Es lo que tienen los biopics, que el personaje en el que se basa es amo y señor de la pantalla, y si su protagonista hace un buen trabajo es firme candidato a la estatuilla dorada. Si a eso añadimos que, en este caso, el protagonista es Sean Penn, que aunque interpretara a Espinete le nominarían igualmente, podemos asegurar que el film promete. La duda queda en el irregular Gus Van Sant, y el desconocido guionista Dustin Lance Black.
Y el caso es Van Sant ha optado por dejar un mínimo sello en el film, dando el protagonismo a los hechos, interfiriendo sólo para potenciar el drama o agilizar la trama, y esa ha sido una gran decisión. Es decir, crear un film basado en hecho reales cuya fuerza no vale para la gran pantalla es una tontería, y desvirtuar uno cuyos hecho sí son trascendentes, una locura. Y sí, he visto Amadeus, y no es comparable.
Harvey Milk (Sean Penn) lleva una vida normal, guardando bajo llave el secreto de su homosexualidad. Al borde de los 40 años y después de conocer a Scott, decidirá dar un vuelco a su vida e irse a San Francisco a montar una tienda de cámaras y dejar de esconderse. Allí, animado por el rechazo de una sociedad conservadora, el maltrato que reciben y el apoyo de cientos de gays y lesbianas del barrio de Castro, decidirá emprender un movimiento que le lleve a ser el primer homosexual elegido para un cargo público de la historia.
Su camino no será fácil, chocando con su pareja, relegada a un segundo lugar, y entrando de lleno en una política habitada de personas que no aprueban su presencia. Entre ellos, Dan White (Josh Brolin), máximo rival al cargo que pretenda Harvey, y que sufrirá las virtudes políticas del activista gay. Pero cuando un hombre representa un movimiento, frenar su avance tiene un fácil objetivo.
Sean Penn está impresionante. Uno puede tener sus dudas sobre si resulta convincente, pero Van Sant no tarda ni cinco minutos en mostrarlo en brazos de otro hombre para convencernos de que sí es capaz. Y lo mismo sucede con James Franco y Emile Hirsch, que bordan sus papeles, destacando la caracterización del último. No se puede decir lo mismo de Diego Luna, con un personaje plano e irritante, y Josh Brolin en un papel demasiado encorsetado.
Sea o no conocida la vida del protagonista por parte del espectador, el film la deja entrever desde su arranque, donde los hechos son narrados por el propio Harvey Milk a modo de testamento sonoro. Esos momentos actúan como una bisagra que no llega a molestar y permite los saltos temporales, añadiendo la oscura sombra de la tragedia. Y es que los héroes dejan huella y mensaje, pero los mártires dejan además el eco del drama.
Como he comentado antes, Gus Van Sant interfiere lo justo en la historia, filmando con oficio y realismo, acorde con la cantidad de imágenes de archivo que el film nos ofrece. De esta manera huye de personalizar demasiado el film con su sello, y dando prioridad a la narrativa sobre la estética. No le falta brío a Van Sant en su apuesta, pero funciona mejor el film cuando se trata de espacios cerrados.
Dustin Lance hace un trabajo magnífico con el guión, con el que ya cosecha 2 premios y 4 nominaciones. El uso de los momento de Harvey con la grabadora fracciona el film en capítulo que hacen más dinámico su visionado, equilibrando sus 128 minutos de duración. Si algo hay que reprocharle es cierta previsibilidad, no porque deba alterar los hechos reales, sino por su prolongación expositiva y redundancia. Un ejemplo sería la relación de Harvey con Jack (Diego Luna), casi innecesaria.
En definitiva, Mi nombre es Harvey Milk es un film notable, un film que no sólo narra la lucha de un homosexual por sus derechos, sino la de un hombre por cambiar el mundo. Un mensaje que aún a día de hoy es denuncia para la historia de un personaje bendecido con la responsabilidad de trascender, de ser motor, altavoz, humano y finalmente mártir.
Lo mejor: La portentosa interpretación de Sean Penn.
Lo peor: Diego Luna y su papel.
El dato: En la escena del bautizo de el hijo de Dan White, Charles, el propio Charles estaba en el set de rodaje. La tienda de fotografía es la misma que Harvey Milk levantó. El senador que tan fieramente lucha contra las demandas de Harvey en el film está interpretado por Denis O´Hare, actor abiertamente reconocido homosexual.
Y el caso es Van Sant ha optado por dejar un mínimo sello en el film, dando el protagonismo a los hechos, interfiriendo sólo para potenciar el drama o agilizar la trama, y esa ha sido una gran decisión. Es decir, crear un film basado en hecho reales cuya fuerza no vale para la gran pantalla es una tontería, y desvirtuar uno cuyos hecho sí son trascendentes, una locura. Y sí, he visto Amadeus, y no es comparable.
Harvey Milk (Sean Penn) lleva una vida normal, guardando bajo llave el secreto de su homosexualidad. Al borde de los 40 años y después de conocer a Scott, decidirá dar un vuelco a su vida e irse a San Francisco a montar una tienda de cámaras y dejar de esconderse. Allí, animado por el rechazo de una sociedad conservadora, el maltrato que reciben y el apoyo de cientos de gays y lesbianas del barrio de Castro, decidirá emprender un movimiento que le lleve a ser el primer homosexual elegido para un cargo público de la historia.
Su camino no será fácil, chocando con su pareja, relegada a un segundo lugar, y entrando de lleno en una política habitada de personas que no aprueban su presencia. Entre ellos, Dan White (Josh Brolin), máximo rival al cargo que pretenda Harvey, y que sufrirá las virtudes políticas del activista gay. Pero cuando un hombre representa un movimiento, frenar su avance tiene un fácil objetivo.
Sean Penn está impresionante. Uno puede tener sus dudas sobre si resulta convincente, pero Van Sant no tarda ni cinco minutos en mostrarlo en brazos de otro hombre para convencernos de que sí es capaz. Y lo mismo sucede con James Franco y Emile Hirsch, que bordan sus papeles, destacando la caracterización del último. No se puede decir lo mismo de Diego Luna, con un personaje plano e irritante, y Josh Brolin en un papel demasiado encorsetado.
Sea o no conocida la vida del protagonista por parte del espectador, el film la deja entrever desde su arranque, donde los hechos son narrados por el propio Harvey Milk a modo de testamento sonoro. Esos momentos actúan como una bisagra que no llega a molestar y permite los saltos temporales, añadiendo la oscura sombra de la tragedia. Y es que los héroes dejan huella y mensaje, pero los mártires dejan además el eco del drama.
Como he comentado antes, Gus Van Sant interfiere lo justo en la historia, filmando con oficio y realismo, acorde con la cantidad de imágenes de archivo que el film nos ofrece. De esta manera huye de personalizar demasiado el film con su sello, y dando prioridad a la narrativa sobre la estética. No le falta brío a Van Sant en su apuesta, pero funciona mejor el film cuando se trata de espacios cerrados.
Dustin Lance hace un trabajo magnífico con el guión, con el que ya cosecha 2 premios y 4 nominaciones. El uso de los momento de Harvey con la grabadora fracciona el film en capítulo que hacen más dinámico su visionado, equilibrando sus 128 minutos de duración. Si algo hay que reprocharle es cierta previsibilidad, no porque deba alterar los hechos reales, sino por su prolongación expositiva y redundancia. Un ejemplo sería la relación de Harvey con Jack (Diego Luna), casi innecesaria.
En definitiva, Mi nombre es Harvey Milk es un film notable, un film que no sólo narra la lucha de un homosexual por sus derechos, sino la de un hombre por cambiar el mundo. Un mensaje que aún a día de hoy es denuncia para la historia de un personaje bendecido con la responsabilidad de trascender, de ser motor, altavoz, humano y finalmente mártir.
Lo mejor: La portentosa interpretación de Sean Penn.
Lo peor: Diego Luna y su papel.
El dato: En la escena del bautizo de el hijo de Dan White, Charles, el propio Charles estaba en el set de rodaje. La tienda de fotografía es la misma que Harvey Milk levantó. El senador que tan fieramente lucha contra las demandas de Harvey en el film está interpretado por Denis O´Hare, actor abiertamente reconocido homosexual.
7 comentarios:
Josh Brolin está encorsetado porque es lo que le requiere su personaje, ¿no crees?
Exacto, y por lo tanto no podemos destacar su interpretación. Correcto, cumplidor, y para casa.
¡1 saludo y gracias por comentar!
No me pareció todo lo extraordinaria que suponía, o que esperaba, últimamente voy al cine con demasiadas expectativas...Sean Penn está muy comedido (aunque rebajo mi entusiasmo después de ver lo que hace Leo Di Caprio en Revolutionary Road...éste sí que pide a gritos ya un oscar). Por motivos homoeróticos prefiero a James Franco, pero fuera de la atracción hormonal, reconozco que todos están bastante correctos.
El biopic me burre por momentos, me interesa a trechos y no logra emocionarme ni al final, por mucho que la escena de las velitas se lo proponga. Para cuándo un biopic que no huela a idealización? ah, sí, me olvidaba de que el maestro Eastwood ya lo hizo allá por 1988...
Suscribo cada palabra de esta crítica, yo creo que gana el film con el tono documental qeu le da,e sa fotografía granulada que tiene en muchos momentos, es muy bueno. En cuanto a Brolin, para nada está encorrsetado, es más juega en el filo de la navaja, porque hay momentos que piensas que le va a pedir que hagan cositas entre ellos ¿o no? Así qeu sabe dotar a su interpretación de muchos dobleces.
Yo que voy a decir...a mi me ha encantado la película en general y Sean Penn en particular... y es verdad que si hiciera de Espinete le nominarían, pero es que seguro que lo clavaba :)
Lo del papel de Diego Luna una penica... menos mal que no aparece desde principio de película porque sino hubiera quitado bastante emoción... Por cierto, acabo de caer en quien es Emilie Hirsch... no lo reconocí ayer...
Ui Tomás, coger a un mártir para sacarle los trapos sucios no creo que haya nadie que se lo proponga. O al menos, de personajes recientes.
Emocionar no, pero has de reconocer que el film es notable, con buenas interpretaciones. Eso sí, veo que te ha entusiasmado la propuesta de Mendes! ;) Sam, no Eva.
Exacto Videodromo, y no va más allá... es decir, el guión no le deja explotar, siempre se contiene, sea borracho o a nivel sexual. Supongo que tampoco tenían intención de hacer sombra al personaje de Sean Penn.
Jajajaja! Silvia, a mí me costó lo suyo. Hasta los primeros planos no caí que era él, y he de reconocer que con lo poco que lo soporto, me gustó su interpretación.
¡1 saludo y gracias por comentar!
Pues yo viendo el trailer, ni fu ni fa. Ademas las bromas con lo de Milk, fuerón numerosas.
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