Jason Bourne, Jack Bauer, John Rambo, John McClane, grandes heroes de acción compartiendo inicial en el nombre de pila, curtidos en mil batallas, superando lo imposible. Bueno, no siempre, que sus buenos balazos se han llevado, cosa que los hace un poco más cercanos al espectador. Al otro lado del ring James Bond, que recibe sin inmutarse y parece enfrentarse a las organizaciones con peor entrenamiento de combate del mundo, con agentes que no aciertan a Bond ni a dos metros. Perdónenme, pero el cine de acción sin emoción tiene más de circo que de cine.
Y es que si Casino Royale nos presentaba a un nuevo Bond, sentando las bases de la nueva franquicia, ahora llega la hora de las tortas. El desenlace de la primera actúa de motor en Quantum of Solace, donde Bond actúa de ejecutor escudándose en su misión para un film con tan poca historia como sobredosis de ostias. Y es que todo exceso es malo, y en ésta ocasión el film se pasa de rosca con escenas de acción tan bien rodadas como inverosímiles, y se insiste hasta aburrir en el drama de Bond que vimos en Casino Royale.
Traicionado por Vesper, Bond (Daniel Craig) buscará a los responsables de su muerte no dejando títere con cabeza. En su búsqueda se cruzará con Camille (Olga Kurylenko) que le llevará hasta Dominic Greene (Mathieu Amalric), miembro de la organización que acabó con Vesper. A medio camino entre misión y venganza, Bond se las verá sin la ayuda de M (Judi Dench) para intentar desbaratar los planes de Greene, que promete derrocar el régimen existente en un país latinoamericano, cediendo al General el control del país a cambio de una porción de tierra aparentemente estéril.
Sin nadie en quien confiar, Bond se alía con sus viejos amigos en una batalla para desenmascarar la verdad. A medida que se acerca al hombre responsable de la traición de Vesper, 007 debe mantenerse un paso por delante de la CIA, de los terroristas e incluso de M para desenredar el siniestro plan de Greene y detener a su organización.
Marc Forster, responsable de films como Descubriendo Nunca Jamás, Monster´s Ball o Más extraño que la ficción, demuestra que con una buena historia es capaz de hacer un gran film, pero con el guión de Quantum of Solace debe haber recibido un post-it y no ha tenido mejor logro que filmar un conjunto sólido visualmente, pero excesivo y aburrido. El mérito del guión lo encontramos en el bioscarizado Paul Haggis y en Neal Purvis y Robert Wade, responsables de la anterior entrega.
Dicho trío nos brinda un guión de risa, cuya mayor virtud es encadenar una escena de acción con otra, ya que los intermedios se centran en ahondar torpe y reiterativamente en el drama amoroso de Bond. Vamos, que muere su chica y se hunde el mundo, pero muere su amigo y sólo le falta salir a celebrarlo.
Aplaudí la elección de Craig como Bond, y su lavado de cara en la nueva apuesta esperando que Quantum of Solace explotara lo que tenía de bueno Casino Royale. Pero lo que uno se encuentra es una falta de ideas escandalosa y una serie de superlativas escenas de acción que por espectaculares acaban siendo tan increíbles como largas. Pero oiga, ¿James Bond no se encarga de conspiraciones a nivel mundial y esas cosas? No, no, Quantum of Solace es la versión Bond de Gladiadores Americanos, con algo de historia para unir las escenas, a falta de presentador, que si por mi fuera, que hubieran metido a Lobato narrando las andanzas del agente "Magic" 007.
Algo que al menos salva, en parte, el film es el papel de Judi Dench, desbordada con el devenir de Bond y las infiltraciones en su agencia, sumado a la pasividad de las altas esferas compradas por tan misteriosa organización. Craig y Kurylenko hacen lo que saben hacer, sin más, mientras que Amalric no da la talla como villano. A destacar el absurdo papel de Gemma Aterton, tan breve como innecesario, el salvable de Giancarlo Giannini y la aparición de Fernando Guillén Cuervo.
En definitiva, Quantum of Solace es Jason Bourne con esteroides y RedBull, una versión bien rodada de Crank o una selección de las mejores escenas de una temporada de 24. El problema es que hoy día pedimos al cine de acción que trate con respeto al espectador y justifique dichas escenas, mientras que el nuevo Bond no hace otra cosa que jugar a la ruleta rusa solo, y sobrevivir.
Lo mejor: Espectacular es, no vamos a negarlo.
Lo peor: La escena del bar con Bond y Mathis, donde el combinado lo necesitaríamos nosotros.
El dato: Marc Foster quería Bruno Ganz para el papel de Greene, pero los productores ya habían firmado con Amalric.
Y es que si Casino Royale nos presentaba a un nuevo Bond, sentando las bases de la nueva franquicia, ahora llega la hora de las tortas. El desenlace de la primera actúa de motor en Quantum of Solace, donde Bond actúa de ejecutor escudándose en su misión para un film con tan poca historia como sobredosis de ostias. Y es que todo exceso es malo, y en ésta ocasión el film se pasa de rosca con escenas de acción tan bien rodadas como inverosímiles, y se insiste hasta aburrir en el drama de Bond que vimos en Casino Royale.
Traicionado por Vesper, Bond (Daniel Craig) buscará a los responsables de su muerte no dejando títere con cabeza. En su búsqueda se cruzará con Camille (Olga Kurylenko) que le llevará hasta Dominic Greene (Mathieu Amalric), miembro de la organización que acabó con Vesper. A medio camino entre misión y venganza, Bond se las verá sin la ayuda de M (Judi Dench) para intentar desbaratar los planes de Greene, que promete derrocar el régimen existente en un país latinoamericano, cediendo al General el control del país a cambio de una porción de tierra aparentemente estéril.
Sin nadie en quien confiar, Bond se alía con sus viejos amigos en una batalla para desenmascarar la verdad. A medida que se acerca al hombre responsable de la traición de Vesper, 007 debe mantenerse un paso por delante de la CIA, de los terroristas e incluso de M para desenredar el siniestro plan de Greene y detener a su organización.
Marc Forster, responsable de films como Descubriendo Nunca Jamás, Monster´s Ball o Más extraño que la ficción, demuestra que con una buena historia es capaz de hacer un gran film, pero con el guión de Quantum of Solace debe haber recibido un post-it y no ha tenido mejor logro que filmar un conjunto sólido visualmente, pero excesivo y aburrido. El mérito del guión lo encontramos en el bioscarizado Paul Haggis y en Neal Purvis y Robert Wade, responsables de la anterior entrega.
Dicho trío nos brinda un guión de risa, cuya mayor virtud es encadenar una escena de acción con otra, ya que los intermedios se centran en ahondar torpe y reiterativamente en el drama amoroso de Bond. Vamos, que muere su chica y se hunde el mundo, pero muere su amigo y sólo le falta salir a celebrarlo.
Aplaudí la elección de Craig como Bond, y su lavado de cara en la nueva apuesta esperando que Quantum of Solace explotara lo que tenía de bueno Casino Royale. Pero lo que uno se encuentra es una falta de ideas escandalosa y una serie de superlativas escenas de acción que por espectaculares acaban siendo tan increíbles como largas. Pero oiga, ¿James Bond no se encarga de conspiraciones a nivel mundial y esas cosas? No, no, Quantum of Solace es la versión Bond de Gladiadores Americanos, con algo de historia para unir las escenas, a falta de presentador, que si por mi fuera, que hubieran metido a Lobato narrando las andanzas del agente "Magic" 007.
Algo que al menos salva, en parte, el film es el papel de Judi Dench, desbordada con el devenir de Bond y las infiltraciones en su agencia, sumado a la pasividad de las altas esferas compradas por tan misteriosa organización. Craig y Kurylenko hacen lo que saben hacer, sin más, mientras que Amalric no da la talla como villano. A destacar el absurdo papel de Gemma Aterton, tan breve como innecesario, el salvable de Giancarlo Giannini y la aparición de Fernando Guillén Cuervo.
En definitiva, Quantum of Solace es Jason Bourne con esteroides y RedBull, una versión bien rodada de Crank o una selección de las mejores escenas de una temporada de 24. El problema es que hoy día pedimos al cine de acción que trate con respeto al espectador y justifique dichas escenas, mientras que el nuevo Bond no hace otra cosa que jugar a la ruleta rusa solo, y sobrevivir.
Lo mejor: Espectacular es, no vamos a negarlo.
Lo peor: La escena del bar con Bond y Mathis, donde el combinado lo necesitaríamos nosotros.
El dato: Marc Foster quería Bruno Ganz para el papel de Greene, pero los productores ya habían firmado con Amalric.
7 comentarios:
Aun no he leído nada bueno que me impulse acercarme a verla y me va de coña, esos 7€ los gastare la semana que viene para adquirir El Caballero Oscuro.
Jajajaja! Machete, cuánta afición al látex y el maquillaje te veo ;)
La verdad, no esperaba más de Bond, pero resulta espeluznante ver gente que le dispara a 2 metros y falla, etc.
¡1 saludo y gracias por comentar!
Jajaja bastante. A dos metros...¿es Bond un superheroe?....
Q esperais de un Bond q en vez d martini bebe coca cola??
Machete, debe serlo, la verdad. Muy pasada de rosca ví esta entrega.
Regina, fue curioso porque en el film sí sigue con su combinado habitual... Supongo que lo de Coca-Cola fue sólo publicidad, porque en el film se tira unos palomos de miedo...
¡1 saludo y gracias por comentar!
En la próxima entrega saldra con antifaz y capa....XD
Jajajaja! Seguramente, Machete... y puede que sea más divertida y todo!
¡1 saludo y gracias por comentar!
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