El cine tiene tantas caras como cualquiera de nosotros, ya que no deja de ser un espejo, un retrato polimorfo y fetichista sobre la condición humana. Como tal se nos presenta a veces combativo, otras sólo busca entretenernos, menos de las que nos gustaría se nos muestra como un arte total y en exceso como productos enfocados a limpiar el bolsillo del sufrido espectador.
Pero vosotros, morgueros, apreciáis el cine que cala los huesos, el que transforma a uno, el que como decía Melvin "nos hace querer ser mejores personas". Y aunque eso no sea gramaticalmente transitivo, en la práctica lo acaba siendo, influyendo sobre los que nos rodean y alterando nuestro día a día. Nadie puede negar el influjo del cine en la sociedad, desde las modas a las pequeñas riñas de pareja solucionadas tras un melodrama, con toda una serie de sueños creados a partir del celuloide.
Del papel del cine como transmutador nos habla Soderbergh en este icono del cine independiente parido en Sundance, y con esas credenciales sabemos que Sexo, mentiras y cintas de video es un film reivindicativo, de cuando el cine independiente no sólo eran productos de bajo presupuesto. Y es que debemos remontarnos 20 años atrás para ver cómo al cinta del director georgiano ganaba allí el premio del público, que no el del jurado, siendo eso suficiente para que Miramax distribuyera el film.
El film narra la vida de un triángulo amoroso que se ve alterado por la presencia de una cámara, y tras ella un enigmático James Spader al que grabar a mujeres hablando de sexo le sirve de terapia a su impotencia. La visita a su viejo amigo de la facultad le acercará a la vida de dos hermanas, Ann (Andie MacDowell) y Cynthia (Laura San Giacomo), esposa de John la primera y amante la segunda. Ambas son diametralmente opuestas, siendo la inocente esposa una reprimida sexual y su hermana su ardiente complemento.
La presencia de Graham alterará la vida de los tres, desde el rechazo de John al creerle un fracasado al interés que muestra Ann por su vida, hasta toparse con sus cintas. Entonces entrará en juego Cynthia, que voluntariamente grabará una cinta desencadenando una serie de sucesos que harán saltar a escena a la verdad reflejada a través del objetivo de una inofensiva cámara mostrándonos como lobos.
Esa es la apuesta de Soderbergh, el cine como verdad, plasmada en una cinta sin alardes ni excesos, sobria y directa, alejada de los grandes presupuestos que más tarde le llegaron al director y guionista de esta cinta. El equilibrio roto de unos personajes viviendo en la mentira, reflejados unos en otros y los silencios cobrando vida a través del objetivo de alguien físicamente impotente ante lo que narran a cámara. Graham sólo filma, y ese es precisamente su influjo, el de ofrecer el otro lado del espejo donde no encontramos lo que creemos ser, sinó lo que somos.
Cierto que el film se escuda en temas tan manidos como las relaciones humanas, pero articula su discurso en un tema más delicado en su momento como lo era el sexo, motor del fracaso en la vida de los personajes. No deja de ser la impotencia del protagonista una manera de bajarse del tren de las circenses convenciones y hábitos de sus compañeros de encuadre, una inconsciente renuncia a vivir en la mentira en la que reconoce haber vivido.
Poco más se puede rascar en una lectura plana de la narración propuesta por Soderbergh, que habla más de represión que de relaciones, ya que lo que acaba mostrándose ante la cámara es el individuo. Ahí conecta el espectador con el entrevistado, a través de las miradas de Graham y Soderbergh, una falsa realidad mostrada en pantalla para un espectador que puede verse reflejada en ella pero que no deja de sentir que tanto las entrevistas de Graham como el visionado de Sexo, mentiras y cintas de video son experiencias individuales entre el que filma y el que habla/observa.
En definitiva, un film brillante que huye de la pompa y la trascendencia para hablar de algo más que de relaciones de pareja. Cine hablando de cine, un debut inmejorable y una cinta imprescindible son las señas de un Soderbergh cuya carrera no ha seguido tan interesante camino. Y es que para muchos el cine sigue siendo una maravillosa terapia a la realidad.
Pero vosotros, morgueros, apreciáis el cine que cala los huesos, el que transforma a uno, el que como decía Melvin "nos hace querer ser mejores personas". Y aunque eso no sea gramaticalmente transitivo, en la práctica lo acaba siendo, influyendo sobre los que nos rodean y alterando nuestro día a día. Nadie puede negar el influjo del cine en la sociedad, desde las modas a las pequeñas riñas de pareja solucionadas tras un melodrama, con toda una serie de sueños creados a partir del celuloide.
Del papel del cine como transmutador nos habla Soderbergh en este icono del cine independiente parido en Sundance, y con esas credenciales sabemos que Sexo, mentiras y cintas de video es un film reivindicativo, de cuando el cine independiente no sólo eran productos de bajo presupuesto. Y es que debemos remontarnos 20 años atrás para ver cómo al cinta del director georgiano ganaba allí el premio del público, que no el del jurado, siendo eso suficiente para que Miramax distribuyera el film.
El film narra la vida de un triángulo amoroso que se ve alterado por la presencia de una cámara, y tras ella un enigmático James Spader al que grabar a mujeres hablando de sexo le sirve de terapia a su impotencia. La visita a su viejo amigo de la facultad le acercará a la vida de dos hermanas, Ann (Andie MacDowell) y Cynthia (Laura San Giacomo), esposa de John la primera y amante la segunda. Ambas son diametralmente opuestas, siendo la inocente esposa una reprimida sexual y su hermana su ardiente complemento.
La presencia de Graham alterará la vida de los tres, desde el rechazo de John al creerle un fracasado al interés que muestra Ann por su vida, hasta toparse con sus cintas. Entonces entrará en juego Cynthia, que voluntariamente grabará una cinta desencadenando una serie de sucesos que harán saltar a escena a la verdad reflejada a través del objetivo de una inofensiva cámara mostrándonos como lobos.
Esa es la apuesta de Soderbergh, el cine como verdad, plasmada en una cinta sin alardes ni excesos, sobria y directa, alejada de los grandes presupuestos que más tarde le llegaron al director y guionista de esta cinta. El equilibrio roto de unos personajes viviendo en la mentira, reflejados unos en otros y los silencios cobrando vida a través del objetivo de alguien físicamente impotente ante lo que narran a cámara. Graham sólo filma, y ese es precisamente su influjo, el de ofrecer el otro lado del espejo donde no encontramos lo que creemos ser, sinó lo que somos.
Cierto que el film se escuda en temas tan manidos como las relaciones humanas, pero articula su discurso en un tema más delicado en su momento como lo era el sexo, motor del fracaso en la vida de los personajes. No deja de ser la impotencia del protagonista una manera de bajarse del tren de las circenses convenciones y hábitos de sus compañeros de encuadre, una inconsciente renuncia a vivir en la mentira en la que reconoce haber vivido.
Poco más se puede rascar en una lectura plana de la narración propuesta por Soderbergh, que habla más de represión que de relaciones, ya que lo que acaba mostrándose ante la cámara es el individuo. Ahí conecta el espectador con el entrevistado, a través de las miradas de Graham y Soderbergh, una falsa realidad mostrada en pantalla para un espectador que puede verse reflejada en ella pero que no deja de sentir que tanto las entrevistas de Graham como el visionado de Sexo, mentiras y cintas de video son experiencias individuales entre el que filma y el que habla/observa.
En definitiva, un film brillante que huye de la pompa y la trascendencia para hablar de algo más que de relaciones de pareja. Cine hablando de cine, un debut inmejorable y una cinta imprescindible son las señas de un Soderbergh cuya carrera no ha seguido tan interesante camino. Y es que para muchos el cine sigue siendo una maravillosa terapia a la realidad.
6 comentarios:
Marcó un momento. Incluso despertó mucho morbo por su título.
Saludos
Jajaja! No cabe duda, Jose. Pero me sorprendió gratamente ver que aún era actual!
¡1 saludo y gracias por comentar!
La tengo muy olvidada y le debo un repaso (a la McDowell, jaja!). Pero Soderbergh siempre me ha gustado su inquietud, sus proyectos gustaran mas o menos pero no se puede negar que son personales. A la lista de espera!
Saludos!
Cómo me gustó en su momento, ¿no sé si ahora me diría lo mismo? La verdad es que guardo un grato recuerdo de su visionado, me encantó.
A mi me ha gustado cada vez que la he visto, y ha sido unas cuantas veces...
Uf Doc, yo acabé de Clooney y de Erin bastante cansado, aunque aplaudo Traffic y la nueva propuesta con actriz porno incluida!
Alfie, a mí me ha gustado ahora, aunque supongo que algo de frescura habrá perdido. Pese a todo me sigue pareciendo actual.
Estoy contigo, Marguis, aunque no creo que haya que darle muchos visionados, ni pueda tener muchas lecturas.
¡1 saludo y gracias por comentar!
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