jueves, 19 de febrero de 2009

El Lector: El peso de nuestros actos, lo liviano de lo que somos


Hay momentos en nuestra vida, experiencias, que decidimos guardar intactas en la memoria. Nuestro jardín secreto al que a menudo volvemos, que no alberga visitas y que el tiempo decora de ignorancia. No es tanto la dicha la culpable, sino la extraña relación entre el presente sin pasado, la esperanza de futuro y el incomprensible azar que se lleva esos momentos tal como antes los trajo, sin preguntar.

Así conservan un halo mágico al que el tiempo o la vida protegen del olvido, como un refugio, una ilusión, un recuerdo que no parece nuestro y que habitamos melancólicos cuando equivocamos de destino nuestro tren. Sin preguntas ni respuestas, avisos ni despedidas, con la violencia para arrancarnos de lo que somos, y el capricho de abandonarnos en la nada, en un apartamento vacío, y pagando los recibos de la luz.

Volviendo a casa desde la escuela, el joven de 15 años Michael Berg (David Kross) se sentirá indispuesto, siendo ayudado por una mujer de la calle. Después de varios meses de reposo, decide volver a verla para agradecérselo, iniciando así una relación basado en el sexo y la lectura. Hanna Schmitz (Kate Winslet) le pedirá a Michael que le lea libros para luego hacer el amor pese a doblar Hanna la edad del joven.


Ocho años más tarde, siendo estudiante de Derecho, Michael asiste como observador a un tribunal donde se está juzgando a colaboradores de la Alemania Nazi y se queda atónito al encontrarse de nuevo con su antigua amante, esta vez, como acusada. A medida que se va revelando el pasado de la mujer, Michael descubre un profundo secreto que tendrá un gran impacto en la vida de ambos.

Sorprende el contraste que nos plantea la novela de Bernhard Schlink, el ejercicio intelectual de la lectura junto al primitivo placer carnal. No hay que engañarse, ambos son formas de comunicación asi como subterfugios para cambiar una vida por una fantasía o el amor por el sexo. Ambos igualmente sumamente divertidos y enriquecedores. Con esos elementos se crea la historia que ha de ser motor del film, encerrada a conciencia en la primera parte del film y a la que jamás volvemos.

A partir de aquí todo son consecuencias, optando el film por hablar de la culpa y explorar la divergencia entre esencia y actos, volcando al protagonista a un mar de dudas del que somos partícipes. El criticado montaje nos pone hábilmente en la piel del protagonista, conociendo lo que el conoce, sintiendo lo que él siente. En ese sentido destaca la actitud de un Michael adulto que accede a enviarle grabaciones de los libros que compartió con la convicta, pero se muestra horrorizado ante la idea de encararla. Sinceramente, uno de los más bellos momentos que el cine me ha dado éstos últimos años, la relación que mantienen a través de la lectura, su personal modo de expiación, de habitar ese refugio lapidado por los errores.

En esa divergencia entran los dos protagonistas del film, una representando el horror y el otro la salvación y la moralidad. Y sin embargo, unidos de por vida alrededor de esos instantes, tanto que Hannah no duda en llamar a un Michael adulto tal y como hacía antaño, "Kid". Todo ello gana fuerza con las poderosas interpretaciones de Winslet y Kross, sin restar mérito a la discreta pero efectiva labor de Ralph Fiennes, así como la de Lena Olin y Bruno Ganz, esta vez al otro lado del nazismo.

La labor de Stephen Daldry se aleja de la parafernalia, busca la esencia de los incomprendidos personajes a través de la excelente fotografía de Roger Deakins y Chris Menges, o utilizando la banda sonora de Nico Muhly prolongadamente durante minutos para después prescindir de ella y de diálogo para remarcar otros aspectos. El conjunto resulta poderoso, gracias también a la labor de guión de David Hare, aunque el clímax inicial relaje la pegada del resto del metraje, centrado en juicio y perdón.

En definitiva, un film que sin ser una obra maestra tiene momentos excelentes y nos regala una pequeña joya a los que aún disfrutamos del placer de la lectura. Que nadie busque romance ni holocaustos ya que El lector se mueve en terrenos más íntimos, en camas, celdas y libros de bolsillo, rincones del "ahora" y el "yo" libres de juicio y pretéritos.


Lo mejor: El uso de la lectura como algo más que un mero entretenimiento.

Lo peor: El presunto clímax judicial.

El dato: Por desgracia esta vez no he necesitado indagar para encontrar algún dato remarcable, ya que el film va dedicado a dos de los productores del film, fallecidos durante el año pasado: Anthony Minghella y Sydney Pollack.

11 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Me aburrió muchísimo esta película en la que los protagonistas hablan inglés con acento alemán, lo que queda un poco ridículo.

Sin embargo, todo tiene su lado bueno. En este caso son sus dos primeros párrafos que me recuerdan a Proust.

Redrum dijo...

Y si le hubiera gustado la crítica completa, hubiera sido ya el acabose! Eso sí, me alegro que le haya recordado a Proust, aunque muy de lejos!

A mí no me aburrió, ni acabé de sentir esa falta de interés pasada la primera parte. Siempre es interesante que un film muestre amor a los libros ;)

¡1 saludo y gracias por comentar!

José Luis López Recio dijo...

De acuerdo contigo, me gustó mucho la película. La interpretacion de la protagonista es muy buena, es muy creible, y eso que no es nada fácil el personaje.
A mi también me gusta mucho que la lectura sea p`rotagonista de la película, se mezclan dos de mis grandes aficciones.
Saludos

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mister Lombreeze dijo...

Off-topic
J, de verdad crees eso de que "los nazis dejaron de pensar"?, no sería que dejaron de pensar cuando llegaron los Aliados a pedir responsabilidades?.

Porque yo creo que lo tenían todo bastante bien calculado. Lo de esclavizar a los pueblos eslavos, quitarles sus recursos naturales y todo eso.

Redrum dijo...

Jajajaja!!! Jose creo a muchos les ha mostrado dos de sus grandes aficiones, o al menos una... Ahora queda la versión de "El cinéfilo"... sexo y películas...

Mmmm... J, Mr.Lombreeze, supongo que más bien es algo como "dejaron de reflexionar o cuestionar". Siempre recuerda una escena de El silencio de los Corderos, donde la madre de la víctima usa reiteradamente el nombre de su hija para intentar que Buffalo Bill la vea como una persona.

Igualmente El Lector no creo que se moje en eso, no se pretende entender la actitud de la protagonista, sino el contraste que hay cuando se quita la ropa.

¡1 saludo y gracias por comentar!

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
M. Jordan dijo...

En "El paraíso de Haffner" se retrata lo que J dice de que "dejaron de pensar". Creo que es un documental muy interesante acerca de ese tema.

Redrum, cada vez lo veo más claro. Lo mejor de esta película son las críticas que sugiere a la gente. Felicidades.

Redrum dijo...

Supongo que, mientras a uno la avalancha les vino intentando comprender qué pasaba y optaron por no enfrentarlo, para otros hubo una serie de circunstancias especiales que hicieron creer como justificables sus actos. De ahí el horror en El Lector sobre el relato de Hannah sobra la iglesia.

Ella lo narra como si esas circunstancias existieran, sin estar en la piel, ya no de quien lo ve como un atroz crímen, sino quien lo valora desde una necesaria distancia.

Mónica, si nos ceñimos a la tuya, estoy totalmente de acuerso ;)

¡1 saludo y gracias por comentar!

M. Jordan dijo...

Gracias, pero lo decía por la tuya, jajaja!!

Mister Lombreeze dijo...

Vuestra generosidad con el pueblo alemán de esa época es admirable y habla muy bien de vosotros, pero no comparto vuestras tesis.

Hitler subió al poder con el voto del pueblo y contra el gusto de los que mandaban. Los alemanes se creyeron superiores al resto de pueblos y razas del mundo, y con derecho a todo lo que sus ejércitos pudieran tomar. "Dejaron de pensar" porque se cagaron de miedo cuando los soldados aliados y soviéticos comenzaron a pisar su gran país.

En fin, es un tema demasiado complejo para esta entrada. Yo soy más de Daniel Goldhagen, "Maus" o "Vencedores o vencidos" que de "The reader".

Y opino que en los años 30, el país más culto del mundo ya eran los USA.

Os recomiendo, si no la habéis visto, "La tormenta mortal" de Frank Borzage.

redrum, perdón por el off-topicazo.