martes, 20 de mayo de 2008

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal


Decía recientemente Spielberg que pocos de sus personajes eran reconocibles por su sombra. De hecho, pocas sombras de la historia del cine son tan reconocibles como la de Indiana Jones. Su atuendo (que no disfraz), su gorro y su látigo son ya parte de la historia del cine de aventuras. No es casual que su primera aparición venga precedida por su sombrero y su sombra. Eso, en gran parte, es mérito de Harrison Ford, siempre excelente en su papel. Como comenta Shia LaBeouf, la primera vez que vio a Ford caracterizado supo que realmente existía Indiana Jones, un personaje que el actor ha hecho suyo y sólo suyo.


Por razones como ésta es difícil afrontar una nueva entrega 19 años después de la fabulosa Indiana Jones y la última cruzada. Irremediablemente la comparamos con la trilogía que le precede y buscamos lo mismo que en su día nos emocionó y nos fascinó, pero el tiempo no pasa en balde ni para un personaje de ficción.

Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal nos sitúa en el año 1957, en el área 51, donde los rusos fuerzan a Jones a revelarle la ubicación exacta de los restos alienígenas de Roswell. De vuelta a su vida de profesor, un joven rebelde que se hace llamar Mutt (Shia LaBeouf) habla a Jones sobre la desaparición de su madre y un profesor al que Indy conoce, cuando andaban a la busca de la calavera de cristal y la mítica ciudad de Akator.

Así se embarcarán Indiana y Mutt en un viaje a Perú, seguidos por los rusos que están convencidos del poder de la calavera. Allí seguirán las pistas dejadas por el profesor Oxley (John Hurt), hombre enajenado por el supuesto poder de las calaveras y que no tardarán en dar con su paradero, al igual que con el de la madre de Mutt. Mientras unos sólo querrán devolver la calavera a donde pertenece, otros querrán descubrir sus secretos para doblegar a EE.UU. como potencia mundial.

El film arranca poniéndonos en situación bien pronto, Elvis a la voz y unos jóvenes de estética American Graffiti y los films de James Dean a fuego en las retinas. Poco tarda en aparecer un primer plano de las barras y las estrellas y nos sumergimos de pleno en la trama. Un arranque más cercano a la 3ª entrega, que no a las dos primeras cuyos primeros minutos eran vertiginosos.

El cambio que vemos pronto en la ambientación también lo vemos pronto en el resto de elementos, con un Indiana menos hábil y nueva gente a su alrededor, sin faltar homenaje a los difuntos padre y Marcus (Denholm Elliott, fallecido en 1992) que dan un aire más solitario y sosegado a Jones.

Shia LaBeouf hace su aparición al más puro estilo Brando de Salvaje, sobre dos ruedas y en un papel muy acertado, cosa que a priori, podía ponerse en duda. Su personaje resulta más interesante, definido y menos cargante que el de Tapón en Indiana Jones y el templo maldito. Ellos dos llevan el peso del film, a medida que el reparto crece coralmente hasta llegar a cinco personajes en busca de Akator, perseguidos por la malvada Irina Spalko, perfectamente interpretada por Cate Blanchett. Todo el elenco cumple a la perfección, incluida Karen Allen retomando su papel de Marion 27 años después. Sólo John Hurt es la nota negativa en un papel notablemente ridículo.

El principal problema que afronta el film es lo tarde que llega, como le sucedió a la tercera entrega de El Padrino. El perfecto ritmo con el que fluía la trilogía anterior no es el mismo que hoy día se le puede pedir a Lucas y Spielberg, como no era igual la batuta del joven Karajan y la del anciano. Si Indiana Jones dejó escenas imborrables en la memoria, en ésta entrega se hace complicado impresionar en una fórmula tan explotada. La narración es más sosegada y por contra se llevan al límite los efectos especiales en la entrega menos creíble de las cuatro. Más que reinventar se ha optado por sobredimensionar y exagerar en escenas con una brillante factura técnica pero alejadas del universo Jones que el espectador tenía creado.

Desde luego el film no aburre, todo lo contrario, es un genial entretenimiento, pero las contadas veces que suenan los acordes de la banda sonora original nos sentimos desubicados. Un vago intento de sanar la melancolía cuando viajar al pasado no es posible, que nos insta a aceptar el paso del tiempo y a disfrutar de un Indiana Jones esencialmente perpetuo en un mundo totalmente diferente.

Leeréis multitud de rankings donde situarán la nueva entrega entre el segundo y el cuarto puesto. No afrontéis su visionado a la espera de situarla vosotros mismos en un ranking, porque Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es Indiana Jones, pero a la vez no lo es. Puede que falte la magia que hubo en las primeras, o puede que la historia no sea tan perfecta (David Koepp es su guionista) ni los malos sean tan carismáticos. Puede que quien se sienta en la butaca no sea el mismo y sin embargo busque las emociones del pasado, y al salir de la sala luzca una sonrisa por las dos horas de entretenimiento, pero un pequeño nudo al despedirse definitivamente de Jones hace 19 años.

En definitiva, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es un excelente film de aventuras, un espectáculo de efectos especiales, sentido del humor y las clásicas peleas de la saga, pero es un Indiana Jones desubicado, metido gran parte del metraje en discusiones familiares y que deja un sabor agridulce a quien se crea expectativas. Si necesaria era esta cuarta entrega, necesario es que no haya una quinta, hecho sobre el que hay un guiño al final del metraje.

Lo mejor: Indiana Jones, por supuesto. La imagen de Jones y un hongo nuclear también es impresionante.

Lo peor: Si bien no el exceso de efectos especiales, sí la exageración en su uso. Eso lleva a someter al personaje a la parafernalia.

El dato: Las calaveras de cristal existen, y son un misterio hoy día. Podéis consultar aquí y aquí para más información. Y aquí algo más sobre los otros tesoros de Jones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que me temía...las pocas ganas que tenía de ver esta resurrección del mito acaban de desaparecer tras leer tu comentario. Supongo que yo también he cambiado como espectador, y ya no me convence la idea de aumentar los ingresos de unos señores cuya única aspiración al rodar esto es seguir forrándose a costa de los ilusos nostálgicos...supongo que me la bajaré de la red. Un saludo! El Quimérico Inquilino

Anónimo dijo...

Te recomiendo encarecidamente que la veas en el CINE. Si bien es cierto que la película chirría en algunas ocasiones (la parte final, para olvidar...), no es menos cierto que globalmente resulta un divertimento de primera que sólo se puede apreciar en su justa medida en la pantalla grande.

Redrum dijo...

Anónimo, gracias por el consejo, siempre son bienvenidos. El hecho es que la vi en el cine, como debe ser. Tal y como he dicho, realmente cumple con la parte del entretenimiento sobradamente, pero la parte que debería ponerla a la altura de las tres primeras, cojea.

Tomás, no dudes en ir a verla al cine, es más, seguramente habrás ido ya. No creo que el objetivo de esta gente sea forrarse, porque dinero no les falta, pero Jones es una creación suya, y como padres tienen la libertad de hacer con ello lo que quieran. Según ponía en el pressbook fue Harrison Ford quien insistió, y a todos les pareció reunirse para pasar un buen rato reinventando una nueva aventura del arqueólogo.

¡Gracias por comentar!