Más allá del propio valor estético que puedan tener los colores en pantalla, estos transmiten y representan el estado del personaje y el que el mismo director pretende crear en nosotros. Con ello Yimou busca otro nivel narrativo que complete los hechos de unos personajes contenidos para una historia de verdades poliédricas, ahondando en una profundidad emocional que contrasta con su simpleza argumental.
Y es que la historia de Hero resulta más bellamente metafórica que compleja, usando un pasaje de la historia de China para hablar de paz y violencia. Todo eso adornado con coreografías al estilo que puso de moda Ang Lee en su premiada Tigre y Dragón, pero en una apuesta mucho más visual y relajada.
La historia de Hero nos sitúa en la época en que China estaba dividida en 7 estados, y sumida en constantes guerras entre ellos en busca de la supremacía. El rey del estado de Qin (Daoming Chen) es el más decidido y ambicioso buscando el dominio de los 7 reinos, pero asesinos del resto de reinos han intentado asesinarlo aunque sólo 3 estuvieron cerca de conseguirlo. Así el rey pondrá precio a las cabezas de Espada Rota (Tony Leung Chiu Wai), Nieve Volante (Maggie Cheung) y Cielo (Donnie Yen), premiando a quien acabe con ellos con riquezas y una audición privada con el rey.
En 10 años nadie reclama dicha recompensa, hasta la llegada de un misterioso guerrero sin nombre (Jet Li) que afirma haber matado al trío de asesinos, mostrando sus armas como prueba. Así será como el guerrero se plantará a 10 pasos del rey para narrar su historia.
La presencia de dicho asesino sin nombre y ataviado de negro ya siembra duda o amenaza en el ojo del espectador, como si de un enviado de la muerte se tratara. Por contra, las historia sobre el resto de asesinos son narradas en diferentes tonalidades, mostrando el carácter que en cada narración adquieren los personajes, desde el naranja para mostrarlos esclavos de sus pasiones, al blanco para mostrarlo en paz consigo mismo.
Así se nos van narrando diferentes versiones de una misma historia, sin repetir los mismos hechos y completando un cuadro donde a modo de caleidoscopio acabamos teniendo una narración construida a base de líneas de color que se van superponiendo. Y es que la forma da color al fondo, así como vemos en el film que una misma palabra puede estar escrita de múltiples maneras y significar siempre lo mismo.
Pese a contar con Jet-Li y el mismo productor de Tigre y Dragón para buscar el gancho a través de las batallas coreografiadas, el film opta por la introspección de unos personajes que basan su fuerza en la reflexión y la lengua. Así vemos luchas que sólo tienen lugar en la mente de los protagonistas y un eje central apoyado en las conversaciones del asesino sin nombre con el rey de Qin, así como un uso de la sangre meramente estético.
De esta manera se enriquece y estiliza una épica historia que no busca más que usar una bella historia de China para llegar al gran público, gustando y entusiasmando, pero no arrebatando. Y es que muchas veces la narración se contradice con lo visto anteriormente y resulta complicado desligar a los personajes de sus acciones anteriores una vez se demuestran falsas y se nos presentan como ciertas las opuestas. Y pese a resultar fascinante el contraste, es sencillo desligarse de las motivaciones de los protagonistas y quedarse meramente en lo visual sin acabar de empaparse de las historias de amor y traición que Zhang Yimou nos propone.
Y es que ahí entramos en el terreno psicológico donde el espectador toma como verdad todo lo representado en pantalla, donde la diferencia entre ficción y realidad no existe. Quizá una puesta en escena más onírica hubiera ayudado a hacer más ficticias las historias que nos narra el asesino sin nombre, contrastadas después con texturas más reales al explicar la verdad. Pero no es la intención de Yimou que vivamos la historia desde los personajes, sino vivirla y entenderla como un conjunto, como un óleo donde el todo da sentido a las individualidades.
En definitiva, un film interesante y cuidado que busca embellecer una gran historia sin llegar a recargarla. Retazos de filosofía oriental a golpe de espadazo y colorido, que parte de una premisa que a lo largo del film se justifica como inútil y se cierra con la imagen de la silueta del mártir representando la voluntad de un pueblo. Lección de filosofía, historia y buen gusto.
Lo mejor: La lucha entre hojas.
Lo peor: Las decisiones de los personajes resultan, en ocasiones, forzadas.
El dato: El perfeccionismo de Yimou llevó a tener que pintar de negro 300 caballos, acorde con el color del reino de Qin, o a esperar a que las aguas del agua estuvieran completamente en calma para rodar la escena de lucha entre Espada rota y el asesino sin nombre.
Y es que la historia de Hero resulta más bellamente metafórica que compleja, usando un pasaje de la historia de China para hablar de paz y violencia. Todo eso adornado con coreografías al estilo que puso de moda Ang Lee en su premiada Tigre y Dragón, pero en una apuesta mucho más visual y relajada.
La historia de Hero nos sitúa en la época en que China estaba dividida en 7 estados, y sumida en constantes guerras entre ellos en busca de la supremacía. El rey del estado de Qin (Daoming Chen) es el más decidido y ambicioso buscando el dominio de los 7 reinos, pero asesinos del resto de reinos han intentado asesinarlo aunque sólo 3 estuvieron cerca de conseguirlo. Así el rey pondrá precio a las cabezas de Espada Rota (Tony Leung Chiu Wai), Nieve Volante (Maggie Cheung) y Cielo (Donnie Yen), premiando a quien acabe con ellos con riquezas y una audición privada con el rey.
En 10 años nadie reclama dicha recompensa, hasta la llegada de un misterioso guerrero sin nombre (Jet Li) que afirma haber matado al trío de asesinos, mostrando sus armas como prueba. Así será como el guerrero se plantará a 10 pasos del rey para narrar su historia.
La presencia de dicho asesino sin nombre y ataviado de negro ya siembra duda o amenaza en el ojo del espectador, como si de un enviado de la muerte se tratara. Por contra, las historia sobre el resto de asesinos son narradas en diferentes tonalidades, mostrando el carácter que en cada narración adquieren los personajes, desde el naranja para mostrarlos esclavos de sus pasiones, al blanco para mostrarlo en paz consigo mismo.
Así se nos van narrando diferentes versiones de una misma historia, sin repetir los mismos hechos y completando un cuadro donde a modo de caleidoscopio acabamos teniendo una narración construida a base de líneas de color que se van superponiendo. Y es que la forma da color al fondo, así como vemos en el film que una misma palabra puede estar escrita de múltiples maneras y significar siempre lo mismo.
Pese a contar con Jet-Li y el mismo productor de Tigre y Dragón para buscar el gancho a través de las batallas coreografiadas, el film opta por la introspección de unos personajes que basan su fuerza en la reflexión y la lengua. Así vemos luchas que sólo tienen lugar en la mente de los protagonistas y un eje central apoyado en las conversaciones del asesino sin nombre con el rey de Qin, así como un uso de la sangre meramente estético.
De esta manera se enriquece y estiliza una épica historia que no busca más que usar una bella historia de China para llegar al gran público, gustando y entusiasmando, pero no arrebatando. Y es que muchas veces la narración se contradice con lo visto anteriormente y resulta complicado desligar a los personajes de sus acciones anteriores una vez se demuestran falsas y se nos presentan como ciertas las opuestas. Y pese a resultar fascinante el contraste, es sencillo desligarse de las motivaciones de los protagonistas y quedarse meramente en lo visual sin acabar de empaparse de las historias de amor y traición que Zhang Yimou nos propone.
Y es que ahí entramos en el terreno psicológico donde el espectador toma como verdad todo lo representado en pantalla, donde la diferencia entre ficción y realidad no existe. Quizá una puesta en escena más onírica hubiera ayudado a hacer más ficticias las historias que nos narra el asesino sin nombre, contrastadas después con texturas más reales al explicar la verdad. Pero no es la intención de Yimou que vivamos la historia desde los personajes, sino vivirla y entenderla como un conjunto, como un óleo donde el todo da sentido a las individualidades.
En definitiva, un film interesante y cuidado que busca embellecer una gran historia sin llegar a recargarla. Retazos de filosofía oriental a golpe de espadazo y colorido, que parte de una premisa que a lo largo del film se justifica como inútil y se cierra con la imagen de la silueta del mártir representando la voluntad de un pueblo. Lección de filosofía, historia y buen gusto.
Lo mejor: La lucha entre hojas.
Lo peor: Las decisiones de los personajes resultan, en ocasiones, forzadas.
El dato: El perfeccionismo de Yimou llevó a tener que pintar de negro 300 caballos, acorde con el color del reino de Qin, o a esperar a que las aguas del agua estuvieran completamente en calma para rodar la escena de lucha entre Espada rota y el asesino sin nombre.
14 comentarios:
Muy bien... perfecto.
Jajajaja! Leñe, no sé si el comentario es bueno o malo, Javotxu!
No creo que haya acertado de pleno ;)
¡1 saludo y gracias por comentar!
Es bueno hombre, siempre en positivo.
No es que sea un fanático del cine oriental, pero me gustan las películas que cuentan historias sencillas rodeadas de matices, profundizando en aspectos. Ello da como resultado una obra bien cuidada. Simple pero con profundidad. Y hacer esto es algo muy complejo (Ojo!, que también me he visto todo David Lynch).
En mis anteriores comentarios obvié (no por nada, si no porque me centré en la escritura) una parte de la peli que me parece muy interesante, que es la de los sentimientos, en concreto entre Nieve y Cielo. Hay una escena en la que ambos, tras haber decidido el plan que conllevará su muerte, aparecen buscándose entre sábanas hasta encontrarse. Los verdaderos amantes son aquellos que están continuamente buscándose y recorriéndose, pues el verdadero amor es una empresa inagotable. Lo de las velas que le iban largando al emperador el estado de ánimo de "sin nombre" ya me cuadró un poco menos. En cualquier caso, el que hayas hecho mención al plano sentimental de la película me ha alegrado personalmente.
Y después que las peleas también molan.
J.
Hero es una de esas viejas cuentas pendientes mías. Ya sabéis, una de esas que dices "Tengo que verla" y pasan los años y no lo haces. ASí que de este mes no pasa, :).
Javotxu, molan las peleas y son realmente bellas, la verdad. Lástima que las historias personales no estén más trabajadas.
Insanus, es relativamente corta, aunque yo ya me pierdo con tanto chino volador!!!
¡1 saludo y gracias por comentar!
Como fan de Zhang Yimou, desde que vi "La linterna roja" de casualidad hace ya muchos años, cuando cayó en mis manos el trailer de "Hero", lo primero que pensé es que se había subido al carro de "Tigrre y Dragón", que no ofrecería otra cosa que un wu Xia (género cinematográfico chino donde se mezcla la filisofia de artes marciales con aventuras coreografiadas al milímetro) muy bonito y estético.
Menos mal que me equivoqué.
Este hombre, a veces amado a veces prohibido por las autoridades chinas (a ver si se ponen de acuerdo) factura una película bella, llena de aristas en la que se define qué significa ser un heroe.
Aunque con la última que he visto del director "La maldición de la flor dorada" se le fue un poco la mano, efecto que se suavizaba gracias a la bella Gong Li, ya era hora que la recuperara.
Un saludo.
Ha
¿Se le fue "un poco" la mano con "LA maldición de la flor dorada"?
Zhang Yimou está entrando en la exaltación patriótica a medida que pierde la esencia de su cine. La última fue una broma pesada y de muy mal gusto. ¡Quién le ha visto y quién le ve!
Pues amigos, creo que Zhang Yimou es mi gran asignatura pendiente. Diría que solo he visto "La casa de las dagas voladoras" que por cierto me gustó bastante, así que acepto recomendaciones...
Saludos!
"La linterna roja"
Para mi es su mejor filme.
Luego iría "Ni uno menos"
Pero los dos son muy diferentes a Hero y La casa...
Yep, coincido. "La linterna roja".
Nada, tendré que repasar al Yimou pre-chinos voladores...
¡1 saludo y gracias por comentar!
Nada, tendré que repasar al Yimou pre-chinos voladores...
¡1 saludo y gracias por comentar!
No, señores... a redrum no se la ha ido la cabeza, es que le encanta jugar con el metalenguaje.
Jajajaja! Mónica, como dijo Nietzsche, las cosas hay que decirlas dos veces, porque si das a la verdad una pierna, acaba tropezando y cayendo. Si le das una pierna derecha y una izquierda, podrá andar por sí sola...
Maldito blogger...
¡1 saludo y gracias por comentar!
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