No se puede decir que Las ruinas sea una pionera en el terror vegetal, ya que gracias a Roger Corman y su Tienda de los horrores (1960), generó un boom que propició producciones como Matango (1963) o El día de los Trífidos (1962). La primera y la última tuvieron su remake en los 80, donde cabe añadir una de las escenas vegetales más terroríficas del cine: el árbol asesino de Poltergeist.
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Las plantas serán atraídas por la sangre y no tendrán manera de huir. La vegetación será capaz de imitar sonidos y les engañarán para que entren en el templo en busca de un móvil que les permita pedir ayuda.
Y básicamente es eso. Cierto es que huye del estilo de los teen slashers y los remakes japoneses, pero el que huya de clichés no implica directamente que sea bueno el resultado. Diría que ni como propuesta suena interesante, ya que unas plantas asesinas están más cerca de las ovejas asesinas, que de Hannibal Lecter. Pero igualmente superamos dicho escollo y el film fluye sin tomarnos por idiotas irredentos, pero sin dar tampoco miedo.
Y ese es su principal problema, que cuando centras el miedo en el interior de los personajes, pero tienes actores de talento similar a las plantas, pues el concepto de miedo psicológico suena exagerado. Puede que más modesta, una serie B más extravagante hubiera funcionado, pero tomada en serio duele al bolsillo.
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En definitiva, un film pasable viendo como está el género en la cartelera, que puede entretener siempre y cuando tengamos claro que pese a todo, es flojo.
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