Todos queremos ser héroes. Todos hemos querido ser más de lo que somos a los ojos de quienes nos importan, algunos mediante la exageración, otros mediante la mentira. La gloria y la admiración son tan etéreas como transitorias, un pedestal que sólo es nuestro en la memoria.
El último asalto (Resurrecting the champ) habla de oportunidades perdidas, glorias pasadas y de la huella que dejamos en la gente. Ética y honestidad en un film de Rod Lurie que, en este caso, deja la labor de guión a Michael Bortman (Reacción en cadena) y Allison Burnett (Sin rastro, Otoño en Nueva York).
Erik (Josh Harnett) cubre combates de boxeo para un periódico a la espera de poder dar el salto a eventos deportivos más importantes. Gusta de impresionar a su hijo sobre las historias con las estrellas del deporte que dice conocer, mientras intenta reconciliarse con su esposa.
Casualmente descubre a un vagabundo (Samuel L. Jackson) que afirma ser un ex-aspirante a campeón del mundo de boxeo, y le surge la oportunidad de buscar una mejor oferta laboral apoyado en un artículo sobre el gran púgil que acaba durmiendo en la calle. Ésto le abrirá muchas puertas, pero no todas para bien.
El film acierta de pleno en la historia que nos presenta, más allá de lo interesante que pueda parecer de partida al espectador. La premisa inicial dura la mitad del film, y no es la trama principal, sino un apoyo a la historia del reportero. Es así como tenemos un film con dos historia que se cruzan y se complementan, muy bien llevadas y que huyen de ser previsibles.
El ritmo del film es pausado pero no se centra en detalles sin importancia, sino que la historia avanza incluso más rápido de lo que nos gustaría. A eso colaboran sus protagonista, que con unas interpretaciones más que correctas nos implican en semejante historia de triunfos y fracasos.
Y es que el mayor acierto del film es la manera en que nos cuenta la historia, seduciéndonos como al redactor por la fabulosa historia del boxeador, y antes de agotar la fórmula, proponer una nueva trama, a traición, cuando ya estamos emocionados con el renacer del campeón.
Claro está que es conveniente no saber de la trama más de lo necesario, aunque muchos sabrán de la historia real en que está basada el film. Si no es el caso, disfrutareis más de una historia que juega con las emociones del espectador, que lo entretiene y lo implica, con una historia muy humana.
En definitiva, un film excelente que seguramente pase desapercibido en taquilla. Un gran ejemplo de cómo un buen film no necesita de efectos especiales, y de cómo el corazón del espectador no es sólo terreno del cine independiente.
Lo mejor: El papel de Samuel L. Jackson, que parte de la comedia para acabar en drama, con un papel de perdedor-triunfador realmente trabajado.
Lo peor: Pese a no hacer una mala interpretación, Josh Harnett tiene unos ojos realmente inexpresivos.
El dato: La historia está basada en el reportero J.R. Moehringer, mientras que Bob Satterfield existió como tal. Os dejo con sus datos y un video suyo en acción.
El último asalto (Resurrecting the champ) habla de oportunidades perdidas, glorias pasadas y de la huella que dejamos en la gente. Ética y honestidad en un film de Rod Lurie que, en este caso, deja la labor de guión a Michael Bortman (Reacción en cadena) y Allison Burnett (Sin rastro, Otoño en Nueva York).
Erik (Josh Harnett) cubre combates de boxeo para un periódico a la espera de poder dar el salto a eventos deportivos más importantes. Gusta de impresionar a su hijo sobre las historias con las estrellas del deporte que dice conocer, mientras intenta reconciliarse con su esposa.
Casualmente descubre a un vagabundo (Samuel L. Jackson) que afirma ser un ex-aspirante a campeón del mundo de boxeo, y le surge la oportunidad de buscar una mejor oferta laboral apoyado en un artículo sobre el gran púgil que acaba durmiendo en la calle. Ésto le abrirá muchas puertas, pero no todas para bien.
El film acierta de pleno en la historia que nos presenta, más allá de lo interesante que pueda parecer de partida al espectador. La premisa inicial dura la mitad del film, y no es la trama principal, sino un apoyo a la historia del reportero. Es así como tenemos un film con dos historia que se cruzan y se complementan, muy bien llevadas y que huyen de ser previsibles.
El ritmo del film es pausado pero no se centra en detalles sin importancia, sino que la historia avanza incluso más rápido de lo que nos gustaría. A eso colaboran sus protagonista, que con unas interpretaciones más que correctas nos implican en semejante historia de triunfos y fracasos.
Y es que el mayor acierto del film es la manera en que nos cuenta la historia, seduciéndonos como al redactor por la fabulosa historia del boxeador, y antes de agotar la fórmula, proponer una nueva trama, a traición, cuando ya estamos emocionados con el renacer del campeón.
Claro está que es conveniente no saber de la trama más de lo necesario, aunque muchos sabrán de la historia real en que está basada el film. Si no es el caso, disfrutareis más de una historia que juega con las emociones del espectador, que lo entretiene y lo implica, con una historia muy humana.
En definitiva, un film excelente que seguramente pase desapercibido en taquilla. Un gran ejemplo de cómo un buen film no necesita de efectos especiales, y de cómo el corazón del espectador no es sólo terreno del cine independiente.
Lo mejor: El papel de Samuel L. Jackson, que parte de la comedia para acabar en drama, con un papel de perdedor-triunfador realmente trabajado.
Lo peor: Pese a no hacer una mala interpretación, Josh Harnett tiene unos ojos realmente inexpresivos.
El dato: La historia está basada en el reportero J.R. Moehringer, mientras que Bob Satterfield existió como tal. Os dejo con sus datos y un video suyo en acción.
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