martes, 18 de diciembre de 2007

El día después: Telefin del mundo


Con este telefilm de 1983 comienzo mi serie de críticas sobre películas que tratan el tema de ataques nucleares a gran escala. Fue dirigida por
Nicholas Meyer y escrita por Edward Hume, como proyecto que pretendía concienciar a Estados Unidos sobre el peligro de una guerra nuclear. Hay que tener en cuenta que la guerra fría tardaría aún siete años en concluir.


El proyecto fue planeado al milímetro, con una campaña publicitaria llevada desde seis meses antes, inusual para un telefilm, y con la oposición y presiones de diversos organismos gubernamentales.

El resultado se traduce en 100 millones de personas sentadas frente al televisor el 20 de Noviembre de 1983.

La historia versa sobre varios personajes, borrosamente perfilados, que viven su día a día paralelamente a la creciente escalada de tensión entre el gobieron americano y el ruso. Los habitantes de Kansas viven rodeados de artefactos nucleares, y reciben la noticia del inicio de la guerra en forma de misiles siendo lanzados desde los campos cercanos a sus propiedades.
Convencidos de que el ataque tendrá respuesta buscarán la manera de reunirse con los suyos y salvarse.

El objetivo del film jamás fue el de crear un buen producto al uso, una gran película, sino un film eficaz, impactante y directo. Durante una hora nos presentan personajes en su vida cotidiana, bocúlica y anónima, más cercana al espectador pero a su vez complicando la implicación de éste con los personajes, que ignoran los avisos de alerta preocupados más por preparar la cena. La jugada es arriesgada, pero efectiva, ya que la segunda parte del film, la del ataque, acaba con gran parte de esos personajes, y se centra en el caos y la supervivencia posterior al ataque.

Pese a los 23 años que tiene y los medios de que constaban, los efectos visuales no dejan de impresionar y constituyen la mejor parte del film. De manera fría y precisa nos retrata el ataque, con una sobriedad más próxima al realismo que al drama. Es así como el film consigue sobrecoger, mostrando el infierno de varias personas anónimas con un realismo documental y una estética televisiva, un gancho directo al miedo subyacente en el imaginario colectivo del espectador de la época, viviendo pendientes del posible estallido nuclear.

Lo mejor: El lanzamiento de los misiles.

Lo peor: Que si bien cumple su propósito sobradamente, como película cojea.

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