un Nick sospechoso de su mujer. Se añade además el delito de bigamia en el momento en que declarar a Ellen viva da validez a su matrimonio sin anular el otro, todo ello sin entrar a perfilar el problema emocional latente entre Nick y Bianca. No sólo no la ama, sino que dicho conflicto no interesa perfilarlo más allá de lo anecdótico, es decir, el matrimonio es un imperativo social (que el mismo Roosevelt acató al no aceptar el divorcio de su mujer) que ejerce de parapeto a las goteras morales de la población.
Finalmente impera el final feliz esperable en toda comedia, y los roles habituales de las screwball donde la mujer lleva el mando y el hombre acomete las locuras necesarias por el amor de la dama. El resto de problemas se solucionan gracias a lo cómico de la situación, haciendo verosímil la fácil resolución cuando durante el desarrollo habían supuesto grandes obstáculos. Y con una falsa elipsis temporal se cierra un film que deja un buen sabor de boca, sin más.
Así es como el cine, más allá de los valores intrínsecos a cada título, acumula un componente histórico fundamental desde cualquier perspectiva temporal. Tanto la denuncia actual como el retrato social de épocas pasadas componen un mosaico vital para entender (si es posible) la evolución de un arte tan complejo, además de permitirnos ahorrar el dinero de un Delorean para regalarnos un viaje en el tiempo. El análisis del cine norteamericano post-11S queda para otros.
7 comentarios:
Pues no la he visto. El argumento es idéntico a esa última que no llegó a rodar Marilyn. Supongo que sería un remake de esta.
No tenía ni idea de que la señora Roosevelt se había querido divorciar...pero bueno, aunque me ha encantado el dato y he ido a leer por qué... el tema del divorcio era complicado por aquellos años. ¿no? No sé.. Tendría que ponerme a mirar y me da pereza. Pero una vez tenía una idea con el tema de los divorcios en Nevada.
En fin, que me enrollo. Que a mí no me has aburrido, que a ver si veo la peli... Y que la única pega que le veo es que a Bianca no la ame a pesar de acabar de casarse...Sería mejor que en realidad amara a las dos...
De todas formas, tampoco puedes poner esta peli como ejemplo de lo que dices,porque si en lugar de esta, te da por reseñar, no sé... Una mujer para dos, a ver qué dices (ja,ja).
Un saludo.
PD: ¿Ya has ido a ver el enlace que te puse?
El inicio de tu artículo me huele (no sé porqué) a Biskind... ¿He acertado?
No la he visto, amigo Redrum, pero tu post me ha parecido maravilloso.
Un saludo
David, por lo que leí, Roosevelt tenía aventuras extramatrimoniales, por lo que la mujer quiso separarse. Decidieron no hacer para no perjudicar la imagen pública del político.
La bigamia va contra la ley, pero amar a dos mujeres va contra Dios!!! Si hubieran tomado ese camino, se podía liar una gorda!
Me alegro de no aburriros!
Mónica, a medias :D
Gracias Crowley!!! Preferí no optar por poner datos del film, caer en lo fácil de alabar a Cary Grant, etc. Las pocas reseñas que encontré del film eran casi iguales.
1 saludo y gracias por comentar!
Muy curioso Redrum. Precisamente "Mi mujer favorita" es una de mis comedias favoritas y hace menos de una semana que la volví a ver. Además ha sido una de las grandes imitadas. Aprta de que Rock Hudson realizó una nueva versión en color junto a Doris Day, la escena en la que Cary Grant ve desde el ascensor por primera a vez a su anterior esposa que creía muerta es uno de esos momentos que más se han imitado en películas posteriores. Pero tu punto de vista ofrece una nueva visión para mí y para verla de distinta manera la próxima vez. Por cierto que Cary Grant en estos papeles estaba genial. Saludos.
Me la apunto. Tiburón y Star Wars, Redrum, sobre todo Star Wars, creo yo. Esa sí que metió la puntilla a ese cine setentero más serio y concienciado.
Marcos, hablarte de lo que ya sabes no tiene sentido, por eso procuro escribir otro punto de vista de las pelis que me recomendáis. A mi me gustó, sin entusiasmarme, pero desde luego ha sido imitada incontables veces. Leñe, es que con la broma tiene ya 70 años!
Insanus, Star Wars lo cambió todo, desde luego, pero antes vino Tiburón y la prueba palpable de que apostar por ese cine era MUY rentable. Además, como comento, todo depende del momento social y las tendencias. Star Wars 6 años antes habría sido un fracaso estrepitoso.
1 slaudo y gracias por comentar!
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