viernes, 2 de noviembre de 2007

El Número 23: Curiosidad y obsesión


Recuerdo la época en que mis noches de juventud empezaron a ser motorizadas. Ese primer vehículo habitual de transporte no era otro que una Renault Express roja. Cierto, no íbamos sobrados de estilo pero tampoco íbamos a los garitos de moda. A partir de ese momento vi mi mundo inundado de furgonetas clavadas a la de mi amigo, por todas partes.


El tiempo trajo nuevos amigos y nuevo vehículo, así que desaparecieron las Express rojas y mi ciudad se llenó de Corsas blancos.

Es tan misteriosa como poderosa nuestra capacidad de enfocar nuetra percepción hacia ciertos elementos que nos son familiares, así como otras veces hacia lo que nos es totalmente nuevo.


Walter Sparrow tiene una vida de lo más aburrida e instatisfactoria. Por culpa de una serie de infortunios, acaba en sus manos una misteriosa novela que llama poderosamente su atención. En ella reconoce ciertos elementos familiares que le llevan a creer que estan parcialmente basados en su vida. Esto le lleva a obsesionarse con la novela, el protagonista y el autor, camuflado "hábilmente" bajo el pseudónimo de "Topsy Kretts".

A partir de aquí, más nos vale ser partícipes de esa enfermiza obsesión o apagar el DVD e irnos de cañas. Veremos al protagonista volcado en busca de respuesta a la par que seducido por un personaje opuesto a él, su mitad oscura.
El motor que mueve la película es la dichosa numerología en torno al número 23, pero queda por no ser más que una excusa que una al Walter real y el novelesco, como un elemento fantástico y maldito cuya explicación podía haber sido cualquiera.

No digo con ésto que sea una tomadura de pelo, sino una explicación, como podría haber sido cualquier otra, donde el desenlace ni nos piya por sorpresa ni resulta especialmente impactante ni coherente.
Cuando al espectador lo motivas a base de curiosidad es importante que las pistas y las respuestas le den opciones en el juego, que el camino entre el misterio y su solución lo recorran espectador y protagonista juntos.
No es el caso de "El Número 23", pero es un buen intento, una historia sobre una obsesión directa a los espectadores muy curiosos o muy aburridos.

Lo mejor: la estética de cine negro que representa a la novela, y el hijo de Jim Carrey, que se nota que (en el film) lleva sus genes.

Lo peor: Verte fuera del reto... todo suma 23...

0 comentarios: