jueves, 14 de agosto de 2008

Ultimátum a la Tierra: La amenaza somos nosotros


Qué maravilloso descubrir films que, con 57 años a sus espaldas, lanzan mensajes anti-belicistas mucho más profundos y elaborados que la mayoría de producciones de hoy día, donde ese mensaje se ha convertido en una moda. No en vano recibió en 1952 el Globo de oro al film que más promovía el entendimiento internacional.

Al gran guión de Edmund H. North y la historia de Harry Bates, hay que añadir la excelente labor del director, el mítico Robert Wise (West Side Story). Sin duda un film que trasciende su propia temática para convertirse en un canto a la tolerancia y un severo revés y análisis de la mentalidad del ser humano como ente global, como especie, una de muchas.

Un día cualquiera, en Washington DC. La aparición de un OVNI alterará la vida de los habitantes. Semejante artefacto aterrizará y permanecerá en tierra mientras un perímetro de militares y mirones se apostará alrededor de él. Del interior de la nave surgirán el alienígena de aspecto humano llamado Klaatu (Michael Rennie) y el poderoso robot Gort (Lock Martin).

Dispuestos a entregar un mensaje de gran importancia a la humanidad, lo primero que entregaremos nosotros será un balazo a Klaatu, para posteriormente ignorar por completo las peticiones del alienígena en su mensaje de paz. La humanidad es una amenaza, y si no hacen caso del mensaje, serán destruidos. Por ello Klaatu buscará ayuda en una joven (Patricia Neal) y un profesor de física (Sam Jaffe).

Desde luego es donde radica la fuerza de Ultimátum a la Tierra, en su simbolismo, en su capacidad de hacer genérica la amenaza, con un visitante de aspecto humano, y un arma en forma de robot (tecnología). El hecho que fuera rodada en cierto momento de la historia, y que pueda verse ahora dicha amenaza como el terrorismo no influye. Si hubiera sido rodada 30 años antes, hubieran dicho lo mismo en plena guerra fría.

Con una dirección portentosa y unas interpretaciones magníficas, el relato se eleva como un canto a la esperanza, en un film donde por primera vez veíamos que los visitantes venían en son de paz. Y la reacción se retrata de manera magnífica, desde los pequeños hechos como la desidia de los políticos, al rechazo global de las masas y el miedo irracional no ante la amenaza, sino ante la falta de respuesta.

La representación de la gran amenaza como un simple robot no demasiado intimidante, pero con un poder destructivo enorme, cuadra perfectamente con el simbolismo de la bomba atómica, causa precisamente de la visita de tan ilustres visitantes. Y no hay menos simbolismo en los papeles de la cándida protagonista, el niño y el científico. Cuando la temida amenaza baja de la nave en forma de humano vemos el gran acierto que es, ya que las balas nos duelen como a un humano, pero el mensaje y el portador son universales.

Un film que ha ganado con el paso del tiempo, que en un año donde triunfaban El mayor espectáculo del mundo o Moulin Rouge, proponía un discurso diferente y más profundo en un género menor, y con un director que acabó ganándose el respeto a pulso.

En definitiva, un film imprescindible, un canto a la esperanza y el entendimiento, un retrato de una sociedad que teme al mismo miedo, que recela de un ser extraterrestre pero aplaude la violencia. Pocas veces las palabras han significado tanto: Klaatu Barada Nikto.

Lo mejor: La hábil jugada de brindarnos un alienígena con aspecto humano.

Lo peor: La apariencia de Gort realmente si ha envejecido demasiado.

El dato: Robert Wise, aparte de su anti-militarismo confeso, también creía en Ovnis.

2 comentarios:

M. Jordan dijo...

Justo la estuve viendo hace unos días en un día de "recuperación" de clásicos. Me encantó.

Redrum dijo...

Me alegro, Mónica. ¿Algún clásico más que cayó en tus redes y que recomiendas encarecidamente?

Desde luego fue un hito, y en breve va a ser destrozado por la industria, como muchos otros...

¡1 saludo y gracias por comentar!