...para ser insensible al tostón que Kurt Wimmer se atrevió en 2002 a escribir y rodar. Como guionista ha firmado guiones como el de Sphere, Dueños de la calle o El secreto de Thomas Crown, pero como director es culpable de Ultraviolet, film más cercano a la propuesta de hoy.
El hecho de no haber llegado nunca a España la ha convertido en una especie de film de culto sólo adquirible a través de Internet. Supongo que la reminiscencia a Matrix, verla en versión original o el desconocimiento de las grandes novelas sobre distopías disparan el entusiasmo, pero la realidad es que no llegó a nuestra cartelera por el rotundo fracaso en la taquilla americana.
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Con el fin de acabar con guerras y esas cosas tan malas que hace el ser humano, después de la tercera guerra mundial se erigió la figura de El Padre como nuevo líder que prohibiría toda manifestación emocional a base de acabar con el arte, los perfumes, el empapelado e imponiendo el consumo regulado de un inhibidor emocional. Pero en la cima de la lucha contra los rebeldes y gracias a una misteriosa mujer (Emily Watson), el clérigo John Preston descubrirá mogollón de sentimientos que le harán dudar de su humanidad y su misión.
Sí, la idea es un churro entre Fahrenheit 451 y 1984, con el lavado de cara de Matrix y la profundidad de una caja de cerillas. Y el problema no es la alarmante falta de originalidad, sino la asombrosa tontería del conjunto. Es uno de esos trabajos que no son fruto del azar, hay que querer hacerlo así de mal para conseguirlo.
De hecho, como castaña pretenciosa convertida a film de culto supera (para mal) a Dark City, con una historia donde lo previsible es superado por lo absurdo. Desde el topicazo de usar la Gioconda o la novena sinfonía de Beethoven, a las diferentes veces que se delatan sintiendo emociones los personajes, y nadie repara en ello. Tanto es así que el protagonista se casca dos San Silvestres entre guardias y medidas de seguridad varias y nadie le da importancia. Una cosa es no sentir, y otra muy distinta no pensar.
Detallazo también las medidas de seguridad para ser recibido por El Padre (Gran hermano orwelliano), menores que las del pase de prensa de Indiana Jones y que justifican el desenlace del film. Y es que sumando todos esos detalles, lo mínimamente atractivo de la apuesta se va al garete, y ni siquiera las escenas de acción se salvan, ya que el súper-clérigo es la santísima Trinidad (Neo, Rambo y Obi-Wan), a medio camino de una clase de thai-chi y una actuación de Sara Baras.
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En definitiva, no hace falta seguir enumerando las virtudes de Equilibrium, que arranca con una apuesta interesante a la par que trillada para dar paso inmediato al efectismo, lo previsible y un desarrollo lamentable. Un film para los habitantes de Libria.
Lo mejor: La sensación de persecución constante, de ser sospechoso, conseguida en gran medida gracias a la labor del hijo del protagonista (Matthew Harbour).
Lo peor: Las escenas de acción, sólo disfrutables para un incauto público adolescente.
El dato: Para los seguidores de Prison break, podemos ver a Lincoln Burrows y Alexaner Mahone en dos pequeños papeles.
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