domingo, 23 de marzo de 2008

Los pasajeros del tiempo: Utopía y el Alex de Voltaire


En mi viaje por el género de la ciencia-ficción me vuelvo a topar con Nicholas Meyer, director de El día después, que con la presente Los pasajeros del tiempo posiblemente firma sus dos mejores películas en una filmografía no demasiado prolífica.


En éste caso no estamos propiamente ante un producto de ciencia-ficción, sinó más bien una mezcla de géneros que aprovecha la figura y obra de H.G. Wells para hablarnos de cómo las visiones y utopías de un escritor chocan con la realidad.

H.G. Wells (Malcolm McDowell) es un apasionado escritor de ciencia-ficción que no conforme con plasmar sus pensamiento sobre papel, construye una máquina del tiempo. En una cena con sus amigos, les revela semejante invento y su propósito de viajar al futuro para ver la sociedad perfecta que cree que será algún día la humanidad.

Londres se encuentra sacudida por una serie de asesinatos de prostitutas a manos de un tal John, que se hace llamar Jack el destripador. La policía acude a casa de H.G. para dar aviso de la cercanía del asesino, y allí descubren un maletín con el arma del crimen, perteneciente a uno de sus amigos, que ha aprovechado la máquina del tiempo para huir al futuro.

Herbert usará la máquina (de vuelta por su sistema de seguridad) para viajar el futuro e intentar dar caza al amigo asesino, más listo que él. Su viaje le llevará al futuro y a California donde sólo y casi sin dinero tendrá que encontrar al otro viajero y evitar que prosiga con su macabra afición.

El film se centra más en las andanzas del escritor en un mundo que no era el que había soñado, un mundo donde sus utópicas visiones no tienen cabida y donde encaja mejor el asesino que no el visionario. Dicha realidad le golpeará en la cara en una conversación con su antiguo amigo, una vez lo encuentra y que desatará una confrontación directa entre ambos.

Dicho ésto, tendremos el juego del gato y el ratón, con romance por medio que será usado por el asesino para no ser atrapado. La ciencia-ficción será usada de esa manera para justificar una (ligera) crítica social y un film de asesinatos con varios toques cómicos que la acercan a la serie B, donde los actores cumplen su propósito y sólo nos resulta especialmente creíble David Warner encarnando a Jack el destripador.

En definitiva, un film ameno, entretenido, con un punto de partida interesante y un desarrollo más que correcto, pero que dista de ser un clásico.

Lo mejor: La idea de hacer a H.G. Wells protagonista de su propia historia.

Lo peor: Los viajes en el tiempo sólo sirven de excusa.

El dato: Malcom McDowell consigue hacer creíble su papel de cándido, cuando todos los recordamos como el brutal Alex de La Naranja Mecánica.

2 comentarios:

Absenta dijo...

Bueno es otra peli más sobre el destripador, pero aprovechando la idea del viaje en el tiempo, me ha gustado, entretenida, buenas actuaciones y demás.

Redrum dijo...

Cuando no había tanto efecto especial, se las ingeniaban mejor para enganchar al espectador...