Vinnie Jones, genio y figura. Pero por genio entiéndase mala hostia. Futbolista que disputó 395 partidos en equipos como el Leeds United, el Chelsea, Wimbledon, Sheffield United o la selección de Gales, con los que marcó un total de 33 goles. Pero sus récords son otros. La tarjeta amarillas más rápida de la historia es suya, a los 3 segundos de partido. Un total de 12 expulsiones en su carrera y más de 100 tarjetas amarilla, y sobretodo su famoso incidente con Paul Gascoine.
Su salto al cine vino de la mano de Guy Ritchie, para Lock & Stock y posteriormente Snatch. Así ha ido alternando sus apariciones en films como X-Men 3, 60 segundos u Operación Swordfish, en papeles que no necesitan de las carentes dotes interpretativas del galés, pero sí de su presencia que, desde luego, impresiona. Así llegamos a The Midnight Meat Train, su nuevo film, donde reparte la leña que no le dejaban sobre el campo.
Leon (Bradley Cooper) es un buen fotógrafo, obsesionado con poder captar el alma de la ciudad en sus fotografías. Su gran oportunidad se la brindará su amigo Jurgis (Roger Bart) que lo presentará a una mecenas del arte (Brooke Shields) que podría catapultarlo al éxito. La falta de entusiasmo de ésta le llevará a obsesionarse con su trabajo, paseando las noches de la ciudad cámara en mano.
Una de esas noches ayudará a una chica en problemas con unos maleantes, para descubrir que esa misma chica desapareció instantes después. Poco a poco irá desentramando el misterio de metro nocturno donde quien entra, sale listo para ser guisado.
Para qué vamos a engañarnos, el film trata de sangre y violencia, de un asesino que nos regala gore cada vez que pestañea. Violencia gratuita con un argumento decorativo, que desde el principio se toma a broma a sí mismo. Si un film se ríe de sí mismo lo suficiente como para darle un papel a Vinnie Jones, no seré yo quien la juzgue seriamente.
The Midnight Meat Train toma como punto de parte el relato de mismo título del legendario Clive Barker, hecho que toma especial notoriedad en la resolución de la cinta. Pasa lo de siempre, que un relato corto cuesta adaptar a un largometraje si no se sabe cómo profundizar en la historia. En ese caso, mejor meter sangre, que suele funcionar bien.
Y funciona, en parte, porque poco potencial interpretativo podemos esperar de la chica de El lago azul, el secundario de Alias, el rompepiernas del Leeds o de Leslie Libb (Ironman, Pasado de vueltas), que interpreta a la pareja del sufrido fotógrafo. Eso sí, Vinnie Jones sólo aporta su presencia, y ella es suficiente para dar credibilidad a un personaje despiadado y brutal que con una sola mirada te deja helado.
Detrás de la cámara tenemos a Ryuhei Kitamura, director que se estrena en tierra americanas con un film cuyo póster es calcado al de Creep y del que poco se espera. El resultado es solvente, aunque a veces sobrado de efectismo y facilón, pero que no desentona con devenir del film. Apuesta sobre seguro en un film que seguramente acabe siendo muy rentable en taquilla.
En definitiva, un film ameno, salvaje y vacío, como debe ser el género. Un gozo ver a Vinnie Jones repartiendo muerte sin abrir la boca. Obtenemos exactamente lo que esperamos en un plano ejercicio de renovación, sin riesgo, sin gloria y sin tregua.
Lo mejor: El revival de la vida deportiva de Vinnie Jones al que invita el film.
Lo peor: Demasiada cinta con gente sin magulladuras.
El dato: Algunas de las pinturas que vemos en la galería de arte, son de la propia mano de Clive Barker.
Su salto al cine vino de la mano de Guy Ritchie, para Lock & Stock y posteriormente Snatch. Así ha ido alternando sus apariciones en films como X-Men 3, 60 segundos u Operación Swordfish, en papeles que no necesitan de las carentes dotes interpretativas del galés, pero sí de su presencia que, desde luego, impresiona. Así llegamos a The Midnight Meat Train, su nuevo film, donde reparte la leña que no le dejaban sobre el campo.
Leon (Bradley Cooper) es un buen fotógrafo, obsesionado con poder captar el alma de la ciudad en sus fotografías. Su gran oportunidad se la brindará su amigo Jurgis (Roger Bart) que lo presentará a una mecenas del arte (Brooke Shields) que podría catapultarlo al éxito. La falta de entusiasmo de ésta le llevará a obsesionarse con su trabajo, paseando las noches de la ciudad cámara en mano.
Una de esas noches ayudará a una chica en problemas con unos maleantes, para descubrir que esa misma chica desapareció instantes después. Poco a poco irá desentramando el misterio de metro nocturno donde quien entra, sale listo para ser guisado.
Para qué vamos a engañarnos, el film trata de sangre y violencia, de un asesino que nos regala gore cada vez que pestañea. Violencia gratuita con un argumento decorativo, que desde el principio se toma a broma a sí mismo. Si un film se ríe de sí mismo lo suficiente como para darle un papel a Vinnie Jones, no seré yo quien la juzgue seriamente.
The Midnight Meat Train toma como punto de parte el relato de mismo título del legendario Clive Barker, hecho que toma especial notoriedad en la resolución de la cinta. Pasa lo de siempre, que un relato corto cuesta adaptar a un largometraje si no se sabe cómo profundizar en la historia. En ese caso, mejor meter sangre, que suele funcionar bien.
Y funciona, en parte, porque poco potencial interpretativo podemos esperar de la chica de El lago azul, el secundario de Alias, el rompepiernas del Leeds o de Leslie Libb (Ironman, Pasado de vueltas), que interpreta a la pareja del sufrido fotógrafo. Eso sí, Vinnie Jones sólo aporta su presencia, y ella es suficiente para dar credibilidad a un personaje despiadado y brutal que con una sola mirada te deja helado.
Detrás de la cámara tenemos a Ryuhei Kitamura, director que se estrena en tierra americanas con un film cuyo póster es calcado al de Creep y del que poco se espera. El resultado es solvente, aunque a veces sobrado de efectismo y facilón, pero que no desentona con devenir del film. Apuesta sobre seguro en un film que seguramente acabe siendo muy rentable en taquilla.
En definitiva, un film ameno, salvaje y vacío, como debe ser el género. Un gozo ver a Vinnie Jones repartiendo muerte sin abrir la boca. Obtenemos exactamente lo que esperamos en un plano ejercicio de renovación, sin riesgo, sin gloria y sin tregua.
Lo mejor: El revival de la vida deportiva de Vinnie Jones al que invita el film.
Lo peor: Demasiada cinta con gente sin magulladuras.
El dato: Algunas de las pinturas que vemos en la galería de arte, son de la propia mano de Clive Barker.
2 comentarios:
Yo tenía mas esperanzas en este film y la verdad no esta mal, pero si no estuviese Vinnie Jones, la cosa sería mucho peor.
Sin duda, pero Vinnie está, y hace las delicias de todo aficionado al futbol y el cine ;)
¡1 saludo y gracias por comentar!
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