Lamento mi efusividad en el titular, pero no es para menos. Desde el Hulk de Ang Lee y el Batman Begins de Nolan que una adaptación de un heroe de comic no era digna del espectador que paga su entrada, y de la mano del desconocido (mejor así) Jon Favreau tenemos un producto serio y entretenido.
Y la película funciona por el simple hecho de presentarnos una historia, concepto infravalorado hoy en día. La apuesta efectista de otros films acaba por ser su verdugo, mientras que el grupo de guionistas de Ironman (algunos responsables de Hijos de los hombres) apuesta por elementos narrativos alejados de los efectos especiales. Más mérito podemos encontrar en el grupo de guionistas (sin alardes) que en la labor del director.
Tony Stark (Robert Downey Jr.) es un joven genio de la tecnología aplicada a la armamentística, con la que ha creado un imperio. En ciernes de la presentación del Jericho, un arma definitiva, es secuestrado y obligado a crear una réplica de dicha arma. En colaboración de otro rehén dará cuenta de sus errores en la vida, de su ego y las cosas que realmente le importan, con lo que creará un traje para escapar del cautiverio.
La huida dejará a su ayudante en el camino y de vuelta a la civilización intentará acabar con la división armamentística, y aprovechará para crearse una versión mejorada de su traje para desbaratar los planes de los poseedores de sus armas. Pero ese cambio de dirección en la empresa no sentará nada bien a su amigo y socio (Jeff Bridges).
El film empieza con un detalle de guión que deja claro el trabajo que se ha invertido en él. El film empieza con una escena de acción, donde nuestro protagonista muestra pinceladas rápidas de su carácter, para inmediatamente caer preso de los terroristas. Justo ahí saltamos a 36 horas antes de ese suceso, y vémos cómo ha llegado Tony a ése punto. Cierto que es un truco de guión muy sencillo, pero se busca dosificar el ritmo de la película, que es mucho más pausado de lo que se podría pensar.
A partir de aquí las escenas de acción llegan con cuentagotas, y si bien la historia no brilla por su profundidad ni su interés (muy previsible), si es suficientemente entretenida y coherente. A ello ayudan las correctas intepretaciones de los tres protagonistas, que no buscan destacar por encima dela historia.
Y así Ironman se desmarca de Spiderman y otro tipo de superproducciones que optan por saturarnos de efectos especiales, mientras que Jon Favreau y su equipo de guionistas nos presentan la historia de un hombre que se convierte en heroe, no una film de heroes que a veces son personas.
En definitiva, un film más que correcto, ameno y que cumple con creces su propósito.
Lo mejor: El desarrollo del film, que ni aburre ni engaña.
Lo peor: El viaje moral del protagonista resulta demasiado brusco.
El dato: En marzo de 2009 comienza el rodaje de la segunda parte, con fecha de estreno en 2010.
0 comentarios:
Publicar un comentario