Los cuentos siempre han sido un instrumento con el que adiestras a los infantes sobre las cosas aparentemente básicas de la vida. "No mientas" como en Juan y el Lobo, "hay que ahorrar" como el cuento de la hormiga y la cigarra, "no te lleves el trabajo a casa" como en Pretty Woman, etc.
Pero rara vez se enseña a los niños la realidad de un mundo que se encarga de desmitificar todos esos relatos infantiles, Leviatán representado por la humanidad, enfrentado a Dios o los valores morales heredades del cristianismo. Valores resumidos en dos palabras, Amor y Odio, tatuados en los nudillos del protagonista.
La única película de Charles Laughton cuenta la historia del reverendo Harry Powell, un despiadado criminal que hará lo posible para hacerse con el botín que un preso ha dejado a sus hijos.
El comienzo del film es vertiginoso, y casi sin darnos cuenta veremos al reverendo casado con la madre de las criaturas. A partir de aquí es será una sucesión de intentos del reverendo para conseguir que los niños desvelen el paradero del botín, que irán desde la persuasión al acoso.
No cabe la menor dura que la película es una revisión actualizada de los cuentos infantiles, basada en el libro de Davis Grubb. Desde el tono de la película, la belleza de su factura, su música, sus personajes y su moraleja.
Se nos presenta a un asesino que predica la palabra del señor enfrentado a dos niños que quedan huérfanos a su merced, con la única promesa hecha a su padre de no revelar el paradero del dinero, indefenso ante la maldad personificada en un magnífico Robert Mitchum.
Ese aire de cuento se nota también en la maldad dulcificada del reverendo, del que no vemos ningún asesinato y si actitudes comicamente terroríficas ("¿es que él nunca duerme?"), o la metáfora que representa la muñeca que alberga el fruto de la codicia.
Por otra parte, la esperanza aparece representada por la directora de un orfanato, que sí cree en la palabra de Dios y reconoce al falso profeta al primer atisbo. Es la esperenza o la salvación de la inocencia frente a la maldad.
En definitiva, un macabro cuento de terror dulcificado, imprescindible.
Lo mejor: Lillian Gish y la frase de la película: "Éste mundo no es para los niños."
Lo peor: Que el reverendo a veces resulte cómico.
1 comentarios:
Gran film.
Bueno, a mí no me molestan los toques cómicos en el predicador... si no fuera un tipo tan peligroso, sería en el fondo, muy risible, con sus sermones de vendedor ambulante y tal... Pero supongo que eso va a gustos
Por cierto, si le gusta Laughton y "La noche del Cazador" está cordialmente invitado a pasarse por mi blog:
http://rootingforlaughton.blogspot.com/
Publicar un comentario