lunes, 22 de diciembre de 2008

La ola: Eliminando la unidad, dominando al grupo


La fuerza a través de la disciplina, la fuerza a través del grupo, la fuerza a través de la acción, la fuerza a través del orgullo. Primero aprendemos a sentarnos, a respetar al líder y a hablar en alto usando sólo las palabras necesarias, hecho que mejora nuestra atención.

Después nos enseñan que nos llamamos La tercera ola (la más poderosa), a usar nuestro saludo, nuestros emblemas y luchar como grupo. Jugamos como equipo, nos ayudamos unos a otros y mejora nuestra motivación.

Como colectivo, vestimos nuestro uniforme, usamos nuestros símbolos y aprendemos que más allá de nosotros está el enemigo. Ya no somos individuos, somos un grupo, un ente que unido no tiene límites y no conoce el fracaso. Una respuesta global a vacíos individuales que inevitablemente lleva a una obediencia ciega.

Ese fue el experimento llevado por Ron Jones en su clase de historia contemporánea, en Abril de 1967. Ante las afirmaciones de sus alumnos a que el nazismo estaba superado y no podría volver a suceder, decidió dedicar una semana a imponer una autarquía. Al cuarto día tuvo que parar su experimento porque La tercera ola se le había escapado de las manos y cobrado vida propia fuera de las aulas.

Rainer Wenger (Jürgen Vogel) es el profesor menos popular entre el profesorado del instituto. Cuando llega la semana de proyectos, esperando poder dar la clase sobre anarquía, le asignan la de autocracia. Su indumentaria y su pasado como okupa no ayuda a las buenas relaciones con el resto del profesorado con lo que acepta tratar sobre autarquía durante dicha semana.

Ante el poco entusiasmo de sus alumnos y su actitud creyendo saberlo todo, Rainer decidirá dejar la teoría para pasar a la práctica. El cambio de sistema gustará a los alumnos, que entusiasmados llenarán su clase, mientras que a medida que el experimento avanza, muchos de ellos verán el peligro que conlleva, iniciando un movimiento contrario a La Ola.

La Ola es uno de esos films imperfectos, tramposos, pero con un mensaje tan contundente que uno no puede apartar la mirada de la pantalla. No nos engañemos, los personajes son estereotipos, las situaciones forzadas y llevadas al extremo, y la resolución ciertamente previsible, pero para entonces el mensaje ya ha sido lanzado. Al finalizar sus 101 minutos ya somos víctimas de La Ola.

No es fácil llevar a la pantalla una historia tan compleja como ésta, donde carecer de realismo la hundiría y excederse en metraje y discurso aburriría. Sin embargo Dennis Gansel ha sabido congeniar ambos factores para hacernos llegar una historia con personajes cercanos aunque prototípicos, con un ritmo altísimo al que perdonamos ciertas incongruencias.

Los protagonistas juveniles cumplen perfectamente con su labor, pese a ser personajes mas impulsivos que reflexivos. Se nos presentan aspectos de su vida suficientes para entender sus decisiones, mientras que del profesor vemos retazos de su relación con su pareja (Christiane Paul) y su implicación personal en tan peligroso proyecto. Jürgen Vogel logra gran autenticidad como profesor seducido por su poder.

Dennis Gansel filma sin temblarle el pulso, con convicción y garra, metiéndo al espectador dentro del grupo en todo momento. Pero destaca aún más su guión, sólido y trabajado, donde cada escena tiene un significado y una intencionalidad, sin dar un respiro al espectador. Sirva de ejemplo la escena callejera con las pegatinas, donde Gansel se encarga de mostrar como el logo de La Ola es colocado en coches patrulla, cajeros automáticos, iglesias y antenas, es decir, policía, religión, capitalismo y medios de comunicación.

En definitiva, un film excelente que demuestra el buen momento del cine alemán. Un inteligente ejercicio creado para no dejar indiferente a nadie, que huye de obviedades y sensiblería, y cuya maquinaría funciona a la perfección construyendo, escena a escena, un discurso demoledor.

Lo mejor: Su protagonista y las escenas dentro de clase.

Lo peor: El precipitado final.

El dato: Aquí podéis encontrar información sobre el experimento real que inspiró el film.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué ganas de ver la peli, Nico. Pero la he ido dejando y ya tendrá que ser cuando vuelva de vacaciones. Me suena a algo tan discursivo (aunque entretenido) como EL EXPERIMENTO de Hirschbiegel. Por qué en España no hacemos este tipo de cosas?

Po cierto, la de Clint Eastwood maravillosa...aún tengo las imágenes en la cabeza, la crítica caer´muy pronto...una maravilla, maravilla, maravillaaaaa...amo a este señor.

Redrum dijo...

No creas, Tomás, tampoco es tan pesado o discursivo. El film es breve, es como volver al instituto.

La de Tito Clint quiero verla hoy, pero tengo pendiente la crítica de My Blueberry Nights, así que depende de lo inspirado que esté la veré o no. Pero entre lo que dices, y las buenas críticas que he leído, pasa a ser imprescindible!