Magnífico drama a cargo del joven Todd Field, con un elenco que incluye a Marisa Tomei, Tom Wilkinson, Sissy Spacek y Nick Stahl. Un duro film basado en la historia de Andre Dubus.



Fuente: SlashFilm
Para los que llegáis tarde y os da pereza buscar de qué va esta sección, vuelvo a explicarlo. Durante los próximos siete días recopilaré las recomendaciones que me hagáis en este mismo post, para el sábado que viene elegir una y comprometerme a verla y hacer la crítica en los siete días siguientes.
Catherine (Gwyneth Paltrow) es una joven brillante que se despierta en su 27 aniversario y se descubre hablando con su padre, cuyo entierro tiene lugar ese mismo día. Su padre, Robert (Anthony Hopkins), fue un brillantísimo matemático que a los 21 años revolucionó su profesión para después caer en la locura y tener que ser atendido por Catherine las 24 horas del día. Inevitablemente pensará que puede estar afectada de la misma enfermedad que su padre.
Y al final nos acaba sabiendo a poco una historia que arranca muy bien, que toma un giro interesante en su primera media hora, y que acaba por no explotar ninguna de las dos vertientes para cerrar el film con un final demasiado obvio. Y es que la mente de dos genios matemáticos da para mucho más, como ya vimos con Russell Crowe o en la magnífica El indomable Will Hunting.

"En la víspera de su vigésimo séptimo cumpleaños, Catherine, una joven que ha pasado años cuidando a su brillante pero inestable padre, un genio de las matemáticas llamado Robert, no sólo deberá sobrellevar la llegada de una hermana con la que apenas tiene relación, Claire, sino también atender a Hal, un antiguo alumno de su padre, que espera encontrar datos de gran importancia en los 103 cuadernos de trabajo de Robert. Al tiempo que comienza a entablar una profunda amistad con Hal y a hacer frente a los estrictos planes que tiene Claire para su vida, Catherine lucha por resolver una incógnita mucho más desconcertante: ¿Heredará ella la locura – o la genialidad – de su padre?"
Woody Wilkins (Michael Crawford) es un dibujante de cómics cuyo sueño es dar vida a su héroe Condorman. Casualidades de la vida, un amigo suyo (James Hamptom) que trabaja para la CIA necesita de su ayuda para una misión con civiles, donde quedará embelesado por Natalia (Barbara Carrera).
Y para los que aún duden del potencial del film, reseñar las varias lanchas y coches que perecen durante el film, helicópteros y localizaciones como París o Montecarlo muestran la inversión económica de la Disney. Pese a todo, las nuevas generaciones no tienen piedad del film en la red, y lo califican con un aprobado justo tanto en Filmaffinity como en IMDb.
Darren Roanoake (Romany Malco) es la estrella de un equipo de hockey que afronta una final. La ruptura con su mujer (Meagan Good) cuyo nuevo novio es el portero rival (Justin Timberlake) hace mella en su rendimiento deportivo, por lo que la propietaria del club (Jessica Alba) decide contratar los servicios de segundo mejor gurú del país, el Gurú Pitka (Myke Myers).
Y es que ni los americanos quieren ya el actor, ya que el film ha recaudado la mitad de lo que costó su producción. Sonoro batacazo que tiene visos de repetirse por el mundo, confiándonos a pensar que Myers recapacite y se jubile junto a De Niro, Pacino y Kingsley.
Una semana más estoy en vuestras manos, sabios lectores. Decidme una película, y yo la veré.
El transexual Divine posee el título de persona más inmunda del mundo. Buscada por la policía y con el pseudónimo de Babs Johnson vive en una caravana con su familia. Su título despertará las envidias de Connie (Mink Stole) y Raymond (David Lochary), cuyo negocia de rapto de autoestopistas para embarazarlas y vender los hijos a parejas lesbianas no les vale para ser los más inmundos del mundo.
Y es que sin duda, muchos de los grandes directores modernos han bebido de la obra de Waters, entre ellos Peter Jackson, Tarantino o Almodóvar, todos ellos premiados con el Oscar. Ante ese hecho no podemos negar el valor de la obra de Waters, como ruptura total de los esquemas del cine clásico hacia un nuevo tipo de cine más amateur y descarado. Ahora bien, de eso hace 36 años y Pink Flamingos, a día de hoy, se queda en un ejercicio con el peor de los gustos donde la máxima de Wilde ("Que hablen de mí, aunque sea mal") reina por encima de tendencias, academias y sentido común.
Época actual, una ciudad cualquiera, y un conductor (Yusuke Iseya) que queda ciego en medio del tráfico. Su especialista (Mark Ruffalo) no verá nada anormal, y de lo que se considera un caso aislado brotará una epidemia imparable. El doctor se verá afectado y aislado junto a su mujer (Julianne Moore), que fingiéndose afectada viajará con él a una instalaciones donde no pararán de llegar infectados.
No podrá negar nadie que la apuesta era arriesgada, y probablemente deje fríos a la mayor parte de espectadores, pero es esa clase de films que uno se lleva a casa y sólo la rutina diaria acaba con su sello. ¿Eso la hace mejor? Pues no, es una rareza de la que Meirelles sale bien parado con una historia donde el blanco y el negro se presentan en dos horas, y los grises los pone el espectador. No en vano los personajes son anónimos, ciegos, y se les conoce por sus actos y no sus etiquetas.