Steven Soderbergh lleva el cine en la sangre. Puede contar sus años de carrera por el número de títulos que ha dirigido, y aún le sobrarían y, sin embargo, siempre ha sido una eterna promesa, sin perder por ello el prestigio o su vitola de autor. Su irregular filmografía alterna las habituales concesiones que permiten los proyectos personales, pero siempre bajo un tamiz muy personal acorde con la propia personalidad del director georgiano, donde existe un gran denominador común: la asepsia, no solo en su narrativa sino en la propia tibieza con que se acoge cada uno de sus proyectos. Ejemplo de ello es la discreción con que se paseó Contagion (2011) por la sección oficial de la Biennale de Venecia, cual ninja o asocial, sin generar opinión alguna en las activas charlas que pueblan las colas. Ese es el territorio de Soderbergh, quien el mismo año que anuncia su retirada presenta tres films, director que a pocos desagrada y a casi nadie entusiasma.
Quizás su éxito fue en exceso prematuro, o quizás sus altibajos (para la crítica) y sus vaivenes (para el público) condenan la carrera de un director tan singular. Prueba de ello es Contagion, film acogido con tibieza también en Sitges 2011, con un elenco innecesario para una propuesta que tras el gancho comercial esconde muchas de las inquietudes presentes en la filmografía de Soderbergh. Los seres que pueblan su cine más íntimo se esfuerzan en proteger su alma, en mostrarse asépticos hacia un entorno tan necesario como destructivo, vagando a la deriva entre miradas soslayadas. Y si ese apartado social, fundamental en el cine, supone gloria o muerte, cuando se le solapa una temática sobre enfermedades contagiosas se consiguen las claves de la prematura jubilación de Soderbergh.
Porque Contagion es un film frío, a ratos frenético y a ratos condescendiente con sus personajes, un bombardeo de datos y hechos que ahogan a sus protagonistas, impelidos a actuar por protocolos para acabar siendo humanos. No en vano esa deshumanización a través del frenetismo informativo tiene eco en la figura del blogger convertido en Mesías, mientras que el padre de familia se convierte en mero juez y verdugo al intentar proteger a su hija. Ambos cumplen sus códigos para sobrevivir pero perdiendo parte de su humanidad en el proceso, en un film donde su protagonista se transmite, precisamente, por contacto; una apuesta con no pocas similitudes a El incidente (The happening, M. Night Shyamalan, 2010). Todo cabe en una caricia.
Y si el instinto crea máquinas, el reposo hace grupo, y no me cabe la menor duda que las cavilaciones que han llevado a la supuesta retirada de Soderbergh contemplaban aprovechar su Contagion para atizar sin contemplaciones no solo a la crítica y sus derivados, sino a la propia industria y las traiciones de alto standing que practican: no en vano el desencadenante es una esposa infiel. La traición es contagiosa y en época de vacas flacas el mejor bote es un salvavidas, por ello no cabe sino mirar con amargura el presumible epitafio de Soderbergh donde sus asépticos personajes, de una manera u otra, acaban volviendo a casa.
4 comentarios:
red state me parece cojonuda... pese a su final. no entiendo el criterio para la mezcla de estilos, categorias y premios, es un cacao maravillao que hace huir al seguidor ocasional
Red State es un conjunto de ocurrencias montadas en una sala de montaje.
Y volviendo a Contagion, no me atrae en absoluto. Caerá alguna tarde dominguera, fría y gris como el cine de Soderbergh de quien solamente admiro Che: El argentino y un poco su homenaje al Tercer Hombre de El buen alemán.
Usted sí que sabe, Doc!!! Del resto, ¿se refiere a Sitges?
Mr.Lombreeze, yo creo que tiene más mala baba de la que aparenta, además que incita al ateísmo militante.
Si no le gusta Soderbergh, aléjese de Contagion como de la peste, no hay más. Pero recuerde que hasta el más duro tiene corazón.
1 saludo y gracias por comentar!
Justo, esa asepsia que dices, que a veces juega tanto en su contra. ¿Qué habría pasado si su primera peli hubiese sido Ocean´s Eleven en lugar de Sexo, mentiras y cintas de vídeo? Porque esto de las primeras pelis (y encima con éxito) es como el primer amor, te puede moldear gustos y hábitos si la experiencia fue inolvidable. Esperando a un dvdrip de Contagion. Casi estuve a punto de caer en un screener, pero me aguanté.
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