El gurú del buen rollo: Myers no tiene amigos

Y con ello no me refiero a colegas que se prestan raudos a un cameo. Me refiero a esos amigos que te avisan cuando una chica no te conviene, que no se cortan en corregirte en tus errores, y sobretodo, que te hacen ver la diferencia entre ser gracioso y ser un payaso. Y es que empiezo a creer que Austin Powers 2: La espía que me achuchó sólo me gustó por el doblaje de Florentino Fernández.

Mike Myers se ganó la fama gracias a los dos films de Wayne´s World y su programa en la MTV, pero de eso hace 15 años y ha cambiado mucho el panorama como para que Myers siga ofreciendo más de lo mismo. Y es que El gurú del buen rollo no es más que un espectáculo montado por y alrededor de Myers, un auto-homenaje insulso y desfasado.

Darren Roanoake (Romany Malco) es la estrella de un equipo de hockey que afronta una final. La ruptura con su mujer (Meagan Good) cuyo nuevo novio es el portero rival (Justin Timberlake) hace mella en su rendimiento deportivo, por lo que la propietaria del club (Jessica Alba) decide contratar los servicios de segundo mejor gurú del país, el Gurú Pitka (Myke Myers).

Para el Gurú Pitka, tal trabajo supondría la llamada de Oprah Winfrey y desbancar a Deepak Chopra como el gurú más importante del país. Dicha terapia irá desde tratar con la ex-novia a afrontar los problemas del jugador con su madre (Telma Hopkins).

Y poca escena, por no decir ninguna, se verá privada de la presencia de Myers, que se empeñará en poner cara de idiota confundiendo egolatría con comicidad. Y en ocasiones llega a dar incluso pena, con largas escenas dedicadas a él, carentes por completo de chispa, como la ridícula interpretación del More than words de Extreme.

Los actores que completan el reparto son mera comparsa, desde Jessica Alba que está para sonreír a las tontadas de Myers, hasta Verne Troyer que sólo sirve para los chistes sobre enanos. Enésima entrega del mismo humor marca de la casa, inocuo y simplón, que cuando se queda sin ideas tira de la broma sexual obvia, con perritos calientes o nueces.

Y curiosamente, por trabajo o contraste, lo que más destaca es la historia. No os frotéis los ojos, habéis leído bien, ya que pese a ser tópica, no deja de tener elementos interesantes sobre las enseñanzas del Gurú Pitka. El problema viene cuando una historia amena debe ser reescrita para meter gags y cuota de cámara necesaria para llenar el ego de Myers.

Y es que ni los americanos quieren ya el actor, ya que el film ha recaudado la mitad de lo que costó su producción. Sonoro batacazo que tiene visos de repetirse por el mundo, confiándonos a pensar que Myers recapacite y se jubile junto a De Niro, Pacino y Kingsley.

En definitiva, ahorrárosla porque no reiréis con ella ni viéndola en compañía. Un ejercicio entre lo reivindicativo y lo onánico del que uno sólo desea un giro similar al de Psicosis. Bueno, que Myers va para 46 años y debería dejarse de estas tonterías.

Lo mejor: Los juegos de palabras sobre las enseñanzas.

Lo peor: Myers, Myers y Myers (que hace 3 veces de sí mismo).

El dato: El gurú Pitka era un personaje destinado a Austin Powers 2. Maldito baúl de los recuerdos...