lunes, 21 de enero de 2008

Expiación: Lo sublime convierte en tedio lo extraordinario


Muchos han calificado el nuevo film de Joe Wright como una obra sin alma, una película aburrida, un arranque impresionante para una historia que hace aguas en el segundo acto, etc. Una película de esas que, a priori, crees que va a ser pesada de ver.

Nada más lejos de la realidad (la mía, claro). El principal problema viene de crear un primer acto simplemente sublime, de lo mejor que he visto en años, para seguirle un acto inferior, mundano, a la altura de cualquier otro producto de calidad, pero inferior al metraje que le precede. El virtuosismo de Joe Wright llega a asustar, a veces innecesariamente, supliendo unas carencias de guión que corrige brindando escenas extraordinarias, como la de la playa.

Briony es una joven de 13 años que sueña con ser escritora. A su edad ya tiene cuentos escritos y acaba de finalizar una obra de teatro. Su fuente de inspiración viene de su entorno y esa curiosidad le llevará a cometer un error por el que pagará toda su vida. Su hermana (Keira Knightley) vive secretamente enamorada de Robbie (James McAvoy), y sobre su romance girará la expiación de Briony.

El film se divide en tres actos bien marcados, clásico (presentación-nudo-desenlace), y usa la visión parcial de la niña sobre la realidad para mostrarnos una misma secuencia desde varios puntos de vista. Si a medida que la vemos tiene sentido, aún lo tiene mucho más al final. Los hechos vistos desde fuera y desde dentro, o desde la realidad y la ficción.

La presentación es memorable, un conjunto visual preciosista con una banda sonora de Dario Marianelli sublime y una historia muy bien llevada. Un espectáculo visual donde cada detalle está cuidado al máximo.

A los 45 minutos cerramos el primer acto, y la historia comienza a divagar por terrenos inciertos. Si bien no es tan importante lo que cuenta, sino dónde nos ubica, cómo nos prepara para el desenlace, éste segundo acto carece de la fuerza narrativa del primero, tal y como le sucede a la niña protagonista. Si bien la narración parece navegar sin rumbo, la brillante dirección de Jow Wright no decae que junto a la banda sonora de sobras hace recomendable su visionado.

Y para rematar la historia, vuelta de tuerca al cierre, revisión de lo acontecido. Encontramos significado a todo, ese incesante tecleo durante el film, esa historia vista desde la inocencia de una niña. La segunda oportunidad como llave de la redención.

Un film sublime en la forma, interesante en contenido, donde a una buena historia se unen una dirección, banda sonora y fotografía memorables. Los actores cumplen con creces, pero es dificil destacar en el conjunto.

Lo mejor: Sin duda alguna, la banda sonora, ganadora del Globo de Oro, y seguramente el Oscar.

Lo peor: El bajón narrativo, inherente a la obra de Ian McEwan.

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