Red de Mentiras: Scott busca gustar sin gustarse

Ridley Scott ha empezado siglo y milenio con un ritmo alleniano. Desde el año 2000 hasta hoy ha estrenado 8 films, de los cuales algunos son joyas, otros hijos de la mediocridad, uno le ha dado el Oscar y la gran mayoría dinero para las arcas. Está claro que semejante ritmo no ayuda al resurgir del Scott creador de obras maestras, y lo que es peor, está perdiendo identidad en sus productos.

En su nueva aventura se apunta a la corriente de films relacionados con el terrorismo y las agencias de investigación estadounidenses, de los que hemos tenido sobredosis estos últimos años. Para ello dispone de dos de los actores que más público aglutinan en las salas y una propuesta realizada con oficio, pero sin pasión. No es justo pedir a Scott una obra maestra en cada entrega, pero tampoco lo es conformarnos con un producto que meramente entretiene.

Roger Ferris (Leonardo DiCaprio) es un agente encubierto de la C.I.A. que se encuentra tras la pista del responsable de una serie de atentados en suelo occidental. Vive en permanente contacto con su enlace en Langley y jefe, Ed Hoffman (Russell Crowe), que dirige las operaciones mientras realiza sus labores familiares. Serán varias las situaciones en que no estarán de acuerdo y su relación se deteriore mientras los atentados se suceden.

Tras encontrar una pista fiable que pueda llevarles hasta Al-Saleem (Alon Abutbul), acuden al jefe de la inteligencia jordana, Hani Salaam (Mark Strong), cuyos métodos difieren por completo de los de Hoffman y provoca la desconfianza mutua en ambos bandos. En dicho escenario se cruzará Aisha (Golshifteh Farahani) entre Ferris y su misión para finalmente verse involucrada.

Se agradece a Scott la simpleza de su apuesta, y su linealidad, con dos partes bien diferenciadas donde la segunda amplía lo expuesto en la primera. Los roles de los protagonistas quedan muy marcados desde el principio y carentes de una evolución, y el conjunto resulta fácilmente digerible, acercándolo más al entretenimiento que a cualquier intento de lanzar algún tipo de mensaje sobre su temática.

No se puede negar la pericia de Scott tras la cámara, ofreciendo un producto a su altura en lo visual, pero carente de sello. Así como American Gangster tiene garra e identidad, Red de mentiras sufre de la desgana del director. Obviamente hablamos de Ridley Scott, y eso la incluye perfectamente entre los 20 mejores films del año, pero está muy por debajo de lo que podemos exigir al director británico.

A nivel interpretativo encontramos lo más sobresaliente, con un papel de DiCaprio más que notable, convincente, pero siempre ensombrecido por ese titán llamado Russell Crowe. Las escenas entre ambos se suceden, contrastando la situación del agente de campo, con el burócrata que decide mientras deja a sus hijos en el colegio o les acompaña al retrete. No deja de ser demasiado obvio, pero no desentona con la complejidad de la propuesta. A destacar también el papel de Mark Strong, cada vez más solicitado, con una excelente caracterización y un trabajo sobresaliente.

Los 128 minutos de Red de Mentiras pasan rápido, ágilmente, atascándose solo en el romance del protagonista, que de inexplicado resulta innecesario. El resto está bien narrado, bien rodado y bien interpretado, con varias escenas impactantes, mérito también del habitual montador de Scott (Pietro Scalia) y de un debutante en una gran producción como es Alexander Witt en la dirección de fotografía. Red de mentiras es notable a nivel técnico, pero coja en garra y profundidad.

En definitiva, una de las mejores opciones para la cartelera, pero como mero entretenimiento. Un film que cualquiera podría rodar suponiéndole un éxito, pero Scott lo hace sin despeinarse. Red de mentiras entra por los ojos, se ha digerido al salir de la sala y el único recuerdo que deja es el del buen rato que hace pasar.

Lo mejor: Sin duda, la vuelta de Axl Rose a la música poniendo los acordes finales del film.

Lo peor: El clímax final carece de emoción.

El dato: Carice Van Houten interpretaba a la mujer de Ferris, pero se eliminó por completo del metraje final.