Si la fe mueve montañas, la ciencia mueve el mundo. Ambas doctrinas basan su potencia en su infalsabilidad y permite la convivencia entre ambas ya que suelen cubrir ámbitos disjuntos.
Lo habitual es que desde la ciencia se haga una relectura de los dogmas de fe, pero en éste caso vemos la imagen que la fe tiene de la ciencia.
Si algo podemos destacar de Vincent Ward es la increible capacidad para impregnar de belleza sus films, usualmente carente de simbolismo, pero rica en grandes composiciones visuales.
Éste hecho lo vemos tan sólo arrancar el film, donde un conjunto de visiones oníricas se mezclan, alternando color y texturas con la fotografía en blanco y negro.
La historia nos embarca en una expedición de varios hombres del siglo XIV temerosos de la llegada de la peste negra a su pueblo. Guiados por las visiones del chico, descenderán por un abismo que les llevará al otro lado del mundo... espacial y temporalmente. Su cometido será librar a su gente de la peste negra colocando una cruz en la iglesia más alta de la ciudad hacia la que se dirigen, sin saber que dicha ciudad se situa en Nueva Zelanda en la actualidad.
Lo primero que nos viene a la mente viendo el film es el homenaje al Séptimo Sello de Bergman, aunque desarrollo e intencionalidad en ambos films difieren radicalmente. La historia más bien nos encamina hacia el disfrute del desarrollo de una abnegada fe ciega dentro de un mundo tecnológico que ni quieren ni pueden entender, navegando a ratos entre la aventura con tintes dramáticos, y la comedia.
No deja, pese a todo, de buscar varios giros que eleven un punto la narración, basada exclusivamente en el sueño de nuestro protagonista que ignora su significado real. Eso la convierte en una película más completa, sin conformarse en contar anecdóticamente un salto de seis siglos o una aventura medieval.
Pero desde luego la mejor parte se la lleva la fotografía, que aprovecha perfectamente el cruce de generaciones.
Lo mejor: la peculiar naturaleza del film, extraño sin tapujos, a veces entretenido, a veces hipnotizante.
Lo peor: Que esa misma naturaleza sea un lastre, ya que no acaba de funcionar del todo ni como comedia, drama ni aventuras, con lo que nos queda finalmente una sensación de haber presenciado una agradable rareza.
2 comentarios:
Buenas
Estoy haciendo un tour por los blogs de los ganadores de CpdC.
Sobre la película "Navigator". La considero bastante interesante pero como bien dices es una especie de rareza. "Rareza" que luego ha sido copiada en otros productos como "Doce monos" o de menor calidad como por ejemplo el rollo de "Los visitantes no nacieron ayer".
Quizás su mayor problema radique en que creo que busca alegorizar sobre demasiadas cosas.
Un saludo
¡Encantado de verlo por aquí, major reisman!
La verdad es que sí peca de ambiciosa, cosa que me hizo recortar mucho la crítica.
Le debo una visita a su blog.
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