Que Pixar es capaz de crear historias y guiones muy superiores a la de mayoría de films de la cartelera, lo sabemos. Que muchos de sus personajes son más carismáticos y expresivos que muchos de los actores en activo, lo sabemos. Que la magia y la creatividad de muchos de sus films dejan en evidencia a todo el gremio de guionistas, lo sabemos. Lo que no sabíamos es que, más allá del entretenimiento y las grandes historias que nos han planteado en sus films, eran capaces de crear semejante poesía visual como la que desborda Wall·E.
Vuelve a la dirección Andrew Stanton después de Buscando a Nemo, y firma una hermosa historia de amor entre robots, en la que, no dudo en afirmar, es la mejor película de Pixar y puede que del año. Cuando un film es capaz de hacerte reír y llorar con una sincera emotividad, con un preciosismo extremado, con un claro homenaje al cine mudo y el musical, y tiene unos personajes tan adorables, uno no puede más que aplaudir efusivamente ante el maravilloso regalo de Pixar.
En un futuro lejano, Wall·E (Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) es un robot creado para limpiar la basura de un mundo abandonado por el exceso de residuos. Su rutinaria vida transcurre entre escombros, con los que construye edificios, guardando las rarezas en su colección personal, donde la estrella es un VHS con Hello Dolly! grabado en él. En su refugio sueña con el amor, baila con las canciones del film y cuida de su pequeña mascota, una cucaracha domesticada que sobrevivió a la contaminación.
El descubrimiento de una frágil planta dentro de una nevera vendrá acompañado con la llegada de una nave que transportará una robot llamada EVE (Extraterrestrial Vegetation Evaluator). Mucho más moderna que Wall·E, y centrada en su trabajo, no hará caso a nuestro protagonista, mientras éste intentará llamar su atención, enamorado de ella desde el principio. Pero cuando ella descubre la planta, entrará en letargo y una nave vendrá a recogerla, si Wall·E no consigue evitarlo.
Reconozco que me he enamorado del film, sus primeros 40 minutos son pura poesía, pura delicia, ingeniosos y emotivos a raudales. Charlot hecho robot, un personaje curioso, inocente, divertido, cuya vida de un tumbo cuando llega una mujer robot sin ningún interés en él. Un personaje más humano que muchos humanos, con un hogar decorado con luces y lleno de recuerdos de otros, y un sueño, amar y ser amado, pasear de la mano con EVE.
A esa historia hay que añadir la intencionalidad moralista de Stanton, mostrando un mundo devastado donde toda la responsabilidad es dejada a los robots, hasta hacer inhabitable el planeta. Por contra tenemos un robot que mira a ambos lados antes de adentrarse en las vías del metro, que cuida a una cucaracha como a un hijo, que trabaja sin descanso y con pasión, disfrutando de los restos de un planeta que dejamos abandonado.
Si bien esos primeros 40 minutos son para recordar, un sonado homenaje al cine mudo (cualquier diálogo hubiera roto la magia) y al musical con los acordes de Hello Dolly! salpicando las bellas escenas, a partir de ahí el film cae en el mejor sello Pixar, el de Buscando a Nemo y Ratatouille. No con ello empeora el film, sino que empieza, entramos en esa espiral vibrante de malentendidos, carcajadas y la aparición de una serie de personajes divertidísimos, como M-O, obsesionado con la limpieza.
Es aquí donde más dura se vuelve la crítica hacia las personas, con la representación de una especie que vive en camillas que flotan a los que las máquinas hacen todo. Obesos y sin necesidad siquiera de andar, viven en una nave desde que 700 años antes abandonaran la Tierra, incomunicados haciendo vida a través de sus pantallas. Un mensaje sencillo y directo que gana fuerza gracias al carisma de los robots que pondrán patas arriba la vida en la nave.
En definitiva, Wall·E es magnífica, inolvidable, un viaje de la poesía al mejor entretenimiento pasando por la crítica. Una colección de guiños a Chaplin, Hello Dolly!, 2001 y muchas otras servidos con una imaginación desbordante y obviando las palabras cuando los hechos y las imágenes son mucho más poderosas. Wall·E te bombardeará emocionalmente, te hará reír y llorar, y cuando quieras darte cuenta, ya te lo habrás llevado a casa contigo.
Lo mejor: El carisma del personaje y sus primeros minutos en pantalla.
Lo peor: El giro de los acontecimientos cuando estamos disfrutando de tan hermosa historia.
El dato: Ojo al corto de presentación, Presto, una divertidísima locura.
Vuelve a la dirección Andrew Stanton después de Buscando a Nemo, y firma una hermosa historia de amor entre robots, en la que, no dudo en afirmar, es la mejor película de Pixar y puede que del año. Cuando un film es capaz de hacerte reír y llorar con una sincera emotividad, con un preciosismo extremado, con un claro homenaje al cine mudo y el musical, y tiene unos personajes tan adorables, uno no puede más que aplaudir efusivamente ante el maravilloso regalo de Pixar.
En un futuro lejano, Wall·E (Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) es un robot creado para limpiar la basura de un mundo abandonado por el exceso de residuos. Su rutinaria vida transcurre entre escombros, con los que construye edificios, guardando las rarezas en su colección personal, donde la estrella es un VHS con Hello Dolly! grabado en él. En su refugio sueña con el amor, baila con las canciones del film y cuida de su pequeña mascota, una cucaracha domesticada que sobrevivió a la contaminación.
El descubrimiento de una frágil planta dentro de una nevera vendrá acompañado con la llegada de una nave que transportará una robot llamada EVE (Extraterrestrial Vegetation Evaluator). Mucho más moderna que Wall·E, y centrada en su trabajo, no hará caso a nuestro protagonista, mientras éste intentará llamar su atención, enamorado de ella desde el principio. Pero cuando ella descubre la planta, entrará en letargo y una nave vendrá a recogerla, si Wall·E no consigue evitarlo.
Reconozco que me he enamorado del film, sus primeros 40 minutos son pura poesía, pura delicia, ingeniosos y emotivos a raudales. Charlot hecho robot, un personaje curioso, inocente, divertido, cuya vida de un tumbo cuando llega una mujer robot sin ningún interés en él. Un personaje más humano que muchos humanos, con un hogar decorado con luces y lleno de recuerdos de otros, y un sueño, amar y ser amado, pasear de la mano con EVE.
A esa historia hay que añadir la intencionalidad moralista de Stanton, mostrando un mundo devastado donde toda la responsabilidad es dejada a los robots, hasta hacer inhabitable el planeta. Por contra tenemos un robot que mira a ambos lados antes de adentrarse en las vías del metro, que cuida a una cucaracha como a un hijo, que trabaja sin descanso y con pasión, disfrutando de los restos de un planeta que dejamos abandonado.
Si bien esos primeros 40 minutos son para recordar, un sonado homenaje al cine mudo (cualquier diálogo hubiera roto la magia) y al musical con los acordes de Hello Dolly! salpicando las bellas escenas, a partir de ahí el film cae en el mejor sello Pixar, el de Buscando a Nemo y Ratatouille. No con ello empeora el film, sino que empieza, entramos en esa espiral vibrante de malentendidos, carcajadas y la aparición de una serie de personajes divertidísimos, como M-O, obsesionado con la limpieza.
Es aquí donde más dura se vuelve la crítica hacia las personas, con la representación de una especie que vive en camillas que flotan a los que las máquinas hacen todo. Obesos y sin necesidad siquiera de andar, viven en una nave desde que 700 años antes abandonaran la Tierra, incomunicados haciendo vida a través de sus pantallas. Un mensaje sencillo y directo que gana fuerza gracias al carisma de los robots que pondrán patas arriba la vida en la nave.
En definitiva, Wall·E es magnífica, inolvidable, un viaje de la poesía al mejor entretenimiento pasando por la crítica. Una colección de guiños a Chaplin, Hello Dolly!, 2001 y muchas otras servidos con una imaginación desbordante y obviando las palabras cuando los hechos y las imágenes son mucho más poderosas. Wall·E te bombardeará emocionalmente, te hará reír y llorar, y cuando quieras darte cuenta, ya te lo habrás llevado a casa contigo.
Lo mejor: El carisma del personaje y sus primeros minutos en pantalla.
Lo peor: El giro de los acontecimientos cuando estamos disfrutando de tan hermosa historia.
El dato: Ojo al corto de presentación, Presto, una divertidísima locura.
4 comentarios:
Estoy como loco por verla, fui gilipollas y pedí el pase de prensa fuera de tiempo, no pude ir. Qué rabia...Con tu excelente comentario me han entrado más ganas aún...
Un saludo desde la calurosa Sevilla!!!!
Y lo del blog era broma, sigue siendo fresco, divertido y riguroso.
Ostia, pues sí es una pena, pero vamos, Sevilla lo cura todo!
La verdad es que me entusiasmó el film, entiendo la grandes valoraciones que le daban, así como el 93 que tiene en Metacritic, 11 por encima del hombre murciélago.
Espero poder leer pronto tu valoración!!!
¡1 saludo y a disfrutar del sur!
me gusta que ha tu edad te emocionen estas cosas mas bien infantiles y me llena de esperanza comprobar que no toda la juventud es superficial y materialista esto me demuestra que siempre queda algo de aquel niño que fuimos te lo comento porque ami me sigue quedando algo de aquel niño que un dia fui y pienso que algo tenemos en comun aunque no he visto la peli con tu critica las imagenes an enpesado ha defilar por mi mente gracias solo por imaginarmela tu critica me llena el vacio
No se confunda, caballero Anónimo, es diferente el infantilismo a la nostalgia. El film lo disfrutarán los más pequeños, pero está enfocado a los adultos, tanto por mensaje como por puesta en escena.
La vida da muchas cosas con las que llenar el vacío, como el cine mismo.
¡1 saludo y gracias por comentar!
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