lunes, 12 de septiembre de 2011

Venezia 2011: The way back


Ante todo mis disculpas por no haber tenido demasiado tiempo para haceros llegar las novedades desde ese show llamado Biennale, dejando huérfano este pequeño espacio. Ahora bien, tras 74 títulos a las espaldas, y la confortable comodidad del hogar, toca hacer recuento de las pequeñas cosas realmente reseñables de un festival verdaderamente abrumador.

Como ya sabréis a estas alturas (y si no, echad un ojo al enlace de los amigos de Cinemaseries) Faust es la ganadora a mejor film, mientras la dirección se la lleva Shangjun Cai por el film Ren Shan Ren Hai, el film sorpresa de esta edición. Con lo de sorpresa no me refiero a revelación, sino realmente a un film que no se desvela hasta el mismo día del estreno, y que tuvo una agradable acogida más allá del incidente con fuego que retrasó su pase. No han sido uns premios nada descabellados (menos el del jurado a la anodina Terraferma), y sumando el premio Orizzonti a Kotoko, del inclasificable Shinya Tsukamoto, una locura absoluta que no da un solo respiro al espectador. Por si el director nipón os suena a chino, aquí teneís uno de esos tributos tan de moda en la red.


Pero volviendo al festival, a su sección oficial, cabe destacar la poderosa Shame, la bizarra Killer Joe, la extrema Himizu, la sugerente Alpis, la tierna A simple life y Life without principle, que es de Johnnie To y eso ya es señal de calidad. Ferrara vuelve íntimo y zen con un film más que majo mientras El topo se me hizo plomiza. Y es que era raro encontrar un film realmente potente en la sección oficial, así que una vez hacía los deberes, tocaba irse a Orizzonti u otras secciones que propusieran un cine más arriesgado.

Y si en la anterior entrada ya os hablé de Photographic memory, hoy toca hablaros tanto de Play como de Monkey Sandwich, dos extraños films con enfoques casi opuestos. El primero, a cargo de Ruben Östlund, nos traslada a la Suecia del bienestar para mostrar el conflicto racial entre dos grupos de chavales. Su discurso ya no sólo se centra en el problema de la inmigración sino que, con una puesta en escena que la convierte casi en un Gran Hermano, refleja las relaciones de poder y las ansias de humillación que, a modo de juego, utilizan los fuertes contra los débiles. No es un film que os vaya a dejar indiferentes, aunque tampoco lo esperéis en la cartelera.

Sobre Monkey Sandwich cuesta expresar algo con un mínimo sentido ya que el mismo film parece no tenerlo. A la manera de Sion Sono, los créditos aparecen a los 40 minutos de metraje, precediendo un cambio radical en la historia previamente presentada y desarrollada... y ese tampoco será el último giro. Básicamente la historia gira en torno de un director teatral que más tarde abandona ese puesto entras en la arquitectura y más tarde para liderar una pequeña comunidad afincada en medio de la nada. No podéis negar que al menos suena curiosa, ¿no?

Sobre films podría pasar mucho más rato hablando, así como de muchos cortos bastante cañeros, pero en general la Biennale intimida, ya no sólo por los films sino también porque supone entrar en otra dimensión dentro de estos mundillos. Ya no se trata de ver a Clooney y demás famosetes paseando por ahí, sino que dentro del mismo mundo de la crítica te encuentras a las cabezas visibles de la crítica interncional, y con compañeros que necesitan dos manos para contar las veces que han cubierto dicho festival, dejando en paños menores a un humilde novato como yo. Anecdótico resulta ver como Boyero llega a su ritmo a las colas, se sienta apartado, saca su malboro y se lo fuma mientras su cola avanza, sin prisa alguna por entrar en la sala y, en ocasiones, con cierta prisa por salir de ella.

Eso sí, hay que reconocer que los medios italianos son los que dan el punto de glamour a la prensa, donde algunos no sabes si presentan película y por eso van tan arreglados, mientras la delegación española somos algo más humildes en pro de una necesaria comodidad ante el asfixiante calor de Venecia. Eso sí, entrados en lo profesional, todos nos convertimos en autómotas que comen a la carrera para volver a hacer cola, repitiéndose carreras arriba y abajo en busca de no perder el tren de un film del que te han hablado maravillas. Y si sumas el que muchos de los directores asisten al pase y planifican charlas con la prensa, resulta más que gratificante la cercanía de dichos directores aún no consogrados que traen su trabajo para compartirlo con nosotros.

En fin, eso es Venecia, una experiencia que quiero poder vivir más veces y que me sirve como paso previo a esa locura llamada Cannes, la cumbre de los festivales de cine. Ahora ya toca pensar en el incipiente festival de Sitges y guardar los buenos recuerdos a buen recaudo y disfrutar de la excelente gente que me ha hecho más llevadera (y rica en conocimiento) la experiencia. ¿El resto? Es solo cine...



4 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Yo me voy a Venecia el próximo día 03 de Octubre. Lo del Festival.., pues no te voy a engañar, me alegro de que lo hayas disfrutado, pero me importa un comino. Me sería más útil el que recomendarás algún buen restaurante.

Redrum dijo...

Jajaja! Ya estamos... que si escribes algo elaborado, le falta alma... si escribes algo personal, que importa un mojón...

Los dos que caté están en el Lido, uno con vistas al mar, muy majo. Y sino en Giudeca, con una vista magnífica y buena pinta... si la gente que había allí se veía adinerada, será porque no deben estar mal...

1 saludo y gracias por comentar!

Mister Lombreeze dijo...

Que noooo, no me malinterprete usted. Es que las crónicas festivaleras me abruman. Tantos datos.., demasiado para mi pequeño cerebelo. No sos vos que soy yo.

Redrum dijo...

No se empequeñezca con esa cabeza privilegiada que tiene y tome nota de las recomendaciones, qye hubo films muy interesantes pese a la tirria que le da a usted dicho festival.

1 saludo y gracias por comentar!