Llevamos unos años en que hemos ido viendo como films de bajo presupuesto, apuestas humildes con historias cercanas, se iban haciendo hueco en la taquilla y en los grandes festivales. Mientras la crítica ha puesto los ojos en ellas, han ido surgiendo pequeñas joyas, pero sin duda han sido premios como los Oscar los que las han catapultado en taquilla.
Claro está que ante río lleno de dólares, avalancha de pescadores. El sello "independiente" casi ha pasado a ser un género, y cualquier historia menor parte con ventaja de cara a la crítica. Y hemos llegado a un punto en que se ha perdido frescura en las producciones, y se ha ganado en presupuesto, donde es normal ver caras muy conocidas en ellas.

Comedia de enredo, con toques dramáticos, banda sonora estudiada y algo de aparatosidad para esconder su sencillez. Porque es eso lo que tenemos, una historia muy sencilla, complicada a propósito para dar cierta profundidad, alejándola por completo de la frescura o la verosimilitud con la que arranca.
A veces tierna, y a veces cómica, no dejan de ser artificiales las situaciones que nos plantea y ese desencanto nos acerca más a una versión adulta de Virgen a los 40 que a Little Miss Sunshine, ambos films protagonizados por Steve Carrell.

En definitiva, Como la vida misma es una película amable, entretenida, pero cuya etiqueta que hereda de los films de los que bebe le viene grande. Un déjà vu caduco.
Lo mejor: Los momentos inmersos en la comedia.
Lo peor: La escena del baile en el pub.
El dato: Siguiendo la moda surgida últimamente, los títulos de créditos se acompañan de escenas de baile con los actores.
0 comentarios:
Publicar un comentario