sábado, 14 de junio de 2008

An american crime: Buda y la armadura de Dios


Sin ninguna duda An American Crime va a ser uno de los films más polémicos del año. Su brutal historia no deja espacio al mensaje ni al análisis, sino que simplemente se nos presentan unos hechos reales que acabaron con la vida de
Sylvia Likens. Una de esas sórdidas historias cuya fácil lectura se reduce a la crueldad humana, pero que no deja de tener en su sótano un mensaje más potente.


Ante ésta clase de películas, los aspectos más técnicos del film parecen desaparecer, y nos centramos en las actuaciones, y no es justo quitar mérito a director (Tommy O´Haver) y guionista (Irene Turner) que consiguen no caer en lo obvio y lo fácil, evitando así caer en una falsa snuff movie.

Sylvia (Ellen Page) y Jenny (Hayley McFarland) son dos hermanas cuyos padres trabajan en el circo. A causa de los viajes deciden dejarlas a cargo de Gertrude Baniszewski (Catherine Keener) durante la gira, pagando cierta cantidad a dicha mujer. Las dos hermanas deberán adaptarse al nuevo ambiente, y a las normas de su cuidadora, aquejada de asma y pagos.

Sylvia, que se verá desconcertada por su nueva situación e inexperiencia, acabará por ser objeto de la ira de Gertrude, que no pondrá freno a su creciente ira, sino que permitirá el abuso continuo de Sylvia por parte de sus hijos y habitantes del pueblo, hasta su muerte.


Si bien la crueldad humana la hemos visto en infinidad de films, el detalle que realmente llama la atención de An american crime es el papel de los secundarios. Los implicados en este crimen no acaban sólo en Gertrude, sino que los propios hijos, vecinos y jóvenes del barrio participaron en las palizas que Sylvia recibió en el sótano durante meses. No hablamos de una locura transitoria que lleva a una persona a obsesionarse con otra, hablamos de más de una docena de personas implicadas, y otras tantas que prefirieron cambiar de acera a enfrentar los hechos.

Frente a la máxima, de origen budista, de los tres monos sabios (see no evil, hear no evil, speak no evil) representada por la vecina que escucho durante meses la agonía de Silvia, tenemos al cristiano (que no cristianismo) que hace uso de su fe como arma y justificación. Y es que si bien no se trata el tema de la religión en el film, lo vemos sutilmente presente en la locura de la protagonista enajenadamente cuerda, aferrada a sus creencias y sus normas en pro del bien de la familia pero llevando sus actos lejos de lo que permite su fe. Es ahí cuando hábilmente nos presentan el enfrentamiento entre creyente y creencia, cuando cuidadora y párroco se enfrentan.

El resto, es la lectura obvia del film, la exageración basada en hecho reales, la implicación de menores en torturas y el regocijo que encuentran al maltrato como vía de escape de la miseria. Y esa no es la intención del director, que nos presenta a Gertrude como una persona asombrosamente fría y calculadora, nada impulsiva y finalmente egoísta.

Es de agradecer la elegante labor de Tommy O´Haver e Irene Turner, al ofrecernos un drama y no una tortura dramatizada. No se abusa del recurso fácil de ver sufrir a la adolescente, y si bien el hecho más escabroso que sucede al marcarle a fuego "Soy una prostituta y estoy orgullosa de ello" sucedió realmente. El film se centra en los personajes, no en los hematomas.

Y precisamente se ha destacado la labor de sus dos protagonistas gracias a la intencionalidad del film en presentarnos dos personajes, y no sólo unos hechos. Tanto Catherine Keener como Ellen Page están soberbias, pero el peso del film carga en la primera y muy seguramente la academia la tenga en cuenta para los Oscar.

En definitiva, un film duro, sobrio, pero profundamente dramático y complejo, que busca mas la conciencia que las tripas del espectador. Un ejercicio de buen gusto ante una historia tan sórdida y difícil.

Lo mejor: La interpretación de Catherine Keener.

Lo peor: Lo inverosímil que a veces resulta el guión, aunque esté basado en hechos reales.

El dato: El guión del film se elaboró partiendo de las declaraciones hechas en el juicio por parte de todos los implicados. Aquí tenéis más información sobre Sylvia Likens.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, qué tal?? Soy Tomás, de Muchocine. Comparto tu valoración respecto a la contención del posible sadismo de la historia. Sin embargo, te apunto dos cosas. No crees que falta garra en el terreno de la realización?? En mi opinión un material de por sí sórdido y brutal requría una mano más firme que no dejara caer el relato en algo mecánico -plano, me refiero-, sin que nada brille, haciendo de esa realidad algo más personalizado, sin caer en el esteticismo, por supuesto. Ahora mismo me acuerdo de LAS VÍRGENES SUICIDAS, en la que Coppola al menos invadió el ámbito del realismo mágico, si quieres llamarlo así, de la ensoñación que hacía ambigua y enigmático un relato igualmente siniestro- también basado en hechos reales, creo recordar-. Con todo esto quiero llegar al punto 2: el final engañoso y concienzudamente ambiguo, que no cuaja con el resto del filme, movido siempre bajo el resorte del realismo. Creo que no es justo hacernos pasar por esa especie de ilusión narrativa tratándose de un asunto tan feo. Es una pequeña película, correcta en su planteamiento 8salvo el final) pero bastante lineal en su dirección. En cuanto a las actrices, tú lo has dicho, la Keener es aterradora. Un saludo tio!!

Redrum dijo...

Hola Tomás!

En parte estoy de acuerdo en lo que comentas. Cierto es que falta garra, por eso valoro esa apuesta de no recrearse en el sadismo, pero en cuanto a la dirección han preferido dejarla en segundo plano, ya sea por incapacidad o por no buscar un protagonismo más allá de la historia.

No veo mal que halla sido así, pero nunca sabremos cuál hubiera sido el resultado si hubieran apostado por una dirección más apasionada o creativa.

Con respecto al final, los hechos son bastante conocidos en EE.UU. con lo que el espectador sabe que está viendo una ensoñación, mientras que muchos otros (me incluyo) nos comimos ese giro, resultándonos gratuito. Supongo que se nos querría representar la vuelta a casa de Sylvia una vez muere.

No es un film memorable, pero sí muy apreciable, donde coincido en tus dos apuntos, pero entiendo que Tommy O´Haver se viera incapaz de hacer lucir la parte técnica por encima de una historia tan potente.

¡1 saludo y gracias por comentar!