viernes, 26 de octubre de 2012

Sitges 2012: Rarezas y joyas


Es obvio, de 40-50 films que puedes ver en 8-10 días, algunos serán infames, otros pocos serán realmente brillantes y, la gran mayoría, films reguleras, es ley de vida.  Si bien el marcado carácter de Sitges hace que todo adquiera mucho más sentido que en Venecia o Gijón, donde la autoría da muchas más alas de las que suele dar el género, ganando Sitges cierta continuidad, homogeneidad en la experiencia completa, a la manera en que funcionaban las películas corales que os comentaba en la anterior entrada.

Y si hay que recordar un desastre mayúsculo este Sitges sin duda ha de ser Area 407, que arranca placenteramente para convertirse en un despropósito. Imaginen: avión que se estrella, personaje que lo graba todo, gente que desaparece, miedo y, finalmente, dinosaurios. ¿Podría ser peor? Sí, cuando forma parte de una maratón nocturna y es justo la segunda cinta, a las dos de la madrugada.

Aftershock le sigue los pasos a Area 407, la verdad. El film de Nicolás López venía apadrinado por Eli Roth y, la verdad, las palabras del director en la presentación de su película no presagiaban lo mejor... y así fue. Aftershock empieza con burdos topicazos a cascoporro para después usar el terremoto de Chile como excusa para narrar las desventuras de un grupo de chavales sumidos en el caos. ¿Que se use una catástrofe real tiene algun tipo de sentido en el film? No, es una mera excusa, sin más, y con eso ya basta para decir que el film es infame.


En cambio Iron Sky presenta a unos nazis escondidos en la cara oculta de la Luna esperando su momento para conquistar la Tierra. ¿Importa que sean nazis? Sí, ya que pese a ser un mero divertimento, no deja de tener ecos de cierta crítica bajo esa premisa tan loca. Y no hay que negarle sus virtudes ya que con un presupuesto muy bajo Timo Vuorensola ha podido levantar un film más que digno tanto en lo técnico como en lo artístico.

Algo parecido pasa con Drácula 3D, de Dario Argento, con guión y producción de Enrique Cerezo, que es tan loca como la dicha dupla hace suponer. Desde luego el film nació viejo (o demasiado moderno), sumado al trailer sin el CGI que publicaron por error, por ello Drácula 3D resulta tan divertida como chirriante, fuera de nuestro tiempo. Jamás diría que es una buena película, pero junto a una buena compañía la pude disfrutar entre carcajadas, incluyendo ese WTF que supuso ver a Argento entregar un premio a Cerezo por su carrera como productor, con un video tan lamentable como este:



Os juro que en el Auditori se vio tal cual, con los mismos errores de codificación...

Por ahí se coló The Curse, un cortometraje patrio que apesta bastante y que dividía en dos la sesión de Henge con Mekong Hotel, ya muy rara de por si. Henge entusiasmó y generó rechazo a partes iguales, pero no dejaba de tener su gracia para el presupuesto tan bajo, aunque no deja de parecer tan anacrónica como a la sombra de la saga Tetsuo



Y por fin llegaron las joyas, donde sólo Siete psicópatas y The tall man han conseguido distribución en España, esperando saber qué va a pasar con The cabin in the woods y The Bay. Siete psicópatas supone el regreso de Martin McDonagh a las pantallas tras la muy maja Escondidos en Brujas, en un film más disperso, más imbricado pero también más metalingüistico, con una pléyade de actores importante. McDonagh no abandona su estilo ni su humor, pero manipula al espectador al plantear una trama mucho más compleja (en apariencia) para narrar la historia de un guionista a la caza de una historia.

The tall man, en cambio, gustó mucho menos, en esa dualidad que ya generó Laugier con Martyrs. De nuevo plantea una trama con giros exageradísimos y constantes sin necesidad de acudir a tanta tripa, resultando The tall man un film extraño pero enigmático, caprichoso pero atractivo, estilizado pero sucio, una de esas joyas que amas u odias. The Bay, en cambio, tuvo una mala aceptación algo más unánime, o más bien pasó desapercibida, cuando la labor de Barry Levinson con el found footage simplemente es gloriosa. The bay nos sitúa en un pueblecito costero que sufrirá un aparente brote viral que será narrado desde infinidad de cámaras portadas por sus diferentes protagonistas, asemejando más la narrativa a una cirugía que a un poema.



Finalmente los aplausos fueron para The cabin in the woods (aunque los premios para Holy Motors, claro), el sensacional film de Drew Goddard que viene a ser un batido de cine de terror ciertamente indescriptible. La habitual trama de jóvenes que van a pasar un fin de semana en una cabaña acaba derivando en un delirio metacinematográfico impresionante y divertido, sin pompa alguna. Una delícia para amantes del género que deja con ganas de más, cual celebración.

Y así cierro mi Sitges 2012, con una gran ganadora como Holy Motors y otro buen puñado de buenos films que, como extraños hallazgos, han ido poblando estos días. Toca esperar un año y ver si finalmente se acaba el mundo.

¡Suerte!

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