Dice Kiarostami que las luces de una sala se apagan para permitir al espectador separarse del resto, y afrontar un film como una experiencia íntima e individual. Por su parte McKee habla del visionado de un film como una de las experiencias más entregadas que una persona puede vivir, abriendo su intimidad con absoluta sinceridad para dejarse empapar por historias ajenas. Así nos sorprendemos llorando o riendo por absolutos y ficticios desconocidos con una fuerza que puntualmente vemos en la vida diaria.
El cine y la música, así como muchas otras artes, penetran en nosotros más que la gran mayoría de amantes, que sentados compartiendo la experiencia son profundamente ignorantes que esa entrega emocional no tendrá vigencia al buscarse en las miradas. El ciego vínculo con el desconocido que, lejos de juzgarnos, nos regala un abanico de emociones que creíamos vetadas.
Así nos acercamos al cine, puros y entregados, dispuestos no siempre a entretenernos, sino a vernos reflejados en sueños de celuloide, en un viaje más cercano al descubrimiento que a la huida. Ante una película somos individuos independientes, sin más circunstancia que la butaca, la oscuridad y un alma expuesta cuando el proyector se pone en marcha. El espejo donde nos imaginamos.
Acaba la música, se apagan las luces, y arrancan los primeros compases de Human poniendo en pie a unos cuantas miles anónimos bailarines, encadenando varias canciones hasta llegar a Reasons Unknown. La gente es sólo una bruma que amplifica el mensaje, las caras se tornan borrosas y siento la soledad de un concierto secretamente dedicado a mí, al que respondo como Bess en Rompiendo las olas, gritando mi ser contra el mar.
Buscamos un eco, un viaje, un cálido abrazo, un culpable, un consuelo o un retrato, a golpe de acorde, paneo o brochazo. El arte no es más que la búsqueda de uno mismo, en rincones perdidos de alma, en trazos de una pintura, compases de una sonata o fuera del plano, en el momento que creador y espectador comparten una misma emoción.
Pero el efecto en nosotros no queda ahí, ya que cada film, canción o libro es diferente para cada lector/espectador. Más allá del propio valor artístico siempre queda un poso, destellos lejanos de vidas que no vivimos o anhelos que no saciamos, ya que incluso el más burdo entretenimiento conecta directamente con lo que somos.
Eso no implica que una obra deba ser creada para el espectador, sino entender que el espectador forma parte de la obra, porque el cine no es un cinta, no es inmutable, es algo vivo en nosotros, una experiencia, la de alguien en la oscuridad de su butaca esperando el ruido del proyector, un lienzo inacabado, el berkeleyano esse est percipi. Esa es la magia del cine, crear lazos con nosotros, emocionarnos, removernos, divertirnos, para dejarnos partir llevándonos parte de esa magia a casa.
Así es como The Killers no actuaron para un pabellón, pero tampoco para uno lleno, sino para todos y cada uno de los que allí estuvimos, cada uno iluminado por un foco con ecos de la luz del proyector de una sala. Para cada uno un concierto, para cada uno una experiencia, y siempre la íntima soledad entre la multitud, mecidos por los acordes de la que sabemos nuestra canción.
El cine es el lenguaje de los sueños, aquel por el que me he dejado seducir por Hannibal Lecter, me he enamorado de un robot, he sido héroe en el Nakatomi Plaza, he liderado a los árabes contra los turcos, he sido el niño de la estrellas, ayudé a Mozart a componer su Réquiem, he sido un replicante, me he deslizado por el filo de la navaja, seguí el camino de baldosas amarillas, viajé a bordo de mi cortacésped, posé para James Whale, viví el naufragio del Titanic, liberé el Arca de la Alianza, vencí a Apollo Creed, engendré al hijo del diablo, jugué a ajedrez con la muerte y me maravillé con la visión del mar.
10 comentarios:
...y grité "ESPARTAAAAAAAAAAAAAAAAA"
Enhorabuena por el post, redrum. Muy lírico e inspirado.
Me gustan The Killers, los californianos más brit que he oído nunca.
Muy bonito,es cierto, el cine es sueño.
Saludos
Gracias a ambos, caballeros.
Mr.Lombreeze, ¿ningún comentario sobre Ludwig Oldman? No es que sea gran seguidor de The Killers, pero me invitaron y oiga, no decepcionó.
De ahí mi paranoia durante el concierto que ha derivado en el post.
Gracias Jose ;)
¡1 saludo y gracias por comentar!
Todo esto tan bello que ha escrito se podría resumir en imágenes con el final de Cinema Paradiso. Y espero que algún día sueñe con Sicilia como lo hace Léolo, el protagonista de mi película preferida llamada con el mismo nombre, ¿o la ha visto ya? Un saludo!
La magia del cine, Elprimerhombre, que te resume en un plano toda mi parrafada, mejorándola claro.
Tomo nota de Léolo ;)
¡1 saludo!
Interesante, aunque me hayas dejado con la melancolía en la boca del estómago.
Kiarostami, McKee, "Chacun son cinema", The killers, Beethoven, "Cinema paradiso"... No está mal la combinación. Ya me hubiera gustado firmar a mí algo con esa mezcla... excepto McKee, que ya sabes soy de la opinión de que hay que conocerlo para luego olvidarlo.
Felicidades.
Mónica, con esa mezcla ya has firmado el mismo comentario, aunque te dejas a Berkeley :p
McKee no lo sabe todo, pero tampoco se equivoca en todo, y precisamente en eso acierta de pleno, para mí. No exagero ni un ápice si digo que casi me hace llorar el texto que dedica a esa idea.
¡1 saludo y gracias por comentar!
redrum, he necesitado 48 horas para sobreponerme de la emoción de tan memorable escena, donde se explica de manera inmejorable qué fue la música del Romanticismo europeo.
Se me pone la carne de gallina.
Redrum, si se viene ud. a Zaragoza el 13 de Mayo le invito a ver esto:
http://www.auditoriozaragoza.com/ConciertosVisualizacion.aspx?id=285
Leñe!!! Sir Neville Marriner!!! Uf, pues no es que me vaya a pillar por allí, pero 6 horas de viaje lo valen, la verdad... Tomo nota!
Me alegro que le haya gustado el video.
¡1 saludo y gracias por comentar!
Bueno, bueno, yo le aviso cuando tenga las entradas confirmadas...
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