Pues sí, sabios lectores, pocas obras hoy día son capaces de sorprendernos. El espectador se conforma con no salir en exceso decepcionado de la sala, y nada mejor para cubrir expectativas que tirar de tópicos. Si es un film con gente oriental, saben dar leches. Si saben dar leches, el guayabero mayor tiene que ser Jet Li (para las serias) o Jackie Chan (para las de guasa). Si hay intercambio de tortas entre orientales, tiene que ser como en Tigre y Dragón, y ya puestos, con algunos de sus protagonistas, para que se note el homenaje.
Por otro lado, toda peli de arqueólogos debe recordar a Indiana Jones. El cine familiar debe tener tono cómico y el de aventuras, precipicios. Toda secuela debe ser más exagerada que la anterior, toda historia inventada debe ser explicada al principio del film y todo mal es potencialmente definitivo para el resto de la humanidad. Todo villano busca ser inmortal y siempre hay minutos para el romance. Así que sabio lector, si quisiste ser como Christopher Lambert es que eres un auténtico maleante.
Mogollón de años después de lo visto en la anterior entrega, el hijo de Rick O´Connell, Alex (Luke Ford) ha recogido el testigo de sus padres, retirados de la aventura. Como aburridos millonarios, la falta de riesgo emponzoña sus vidas y la creatividad de Evelyn (Mario Bello), volcada en la narrativa. El hallazgo de la tumba del emperador Dragón unirá a la familia, que tardará poco en ser espectadora del renacer del emperador (Jet Li), y con él la gran amenaza.
Con la inmortalidad y el resurgir de su ejército como propósito, la familia O´Connell, con el incombustible Jonathan Carnahan (John Hannah) incluido, deberán hacer frente a tan poderoso enemigo. Una enigmática aliada (Isabella Leong) les ayudará en su nevada aventura, a la vez que entabla una estrecha relación con el joven del clan O´Connell.
Conste que no soy un detractor de la saga de La Momia, las dos primeras entregas me parecieron frescas y entretenidas. Y no es que esta tercera parte sea aburrida, es que su guión entretiene por absurdo. Y por si fuera poco, tiene que remontar el vuelo a cada plano que no aparece Jet Li.
Si la primera entrega funcionaba a la perfección por el trío protagonista, la inclusión del insoportable hijo de la pareja en la segunda lastraba parte del metraje. Si 4 eran multitud, ahora el niño ha crecido en tamaño y repelencia, se une una jovencita para dar sentido mutuo a los papeles, y ya puestos, pues unos yetis. Y cabe mencionar el gran churro que es ver a Brendan Fraser 4 años mayor, y su hijo casi 20. Morgueros, la brisa del desierto rejuvenece que da gusto.
Y es que el film se salva porque Rob Cohen tiene experiencia rodando escenas de acción, aunque sean una chorrada, como ya vimos en xXx o A todo gas. Tenemos a un villano que reparte palos de profesional, que domina los elementos y que después de siglos descansando, es incapaz de acabar con los O´Connell. Claro que sí a los protagonistas te los ventilas después de los créditos iniciales (la sorpresa murió con Hitchcock), te quedas con cara de tonto, pero si la franquicia te obliga a mostrar amenazas cada vez mayores, más cerca estamos del ridículo.
Y hete aquí el problema. Más amenaza implica más personajes para hacerle frente. Más personajes implica más desarrollo e interacción entre ellos. Más interacción implica menos acción. Menos acción implica, en este caso, más momentos familiares y románticos, que si en su día fueron un buen contrapunto, hoy desafinan. Y por si fuera poco, varios giros de guión acaban de confirmar el poco interés en ofrecer un producto de calidad al espectador. No sabemos si por propia sabiduría o porpelas consejo de su talentoso marido, Rachel Weisz acertó en abandonar el barco, con el consiguiente trauma para Alex, cambiando de madre del día a la noche.
En definitiva, La momia 3: La tumba del Emperador Dragón es tan decepcionante como entretenida, de lo peor de éste verano donde muchos otros films, además del entretenimiento han requerido parte del intelecto del espectador. Un guión (Alfred Gough, Miles Millar) escrito con retales de grandes taquillazos, donde la receta digna del buen gusto de Yngwie Malmsteen. Sólo para pasar un rato con el piloto automático, donde habríamos agradecido que no empañara la seña de identidad de la franquicia.
Lo mejor: La escena de la vaca.
Lo peor: El hijo, que repite puesto por segundo film consecutivo.
El dato: El personaje del emperador está basado en el primer emperador de la dinastía Qin, donde las excavaciones en el templo van lentas debido a trampas como las que vemos en el film.
Por otro lado, toda peli de arqueólogos debe recordar a Indiana Jones. El cine familiar debe tener tono cómico y el de aventuras, precipicios. Toda secuela debe ser más exagerada que la anterior, toda historia inventada debe ser explicada al principio del film y todo mal es potencialmente definitivo para el resto de la humanidad. Todo villano busca ser inmortal y siempre hay minutos para el romance. Así que sabio lector, si quisiste ser como Christopher Lambert es que eres un auténtico maleante.
Mogollón de años después de lo visto en la anterior entrega, el hijo de Rick O´Connell, Alex (Luke Ford) ha recogido el testigo de sus padres, retirados de la aventura. Como aburridos millonarios, la falta de riesgo emponzoña sus vidas y la creatividad de Evelyn (Mario Bello), volcada en la narrativa. El hallazgo de la tumba del emperador Dragón unirá a la familia, que tardará poco en ser espectadora del renacer del emperador (Jet Li), y con él la gran amenaza.
Con la inmortalidad y el resurgir de su ejército como propósito, la familia O´Connell, con el incombustible Jonathan Carnahan (John Hannah) incluido, deberán hacer frente a tan poderoso enemigo. Una enigmática aliada (Isabella Leong) les ayudará en su nevada aventura, a la vez que entabla una estrecha relación con el joven del clan O´Connell.
Conste que no soy un detractor de la saga de La Momia, las dos primeras entregas me parecieron frescas y entretenidas. Y no es que esta tercera parte sea aburrida, es que su guión entretiene por absurdo. Y por si fuera poco, tiene que remontar el vuelo a cada plano que no aparece Jet Li.
Si la primera entrega funcionaba a la perfección por el trío protagonista, la inclusión del insoportable hijo de la pareja en la segunda lastraba parte del metraje. Si 4 eran multitud, ahora el niño ha crecido en tamaño y repelencia, se une una jovencita para dar sentido mutuo a los papeles, y ya puestos, pues unos yetis. Y cabe mencionar el gran churro que es ver a Brendan Fraser 4 años mayor, y su hijo casi 20. Morgueros, la brisa del desierto rejuvenece que da gusto.
Y es que el film se salva porque Rob Cohen tiene experiencia rodando escenas de acción, aunque sean una chorrada, como ya vimos en xXx o A todo gas. Tenemos a un villano que reparte palos de profesional, que domina los elementos y que después de siglos descansando, es incapaz de acabar con los O´Connell. Claro que sí a los protagonistas te los ventilas después de los créditos iniciales (la sorpresa murió con Hitchcock), te quedas con cara de tonto, pero si la franquicia te obliga a mostrar amenazas cada vez mayores, más cerca estamos del ridículo.
Y hete aquí el problema. Más amenaza implica más personajes para hacerle frente. Más personajes implica más desarrollo e interacción entre ellos. Más interacción implica menos acción. Menos acción implica, en este caso, más momentos familiares y románticos, que si en su día fueron un buen contrapunto, hoy desafinan. Y por si fuera poco, varios giros de guión acaban de confirmar el poco interés en ofrecer un producto de calidad al espectador. No sabemos si por propia sabiduría o por
En definitiva, La momia 3: La tumba del Emperador Dragón es tan decepcionante como entretenida, de lo peor de éste verano donde muchos otros films, además del entretenimiento han requerido parte del intelecto del espectador. Un guión (Alfred Gough, Miles Millar) escrito con retales de grandes taquillazos, donde la receta digna del buen gusto de Yngwie Malmsteen. Sólo para pasar un rato con el piloto automático, donde habríamos agradecido que no empañara la seña de identidad de la franquicia.
Lo mejor: La escena de la vaca.
Lo peor: El hijo, que repite puesto por segundo film consecutivo.
El dato: El personaje del emperador está basado en el primer emperador de la dinastía Qin, donde las excavaciones en el templo van lentas debido a trampas como las que vemos en el film.
2 comentarios:
Está claro y es evidente que si no son superheroes despechados o peliculas cultas no te gusta el cine... en fin. La película es del mismo estilo que las anteriores aunque por supuesto no hay que negar que la pareja principal no es nada sin rachel weisz.
Estimado lector, siento su profundo desconocimiento sobre mis tendencias, y más haciéndolas públicas en un blog.
Me alegro que le gustara, como ya he dicho, entretiene. Si eso se merece mejor calificación, mi opinión es que no.
Sobre heroes y films de culto, no se donde encajan películas como Wanted, PS: I love you, Los cronocrímenes, John Rambo, Beowulf, Starship Troopers, The Descent o Soy leyenda, todas ellas con buenas críticas.
¡1 saludo y gracias por comentar!
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